“La
vida no se mide por las veces que respiras, si no por los momentos que te dejan
sin aliento”
Las chicas se encontraban en el bar del que Sara les había
contado. El mismo al que Yun Jae le había llevado en su cita. Estaba fascinada
por el estilo bohemio que tenía el lugar y convencida de que a sus amigas
también les gustaría. Pero para su sorpresa y la de las otras, ese día el lugar
en cuestión lucía un poco diferente. Esa noche era noche de karaoke. Una
propuesta especial y atípica según el estilo del bar, pero planeado por el
dueño para incrementar la popularidad de su negocio. Las chicas, al ver el
cartel de “Micrófono abierto”, quedaron un tanto estupefactas. Sara les explicó
a las demás que la primera vez que fue al bar, no había notado un karaoke ni
nada por el estilo y que el cambio abrupto le parecía raro. Decidieron entrar de
todos modos, ya que estaban bastante aburridas y no se les ocurría cosa mejor
para pasar el rato. Volver no era una
opción, o al menos si lo era, resultaba muy decepcionante. Y, con todo esto,
pensaron que la música y la humillación pública de cantar eran los elementos
perfectos de un buen electroshock para revivir a cualquier muerto. Ingresaron y
el lugar estaba abarrotado. Eso espantó un poco a Janet, Cassandra y sobre todo
a Sara que, a pesar de gustarle mucho cantar, no le gustaba para nada la idea
de tener un público desconocido, de un continente completamente diferente al
suyo. ¿Qué tal si a lo mejor no les gustaba su color de voz? Ella no se tenía
tanta seguridad para creerse Adele. En cambio, tanto Morena como Regina estaban
emocionadísimas y con muchos deseos de pasarla bien. Era comprensible, a la
primera le importaba muy poco (casi nada) qué piensen de ella y la segunda
debía de estar acostumbrada al tipo de cultura asiática y a sentirse cómoda con
ellos.
Se sentaron con sus respectivas bebidas mientras tres chicos bastante
excéntricos estaban cantando Sorry Sorry de Super Junior y haciendo, por lo
visto, la coreografía del video. El público se reía estridentemente de ellos y
hasta ellos mismos se tentaban mientras terminaban la canción. Las caras de las
chicas eran bastante diferentes entre sí. Regina no paraba de reírse
tiernamente como siempre lo hacía, Morena bailaba y cantaba al ritmo de la
música con los brazos cerca del mentón y los puños apretados al estilo de los
muppets siguiendo el chiste, Janet lanzó una mirada de incredulidad a
Cassandra, arqueando una ceja mas por confusión que otra cosa, como diciendo “O sea… ¿qué es esto?” Y su interlocutora, en respuesta, sólo
encogió los hombros mientras intentaba no reírse. Luego miró a Sara quien entrecerró
los ojos por un momento y suspiro como diciendo despectivamente “Bueno, si tu
lo dices”. Cassandra se rio por lo bajo, codeó a su amiga y representó el
peculiar gesto del bigote con el dedo índice mientras ponía una cara de
sospecha en tono de burla como de “¿De qué me estás hablando Willis?”
Era evidente que nuestras tres protagonistas se sentían un tanto
confusas al respecto. Regina lo advirtió y entonces les explicó.
-Es muy común ver a mucha gente en los karaokes, haciendo
payasadas y divirtiéndose…digamos que es una forma de relajarse de la rutina y
el trabajo. Aquí trabajan arduamente y las personas tienden a ser muy
perfeccionistas.
-Bueno, es una manera un tanto saludable…-se convenció Janet.
-Hablando de la salud… ¿Quien se va a animar a relajarse? -desafío
Morena con un dedo indagador- Yo lo haría con todo gusto, claro, siendo que
tengo una voz gemela a la de Aretha Franklin pero…-todas se rieron por lo bajo-
honestamente no me siento tan estresada y creo que estos coreanos tendrían que
tener el privilegio de escuchar a Sara.
-¿Excuse me? I--- beg ---you--- pardon -Reaccionó la pelirroja destacando
cada palabra en ingles de manera pausada.
-¿Qué? ¿Acaso pensas negarte? -la morocha levantó una ceja.
-Por supuesto que si ¿Acaso cabe alguna duda? -le contestó su
amiga.
-Bueno…está bien… -Morena se miró las uñas- Si no cantas ahora, puede
que al volver al hotel, a la madrugada, sienta mucho frio y entonces…siendo que
dormimos en la misma habitación… -Sara cerró los ojos mientras fruncía los
labios.
-Si llegas a hacer eso, te echo de la cama…hagas lo que hagas no
me vas a convencer de cantar enfrente de un montón de chin…-vio la mirada
fulminante que pocas veces pone su dulce amiga Regina y se precipitó a corregir
su error-coreanos, perdón, coreanos… Es como tirarse a un mar lleno de
tiburones. No lo voy a hacer y punto.
Morena, que la había escuchado todo este tiempo sin mutar la
expresión en su rostro, agregó a su amenaza- Bueno…entonces, si no cantas
ahora, cosa que te veo muy decidida a no hacerlo -Sara asintió con la cabeza en
una expresión de suficiencia- cualquiera de estos días, a cualquier hora, en
cualquier momento, sin que lo notes, sin que lo adivines o te lo esperes…VOY A
TOCAR TU COMIDA-Sara adquirió una expresión de horror ante esto- Oh sí, lo hare
con estas dos grandes manos…voy a tocar todo el plato y… .COMERE DE TU TENEDOR
-la pelirroja se tapó la boca mientras desviaba la mirada y Morena se reía de
forma macabra. Las demás también se rieron por la extorsión y recomendaron a su
amiga que mejor era que cantara.
