domingo, 20 de enero de 2013

Recetas del Cap.4

Hola!!! Como sabrán... en el capítulo cuatro, las chicas se atreven a cocinar platillos coreanos, así que les traemos las recetas para las que les interese saber cómo se preparan. Claro que la tortilla y el arroz no lo mencionamos, porque son simples y muy conocidos.


KIMCHI

El kimchi es uno de los alimentos más consumidos en Corea y se encuentra presente en todos los alimentos, sea el desayuno, el almuerzo o la cena. Así que era imposible no mencionarlo.
¿Sabían que la palabra "kimchi" viene de un antiguo  vocablo coreano que significa "vegetales salados"?


Se prepara de muchas maneras y podríamos decir que cada familia tiene su "receta secreta" para prepararlo. Suele estar elaborado a base de