-Bueno, sí, ya entendí… ya que insisten -todas pusieron cara de
felicidad excepto ella-. Pero ¿Qué canto? ¿Qué me sugieren? Porque no se me
ocurre nada…
- A ver… -meditó Cassandra- Te suelen salir muy bien los covers
de los Beatles u Oasis, además pegan con tu estilo.
-Beatles ¿eh?-pensó la pelirroja-Si…puede ser…
Y teniendo en mente una canción en particular de la banda, fue
camino hacia el escenario. Sus amigas le gritaban palabras de aliento y los
coreanos se quedaban viéndola, no sabía si para mal o para bien pero trataba de
no darle importancia, porque podía ponerse más nerviosa de lo que ya estaba.
Cuando subió al escenario, eligió la canción que iba cantar y miró al frente
completamente absorta en sus pensamientos, esperando que empiece la melodía y
dejando a todo el auditorio expectante. Entonces empezó a cantar con todo el
ímpetu del momento, pronunciando cada palabra con un peso de emoción que
llevaba dentro acompañado de una melodía suave y lenta, diferente al de su
versión original. La canción era I wanna hold your hand de los Beatles.
Sus amigas cantaban al ritmo y se agarraban las manos o se
abrazaban de la emoción. El publico
entero la seguía moviendo la cabeza o
cantando con ella. Un poco de esa emoción le llegó, a pesar de que por momentos,
cerraba los ojos para concentrarse en la canción y la impulsó a cantar con más
entusiasmo y menos reservas que antes.
Ella, en aquel momento, no lo sabía pero había acaparado la
atención de alguien que recién llegaba al lugar, distraído y tal vez un tanto
aburrido. En el momento que la escuchó, siguió su voz hasta poder verla. Cuando
finalmente lo hizo, sintió un brinco en el pecho y no podía despegar los ojos
del escenario. Había algo cautivante en todo el suceso. No era solo su voz,
tenia bonita voz pero…era su fuerza, su entusiasmo, lo que hacia la canción tan
emotiva. Había otra cosa, además: su mirada. Ni bien la vio, ya se había
sorprendido de que esa chica no fuera coreana. Los ojos grandes de la chica
vislumbraban todo el lugar con tanta seguridad que parecía que perforaban los
suyos, si bien no estaba seguro de que ella lo hubiera visto. Debía de ser una
de esas mujeres que con su sola presencia, se adueñaba de todo el lugar. O al
menos de él.
Cuando terminó de cantar, se vio un tanto sorprendida por la
reacción del público que la aplaudía eufóricamente. Sabía que era buena pero
eso no opacaba la emoción de sentirse admirada. Bajó del escenario y se
encontró con sus amigas que la felicitaban por su interpretación.
-Qué hermosa te veías cantando Sisi-le dijo Regina, mientras le
daba un fuerte abrazo a su amiga.
-Eso es muy dulce, Regina, pero ME ESTAS AFIXIANDO -le contesto
Sara con cierta distorsión en la voz por la falta de aire.
-¡Ups! Perdón –Regi reaccionó rápido, quitando sus brazos, a lo
que la pelirroja soltó un suspiro de alivio.
-Te dije que podías, genia -le escuchó por detrás decir a Morena
mientras que le daba un ligero golpecito en la espalda.
-¡Auch! –se quejó su amiga.
-Bueno ya está bien… -agregó Cassandra con cara divertida por el
cariño brutal de sus amigas- No la vayan a matar…
-Dejen que se siente primero, al menos -aconsejó Janet que
también se reía.
-Buena idea… -Sara se sentó tocándose el brazo. Luego bebió un
poco de su bebida. Cassandra y Janet se sentaron también pero Morena y Regina
se levantaron y se fueron al tocador para arreglarse y retocarse. Luego de
algunos minutos de charla, Janet y Cassandra se fueron hacia la barra a comprar
más bebidas y Sara se quedó sola en el sillón de estampado escandaloso. Cuando
el chico que la vio antes advirtió eso, decidió acercarse. Aunque no estaba
seguro qué le iba a decir. No podía ser… ¿Acaso estaba nervioso? Bueno, lo
mejor era armarse de valor y conocerla. Ese era el momento indicado para hacerlo, pues sabía que
cuando una chica esta con sus amigas, se torna un tanto complicado o…
vergonzoso. Al menos para los chicos, desafortunadamente. Cuando tocas el
hombro de una, todas las que están con ella giran para verte, de arriba a abajo
y nunca sabes si te miran bien o mal y menos cuando te das vuelta y empiezan a
reírse. Bueno, al menos así solía ser. O peor aún, como esas que empiezan a
gritar de la emoción o te persiguen, supuestamente de forma discreta, cuando lo
hacen muy obvio en realidad.
Estaba decidido a avanzar. Finalmente fue hacia ella. La vio un
tanto distraída, con la bebida en mano y mirando su celular.
-Disculpa -articuló en ingles. La chica no titubeó. Entonces él
carraspeo para hacerse notar. Ella subió automáticamente la mirada de una
manera un tanto intimidante, como diciendo “Sí… ya había notado que estabas
ahí, sólo te estaba ignorando”. O tal vez así lo había pensado él-. Disculpa si
te molesto… - y quedó a la espera de que ella lanzara una negativa. Peo para su
sorpresa, sólo le quedó mirándolo y asintió con la cabeza-Solo vine a saludar
y…
-Hola -contestó instantáneamente la joven de ojos grandes, sin
pestañear. El chico tragó saliva. En serio lo ponía nervioso
-Hola –dijo, con una sonrisita nerviosa-. Sólo quería decirte
que me gustó mucho tu interpretación.
-Gracias… -Sara desvió la mirada hacia su celular. Estaba
mandándose mensajes de texto con Morena, preguntándole por qué tardaban tanto.
Su interlocutor seguía mirándola perplejo. Era un tanto insólito
el pleno desinterés que demostraba la chica, sin el mayor intento de ocultarlo.
Decidió que lo más sabio era decir unas cuantas palabras finales e irse. Asique
lo hizo. Y al darse media vuelta, puso tal cara de incredulidad que por un
segundo se arrepintió y volvió para preguntarle- ¿Es que acaso…
La suerte no estaba de su lado. En ese momento a Sara le había
sonado el celular. Era una llamada. Entonces, la vio hablando, totalmente en su
mundo y su pregunta no logró efectuarse. Asique se retiró de ahí
silenciosamente.
Cassandra y Janet, que lo habían visto todo, se preguntaban qué
era lo que había pasado y quién era esa persona. Parecía atractivo.
-Bueno, está bien… -hablaba Sara por teléfono- pero ¿ya vienen?
-Estamos atrás tuyo -le susurró Morena al oído. Sara giró la
cabeza y se encontró con las caras burlonas de sus dos amigas-. No puede ser
que hayamos tardado tanto…bueno, en realidad si porque estábamos hablando de
Shin…-la morocha recibió un codazo de Regina- de Shi…Su...Sushi… ¡ay! Bueno no
me acuerdo ¿cómo se llamaba ese plato de comidas, Regi, querida?
-Si…bueno, entre otras
cosas -y Regina empezó a hacer ojitos- estuvimos hablando de Jung B…-y al sentir
el taconazo de la otra, trató de cambiar lo que iba a decir-de Junsu…si…porque…es
un miembro de un grupo de k-pop -y lanzó una sonrisita despreocupada.
Los ojos de Sara iban de Morena a Regina mientras levantaba una
ceja. Entonces Morena interrumpió el silencio- ¿Dónde se metieron Cass y Janet?
-Se fueron a comprar más bebidas -y señaló a las otras con las
bebidas en mano, que se abrían paso hacia su dirección-. Ya están volviendo.
Estando ya todas, se volvieron a sentar y continuaron la charla
más animadas que nunca. Después de un rato, Janet se había acordado del chico
que ella y Cassandra habían visto antes.
-Sara, ¿quién era ese coreano que usaba anteojos de marco negro
con un gorrito de lana negro?
-¿Quién?
-Ese que estaba enfrente tuyo mientras vos estabas atendiendo el
teléfono… -agregó Cassandra-Parecía que había hablado con vos antes…
-Ahhh…si-recordó Sara-. Sólo se acercó y me dijo que canté bien.
Parecía normal dentro de todo, pero tenía una pésima pronunciación para el
inglés.
-SaraRozenberg -pronunció Morena-. Decime que no lo
mandaste a volar…
-¿Con qué necesidad proferís mi nombre completo? -le reprochó su
amiga- Para empezar, yo no lo eché…
-Eso quiere decir que tus ojos lo mandaron a volar-confirmo su
interlocutora y ella la miró con cara de pocos amigos.
-Bueno sé que a veces puedo ser…
-¿intimidante?
-¿Antisocial?
-¿De carácter fuerte?
-¿Fría como un tempano?
-iba a decir…-mirando sombríamente a sus amigas concluyó-
cerrada a la gente que no conozco, sobre todo a los extraños.
-Ahh…-contestaron todas las otras al unísono.
-Mejor voy al tocador -anunció la pelirroja, que ahora se sentía
un poquito atacada-. Ya vuelvo.
Se dirigía hacia el pasillo que al final de su recorrido llevaba
a los baños. Un chico pasaba en dirección opuesta a la suya y sin verla, se chocaron. Esto provocó que ella casi se
cayera, pero él súbitamente la sostuvo de la cintura y evitó la caída.
Cualquiera que hubiera seguido con la vista toda la cosa, pensaría que era la
mítica escena de un dorama. Cualquiera que supiera lo que era un dorama.
Entonces, él se incorporó y sacó las manos de donde las había puesto. Se
quedaron mirando fijamente. El lugar donde se habían chocado estaba plenamente
iluminado por un foco, a diferencia del resto del pasillo, que estaba a
oscuras. Ella no apartaba la vista de él y parecía dubitativa. Él estaba sin el
gorro y justo se había quitado los lentes. A lo mejor, cuando habló por primera
vez con ella, no se había dado cuenta. Quizás ahora sí. “¿Y si esta vez
reacciona como todas las demás lo hacen?! Se preguntó, pero en oposición a las
otras veces, él sintió un vuelco de emociones en un sentido positivo o…no sabía
muy bien en qué sentido, pero tampoco le disgustaba. Ella estaba a punto de
hablar, a punto de decir:
-¿Quién sos? -y todas aquellas expectativas, se tornaron lejanas
para aquel joven, que cayó en la cuenta de la decepción- Disculpa ¿nos
conocemos?
-Si… hace un rato te había dicho que me gustaba como cantabas.
-Ah, claro. Es que sin los lentes no te reconocí -acto seguido,
el joven se puso sus lentes de nuevo.
- Me llamo… -empezó a decir el chico coreano con quien estaba
hablando, pero por alguna extraña razón, se tomós u tiempo para proseguir, por
lo que Sara irrumpió el silencio.
-¿Si?
-Hyun -respondió con una amplia sonrisa.
-¿Sólo Hyun? -le contestó ella incrédula.
-Hyun…Tae…-y mirando hacia los chicos que cantaban ahora en el karaoke
termino la frase-Song. Hyun Tae Song, mucho gusto-e hizo una reverencia
agachando la cabeza brevemente.
-Sara Rozenberg ¿Cómo estás? -y le tendió una mano- Bueno, fue
un encuentro…-se quedó observando la expresión seria del chico-espontaneo. Que
la pases bien. Nos vemos –y giró para irse. Él ya no podía dejar pasar las
oportunidades y pensó que tenía que sentirse más seguro de sí mismo al hablar.
-I wanna hold your hand es un buen tema de los Beatles y me
parece que se aprecia mejor con la versión que cantaste. No lo digo para
halagarte, solo que en la mayoría de las veces las letras lucen mas, con una
melodía lenta. Pero si dices que tu canción favorita es esa, me temo que voy a
tener que disentir pues la mía es Something. No sé por qué…pero me atrapa en
cada momento -No era consciente de todo lo que había dicho hasta que terminó, y
supo que lo dijo en un santiamén. Por primera vez no estaba nervioso y había
dicho lo que pensaba. Sara se paró en seco y se volvió hacia él.
-En realidad, también es mi canción favorita de los Beatles. La
otra también me gusta mucho y la canté porque me pareció más popular y ya la
había cantado antes. A mí también me atrapa, tiene… -se quedó pensando en cuál
era el factor exacto.
-¿Algo? -se atrevió a bromear el chico y ambos rieron. Él supo
que ella había bajado la guardia y se notaba más animada con su compañía- De
alguna manera, es interesante que nos guste la misma canción, sin encontrarle
ningún sentido a eso ¿no te parece?
-Yo no lo veo tan extraño. A muchas personas les puede gustar la
misma canción. ¿Coincidencias tal vez o, en este caso, la popularidad de la
banda en sí?
-La popularidad de ellos, nadie lo niega -replicó Tae Song-.
Pero yo no soy una persona que cree en las coincidencias- y esta vez su mirada
intimidó a Sara.
-Bueno, justo iba a ir para el tocador y si no vuelvo pronto, mis amigas se van a empezar a
preocupar - la joven de cabello rojo sonrió y ésta imagen le provocó ciertas
emociones al joven coreano, que aunque quisiera, no podría recuperar ese estado
de seguridad en el que se encontraba segundos atrás-. Tal vez nos volvamos a
ver por ahí. En todo caso, me despido. Que la pases bien -y finalmente se fue
hacia el tocador. Él ya no pudo retenerla más pero al menos pudo conversar. La
noche no terminaba aun. Es posible que se vuelvan a ver, o a tener de nuevo un
encuentro como ese.
Dos horas pasaron desde aquel encuentro en el pasillo que tenía
sin cuidado a la pelirroja, dos extenuantes horas que torturaron minuto a
minuto a Tae Song, sin que encontrara con éxito una oportunidad para volver a
conversar con Sara. Había pensado en un par de tácticas, pero curiosamente,
todas se parecían a su primer y segundo encuentro, sin mencionar sus diálogos
ficticios. Así que siempre desistía de ellos. Ya había desechado todas sus
estratagemas y se estaba dedicando a lanzar maní al aire, tratando de que
cayeran en su boca. No se iba a preocupar más por esa muchacha que apenas si le
dirigió dos palabras, ahora sólo esperaría que llegaran sus amigos para
contarles sobre la gran aventura, con aire más desinteresado del que realmente
lo abarcaba.
Mientras tanto, en el lado opuesto de la sala de karaoke, un
grupo de jóvenes occidentales se disponía a salir del lugar; al parecer Regina
tenía que encontrarse con ShinWook y no quería hacerlo esperar, y por supuesto
que sus amigas no querían dejar de ver el encuentro, aunque Regina ignorara sus
maléficas intenciones. Salieron apresuradamente, porque el mensaje de texto que
avisaba que ShinWook estaba llegando al karaoke, llevaba quince minutos sonando
en el celular de la morocha. Ya estaban afuera haciendo escándalo, como
siempre, cuando Sara no pudo esquivar la ley que rige su vida, olvidar algo.
-¡Mi bolso! Me olvidé mi bolso, ya vuelvo.
-Cuándo no Sara… -Janet
reboleó los ojos en señal de reproche.
-¡Ah! ¿Mirá quién habló? La que nunca deja sus llaves en ningún
lado –se defendió Sara mientras volvía al karaoke a toda prisa.
-¡Yo no olvido siempre mis llaves! -las demás chicas quedaron
mirándola un rato largo con los brazos cruzados y ojos de “¿En serio, Janet?”-
¿Qué? De vez en cuando recuerdo traerlas…
Todas rompieran en carcajadas, la voz de Janet fue tan tierna
que se sintieron un poco mal por acusarla. Estaban ocupadas consolando a la
castaña, mientras Regina miraba por todas partes en busca de alguna señal de su
amigo, pero en lugar de eso, vio a tres chicos muy llamativos entrar al bar. Se
quedó mirándolos hasta que se perdieron de vista y pensó que tal vez los
conocía, aunque rápidamente se deshizo de este pensamiento ,ya que por ahí,
muchos jóvenes solían imitar a las estrellas del pop en la ropa y el cabello,
pero a demás estos muchachos eran muy altos, fácilmente podían pasar por
famosos.
-¡¿Por qué tienen que ser tan perversamente atractivos?! –todas
se callaron y miraron con rareza a Regina que tenía la cara en un rictus
sospechosamente pervertido, demasiado chocante para la expresión angelical a la
que les tenía acostumbradas.
Dejemos este dubitativo episodio por el momento y volvamos con
Sara al bar. En la sala nadie notó que ellas se fueron, ni siquiera Tae Song
que estaba decidido a pasar por alto el “insignificante encuentro”, hasta que
en el quinto giro que daba con la banca en la que estaba sentado, la oportunidad
de un nuevo encuentro se visualizó en su mente. Pegó un brinco y fue directo al
escenario, evitando por todos los medios mirar hacia donde creía que las chicas
seguían, mientras adoptaba la postura de un rock star, tomó una guitarra y sin
mirar al público comenzó a tocar Something de The Beatles. Un gran “¡Oh…!”
recorrió la sala después del primer rasguido y muchos empezaron a tomar fotos,
ahí fue cuando la pelirroja entró y lo oyó cantar. Era realmente bueno, su voz
era dulce en momentos pero tenía las características de un rockero, por más que
ese gorrito y los anteojos de marco grueso, no le dieran ese look. Sara se
quedó parada junto a la puerta de la sala casi toda la canción, estaba atrapada
por la voz de Tae Song, sin darse cuenta, se había recostado sobre la puerta y
escuchaba atentamente, cuando un suceso abrupto la sacó de su concentración.
Habían abierto la puerta y Sara calló sobre uno de los jóvenes que antes
llamara la atención de Regina.
-¡Oh! ¿Kwemchana? (Estas bien?)
-Sí, sí. Perdón –Sara se quedó mirándolo un momento, tenía el cabello
lacio y bien corto de una tonalidad rojiza y el flequillo de adelante levantado
hacia atrás. Entonces recordó su cartera y fue corriendo al sofá en el que
antes estaban instaladas, por suerte nadie lo había visto. Lo tomó y salió
apresuradamente, pero no sin antes dirigir una última mirada a Tae Song, que ya
había terminado su actuación y parecía tener una mirada algo decepcionante.
Esto le pareció un poco raro, pero no se podía detener en cavilaciones, ya
tardó demasiado y si no quería recibir otra mirada acusadora de Janet debía
irse en ese instante.
A todo esto el joven coreano se encontró con sus amigos, que lo
felicitaron por su gran actuación. Aunque él no estaba para recibir halagos y
no tardó en contarles sobre la chica que había conocido, y lo desalentado que
se sentía al darse cuenta de que ella se había ido antes de que él cantara esa
canción.
-¿A ella también le gusta esa canción? –preguntó su amigo, el
más alto.
-Sí ¿No te parece una gran coincidencia? –había entusiasmo en su
voz.
-Realmente no, es una gran canción, de una de las bandas más
populares de todos los tiempos. Es prácticamente predecible –respondió
desinteresadamente su amigo mientras lanzaba un maní al aire y lo atrapaba exitosamente
con la boca, en el primer intento y sin esfuerzo.
-¡Aish…! Éste chico… ¡Deja eso! –un frustrado Tae Song, le quitó
el tazón de manís en castigo por no darle la razón.
-¡Yo sí creo que sea una Gran coincidencia, hyung! –lo consoló
con entusiasmo el más joven del grupo.
-Lo es ¿verdad? Así se habla… Muy bien… ¡BEBAMOS!
Sara al fin se reunió con sus amigas, o con las que quedaban, ya
que en su breve ausencia ShinWook había llegado y arrebatado a Regina del
círculo de amigas.
-Perdooon… Es que justo… -Sara se paró en seco al ver los ojos
llenos de reproche en Janet- ¿Saben qué? No les digo nada… Vamos.
Pararon un taxi y todo el camino de regreso sólo Cassandra y
Morena iban hablando animadamente acerca del karaoke, lo alegre que parecía la
gente y lo bien que estuvo la presentación de Sara, mientras la susodicha y Janet no decían ni “pio”. Una vez en el hotel
pusieron música mientras agotaban el tema del karaoke.
-Voy a avisarle a Regina que ya llegamos –anunció Cassandra
mientras revolvía el mar dentro de su
pequeña cartera–. No encuentro mi cel…
-Te lo hago sonar –se ofreció Sara, aparentemente, ya de mejor
humor mientras empezaba a revolver la jungla que se encontraba en su cartera, mucho
más grande que la de Cass–. Ahora esperame un poco, porque no encuentro mi
celular ¡Ah! Cierto que lo tenía en el bolsillo de mi saco –pero tras revisar
sus bolsillos, tampoco lo encontró–. NO ENCUENTRO MI CELULAR.
-¡Qué cosa con Uds.! Yo te hago sonar el cel, Cass –se ofreció
Janet, para irritar a Sara.
-Yo te hago sonar a vos Sara… –se apresuró Morena para ofrecer
paz…Fire de 2NE1 empezó a sonar y el celular de Cassandra apareció en el
bolsillo de su campera, ella lo sacó y miró con culpabilidad a sus amigas que
la condenaban en silencio. Entonces le tocó el turno a Morena, que entre lo que
tardó en marcar y los primeros timbrazos, se desató una tormenta que ya se
divisaba desde hacía un tiempo.
-¿Cómo podes ser tan distraída, Sara? –Janet no podía dejarlo
pasar.
-¿Yo? Vos siempre dejas tus llaves y si volvés a la madrugada
somos nosotras las que tenemos que levantarnos a abrirte. ¡Y sabes lo que me
molesta que me corten el sueño! –Sara comenzó a levantar la voz en memoria de
su dulce madre.
-¡Por lo menos sé dónde las dejé y no las pierdo por ahí!
-¿¿¿SE ME PUEDEN CALLAR LAS DOS??? ¡¡¡ESTA SONANDO!!! –Morena
estaba al borde de la histeria, pero por suerte, a su grito siguió un silencio
sepulcral. Entonces puso el celular en alta voz y todas escucharon los
timbrazos, hasta que la voz de un chico atendió y todas dejaron de respirar un
momento.
-¿Yobuseyo?
-¡Listen to me, skinny korean boy! –Todas abrieron grandes sus
ojos mirando con sorpresa a Morena, que había dejado salir a la negra que
llevaba dentro. –If you don't bring me back that cell phone, I going to fall over
you with all korean police. I can found you by the time there you say “Omo”!
–Su inglés fue tan fluido y violento que sus amigas la miraron algo asustadas y
del otro lado de la línea nadie respondió por un rato. Hasta que en un inglés
algo torpe y tímido la voz del muchacho respondió.
-Yo... encontré este teléfono en el bar hace un momento. Casi lo
pisé, así lo encontré. Acabo de llegar y prometo no irme. Eh… esperaré por Ud.
–Inesperadamente, las cuatro chicas se miraron mutuamente en una expresión de
sorpresa e incredulidad. El silencio se rompió cuando Janet reaccionó antes que
Sara y la señaló con un dedo acusador.
-¡No me digas nada, mierda! –Se defendió Sara.
-¿Muo? ¿Yobuseyo? –El muchacho estaba esperando alguna
respuesta.
-¡Muchas gracias! Voy ahora mismo, por favor decime dónde estás.
Yo acabo de irme del bar. –Dijo Sara en un inglés pausado, no tanto para que el
joven la entendiera, más bien para mantener callada a Janet el mayor tiempo
posible.
-Estoy sentado en la barra del bar. Estoy con otros tres amigos.
Esperaremos en la puerta del lugar.
-OK, OK. Ya vamos para allá.
-Si… em… ¿Cómo puedo reconocerte? –En ese momento cuatro miradas
recorrieron la sala del hotel en busca de algo llamativo. Cass hizo un par de
propuestas que tenían que ver con indumentarias no sólo muy llamativas, sino
también algo ridículas, por lo que Sara y Morena las rechazaron
automáticamente. Comenzó una breve discusión que sólo consiguió desconcertar a
los interlocutores del otro lado del teléfono que no entendían ni una palabra.
Hasta que Janet toma el teléfono y sentencia sin consultar a sus amigas.
-Somos mujeres occidentales. Dos morochas, una castaña y otra
colorada. Llegamos en 15 minutos.
-¡¿MUO?! –La voz de otro muchacho comenzó a hablar en un coreano
muy rápido y a él le siguieron el resto de los chicos en respuesta. El alboroto
duró un momento algo largo, parecía que se olvidaron que estaban al teléfono y
cuando lo recordaron, el principal interlocutor se aclaró la garganta y muy
tranquilo respondió. –Aquí las esperamos.
Tiempo después,
aproximadamente 20 minutos o un poco menos que eso, las chicas se acercaron al
lugar de encuentro pero no lo suficiente todavía como para visualizar a un
grupo de cuatro chicos esperándolas en la puerta. Entre ellos estaba Tae Song.
-De acuerdo, amigos-empezó a decir éste en coreano a los otros
tres presentes- Ya pueden emprender la retirada…
-No tan rápido- soltó el más alto del grupo- Queremos saber cómo
son las chicas- se le acerca a Tae Song y le da un codazo amistoso- O mejor dicho la chica…
- Aish…- respondió el implicado- ¿Es posible que puedan darme
algo de privacidad?
-¿Escucharon eso?- dijo el segundo amigo cuyos ojos eran
bastante llamativos por su intensidad, el mismo que anteriormente había
entablado la conversación telefónica con las protagonistas- Nuestro querido
amigo nos pide dejarlo a solas con varias mujeres occidentales…claro, como no
sabe compartir…
-Pero a pesar de ser un egoísta- agregó con humor el tercer
amigo que, por su rostro aniñado, parecía el más joven del grupo- Vamos a
concederle su deseo porque somos tan buenos amigos- y le sonrió de par en par a
lo cual Tae Song lo miro con ojos frustrados.
-Gracias- masculló sarcásticamente.
-De nada- contestaron los tres al unísono.
-Pero espera…- se detuvo en seco el chico alto y lo examino-
tienes que arreglarte un poco más.
Los otros dos también lo observaron.
-Sí, péinate un poco- agrego el joven de ojos penetrantes- No
querrás que ella te vea hecho un desastre.
-Despréndete un poco el saco- siguió el de rostro aniñado.
Y así siguieron dándole consejos para “lucir mejor” hasta que el
chico en cuestión explotó.
-Basta- soltó el involucrado a sus amigos- ¿qué acaso soy su
maniquí personal?
Luego de decir esto, se escuchó de fondo, el resonar de tacones
al caminar sobre el asfalto. Seguro eran ellas. Tae Song se impaciento aun más
y empezó a echar a sus amigos.
-naga, naga! (¡Fuera de aquí!)…- repetía mientras hacía señas
con las manos a sus amigos para que se fueran.
-jinjja? (¿de verdad?)…¡ya! Ajusshi (¡Oye! ¡Tío!) –se quejó el
que parecía más joven.
-Aigo (Cielos)…baramdung-i (mujeriego) – se burló el chico de
mirada intensa.
-Araso, araso (entendido, entendido)- apaciguó el más alto y se
dirigió a los otros dos- Come on guys…-
Luego vio a su otro amigo con complicidad y abrazo a los otros para llevárselos
con él- anniong (adiós)…
Después de ver como se alejaban sus amigos, el chico soltó el
suspiro más largo de su vida. Fue cuestión de segundos lo que duro su felicidad
cuando una voz se aclaro la garganta a sus espaldas y le dijo- Emm…excuse me…
Al darse vuelta con rapidez se topo con el rostro de la chica
pelirroja que había conocido en ese lugar, anteriormente. Sara. De repente, al verla,
sintió un nudo en el estómago que no supo explicarse en sus adentros. Ella lo
miro sorprendida, no esperaba volver a verlo después de su encuentro.
-¿You?- pregunto Sara extrañada- I mean…Tae Song ¿right?
-Right…- Contestó él y la saludo tímidamente- And you’ re… Sara,
aren’t you?- Al decir esto él trato de sonar lo más despreocupado y distraído
posible. Pero su pose no produjo ningún efecto en la joven quien buscaba con
los ojos a los supuestos chicos con los debía encontrarse.
Él vio por encima de
ella y se percato de la presencia de
otras tres chicas, probablemente amigas de ella. Todas le parecieron muy
bonitas, o tal vez le daba esa impresión porque no estaba acostumbrado a ver
seguido mujeres occidentales. Bueno, al menos no tan de cerca. Hizo una
reverencia muy al estilo coreano a las otras y volvió a ver a Sara.
-Ohhh sorry…Hello, by the way- soltó con seguridad Sara volviendo sus ojos
hacia él- How are you? Listen…
-Yes, of course- interrumpió con rapidez el chico, mientras
buscaba en su bolsillo el celular que ella había perdido. Lo saco y se lo dio. Ella
lo vio con expresión confusa.
-How is it…?
-El chico con el que te cruzaste cuando te olvidaste el celular,
es amigo mío- le explicó en inglés- Cuando él te llamo, yo estaba con él y con
otros dos amigos. Y cuando mi amigo nos dio las descripciones, supe en seguida
que se trataría de vos…
-¿Ah sí?
-Sí, es decir, ¿cuántas mujeres occidentales con cabello rojo
puede haber en un bar repleto de coreanos?
-Good point- reconoció de buen humor ella y le agradeció –Thank you-
dedicándole una sonrisa modesta y cortés. Al verla, él le devolvió una sonrisa
plena y espontánea.
-You’re welcome- contestó él con premura.
Mientras tanto, las otras chicas veían todo el panorama sin
entrar en escena. Algo las había detenido de involucrarse en su conversación y
conocer más de fondo al chico. Al verlo a cierta distancia, se preguntaban de
quien podía tratarse pero cuando el chico las saludo, empezaron a hacer
memoria. Era…era…el chico que se había acercado a su amiga horas antes en el
bar y que al parecer ella había rechazado “cortésmente” con la mirada. Ahora
veían que se cumplía la frase “Dios los cría y el diablo los amontona”, puesto
que era la segunda vez que se encontraban por las circunstancias. Esto en cierto sentido las dejo a las tres
sospechando: Las coincidencias efectivamente pasaban pero había algo en ese
encuentro que no les parecía una mera coincidencia. Sin embargo, conociendo a
Sara, lo más probable es que lo dejara pasar, despidiera cordialmente al joven
y volviera con ellas en menos tiempo de lo que cante un gallo. Asique las tres
amigas, decidieron hacer la noche de esta pelirroja, lo más interesante
posible.
-Tenemos que dejarla sola con ese chico- dijo Morena sin apartar
la vista de las dos figuras un tanto lejanas que se miraban entre sí
tímidamente- Me gustaría saber qué es lo que va a hacer…
-¿Sola?- pregunto Cassandra desconfiada- No se chicas, a mi me
gustaría también saber que pasa pero… ¿no va a ser un tanto peligroso?
-No te preocupes por eso- le aseguro Janet con una palmadita en
la espalda- Vamos a quedarnos cerca de ellos, es más, cuando no nos vean, los
vamos a seguir…-planteo la castaña y luego choco los cinco con su compañera de
rulos alborotados- Excelente idea, socia.
-¿Por qué siento como que esto ya lo habían hecho antes?- pregunto
inconscientemente Cassandra al tiempo que recordaba cómo había conocido a Kim
Hyun Joong y como de la nada sus amigas habían desaparecido del café y
dejándola completamente sola con él. El rencor invadió sus ojos de repente- Con
que ustedes fueron las de la idea anterior cuando…
-No es tiempo de revivir el pasado- interrumpió Janet y le tapo
la boca con la mano. Miro a Morena y agrego- Tenemos que irnos rápido que ya
está volviendo para acá
-Si…-fue lo único que le contesto la otra mientras se escondían
en una especie de puesto de comida bastante escondido y alejado del bar.
Una vez bien alejadas y escondidas, con los celulares apagados,
Sara termino la breve conversación con su interlocutor y se dio media vuelta
para volver con sus amigas, que después de unos segundos, noto con preocupación
que no estaban. “¿Y éstas donde se
metieron ahora?” pensó. Con su celular, de regreso a ella, intento
llamarlas sin éxito. Cada vez que llamaba a cualquiera de ellas, sonaba
automáticamente la contestadora.
-Malditas…- masculló ella al tiempo que su boca soltó el vapor
de aire helado. ¿Qué se suponía que iba a hacer ahora? ¿Esperarlas? ¿Cómo osaron dejarla sola?
-Disculpa…-le llamo el chico que estaba detrás suyo- ¿Estás
bien?- Luego sus ojos se dirigieron al mismo lugar donde ella estaba mirando-
¿Y tus amigas? ¿Qué no estaban esperándote por allá?
-No- Se limito a responder Sara indignada. Pudo haberle dicho
infinidad de cosas, pero el chico no tenía la culpa de lo que estaba ocurriendo
en ese momento.
-Ya veo…- susurró Tae Song y dándose vuelta, contempló el bar
frente a ellos, al que antes habían estado. Sara seguía en la misma postura,
con la mirada perdida en la zona donde antes estaban sus inexistentes amigas. Él se dirigió nuevamente a ella, más confiado
que antes- ¿Te gustaría entrar al bar y tomar algo? No tiene caso quedarnos
aquí y congelarnos…
-Bueno, en realidad estaba pensando tomarme un taxi y volver al
hotel donde estoy hospedada- asevero la pelirroja mientras un fuerte viento
hizo volar sus cabellos. Ante esa imagen, él se quedo mirándola por un rato. Había
algo en esa mirada profunda que a Sara la incomodo- Supongo que acá es donde
nos despedimos…-
-Espera…- la detuvo tomándola de la mano- A lo mejor tus amigas
no se fueron tan lejos. En todo caso, ¿no sería mejor que las esperaras?
Todavía no es tan tarde para terminar la noche así- le convenció- Además,
disculpa que me meta en tus asuntos, pero no me gustaría que vuelvas sola al
hotel. Me gustaría en todo caso acompañarte…
-Tampoco voy a perderme por ahí- aseguro Sara.
-Digas lo que digas, no pienso dejarte sola en medio de la
noche- sentencio el joven con seguridad sin ningún tipo de titubeos. Ella abrió
más grande los ojos. Esa actitud la había sorprendido en cierto sentido, que de
alguna manera la convenció. Ella asintió finalmente y entraron al bar, donde
horas antes se habían conocido por primera vez. El lugar, a diferencia de
antes, estaba un poco aislado. Se veía, sin embargo, un grupo de chicos que
todavía seguían parloteando como loros, probablemente un tanto ebrios y
divertidos; una joven pareja escondida en una esquina; y un chico hablando por
teléfono algo alterado. Tae Song le dijo
a Sara para sentarse cerca de la entrada debido a que parecía ser la zona más
callada y tranquila en ese momento. Ella estuvo de acuerdo, y entonces, él en
un acto reflejo le separo la silla de la mesa e hizo ademan para que se
sentara. Ya ubicados en la mesa, ambos pidieron un café.
-¿Te gusta el café?- pregunto Sara algo distraída
-¿Qué si me gusta?- retruco Tae Song- La verdad es que se me
está volviendo una obsesión…
Ella se rio por lo bajo.
-Creo que un poco te entiendo- concluyo ella- A mi también se me
da por tomarlo seguido.
- ¿Cómo en medio de la madrugada si aun estas despierta?- la
miro divertido y ella trato de disimular una sonrisa-Bueno, al menos a mi me
pasa…- luego su atención cayó en el servilletero- ¿Por qué crees qué te gusta
tanto Something? Digo, además de tener algo…
-En realidad no es la canción que más me gusta, pero lo que me
llama la atención es de lo que dice realmente.
-¿Y qué crees que dice?
-Habla de la incertidumbre del momento. Del amor, claro, pero de
lo que se está sintiendo en esa determinada ocasión por determinada persona y
el misterio que representa el saber porque nos cautiva así de repente. Lo que
quiere decir que…en materia de lo que sentimos, no estamos completamente
seguros.
-¿No estamos seguros de lo que realmente sentimos?
-No me refiero a eso- respondió ella- No estamos seguros en
realidad de por qué sentimos lo que sentimos, ni por qué estamos seguros de que
es así. Sólo lo sabemos.
-Ah, entiendo- Esto lo hizo reflexionar ciertamente. Había algo
lógico en sus palabras. Uno realmente no podía explicar cuál era la razón de
sentirse de cierta manera hacia una persona y no hacia la otra. No al menos en
un sentido romántico o de atracción. En su caso, por ejemplo, sentía esta
extraña conexión con aquella desconocida que más que cualquier otra mujer que
conocía de toda la vida. Realmente las emociones podían llegar a ser un
misterio a veces- ¿Te parecería mucho atrevimiento de mi parte pedirte tu
número telefónico?- se aventuró a decir con coraje. Ella levanto la vista hacia
él. Sus ojos lo analizaban con detalle. Si, era un atrevimiento, pero por
alguna razón, no llego a molestarla. Era probablemente la forma en que se lo
había preguntado, o tal vez…ciertos detalles anteriores, como acompañarla en el
instante en que sus amigas desaparecieron, o que le apartara la silla antes de
sentarse, o que tuvieran ciertos gustos parecidos. No estaba del todo segura
como debía reaccionar. Si realmente darle su número o no. O quizás había algo
en esa mirada suya, reflexiva y profunda, que ella quería conocer más. Al verla tan quieta, sin quitarle los ojos de
vista, empezó a disculparse por su
impulso-Disculpa…olvida lo que…- ella lo interrumpió y le dio lo que había
pedido antes. El al principio, se quedo perplejo pero rápidamente agilizo sus
dedos a la velocidad del dictado de ella.
-Ahí lo tienes…- señalo la pelirroja.
-Gracias- dijo Tae Song con una sincera sonrisa.
Ella dirigió sus ojos hacia la ventana y luego le pregunto al
chico si había terminado su café para salir del bar. Iba a intentar llamar a
sus amigas de nuevo. Pasados unos minutos, afuera del bar, le sonó una llamada.
Era Morena.
-¿Ya le diste tu número?- pregunto maliciosamente la morocha del
otro lado de la llamada.
Sara suspiro y cerró los ojos.
-¿Dónde están?
-Estamos cerca.
Ella se dio vuelta para ver atrás suyo y diviso tres figuras que
se acercaban. Seguro eran sus amigas. Le
informo a Tae Song sobre esto y se despidió de él con una reverencia. La
despedida fue un tanto extraña e incómoda por ambas partes. Después de esto,
ella fue en dirección hacia sus amigas y él no aparto la vista de ella hasta
que pudo confirmar que efectivamente se encontró con las otras tres que había
visto anteriormente.
Morena, Cassandra y
Janet iban molestando a Sara por este último acontecimiento, y la involucrada
soltaba su ira sobre ellas sin ningún disimulo.
-Había sido que después de todo, Sara ya se consiguió dos
galanes para pasar el invierno de Seúl- bromeo Morena sin reservas.
- Claro- anuncio sarcásticamente la pelirroja- ¿y quién es la
responsable de que eso pasara?
-Ah discúlpame, Sisi querida…pero vos solita te conseguiste los
galanes, yo sólo te di un empujoncito con las chicas nada más- agrego
guiñándole el ojo
-Querrás decir…que me dieron una patada voladora porque
empujoncito es quedarse corta- aclaró su víctima tratando de no tentarse de
risa y las demás explotaron en carcajadas. Con esto último, a Sara le volvió el
buen humor e iba tarareando con las otras alguna que otra canción que se
acordaban mientras caminaban por las calles tranquilas y vacías del centro de
Seúl.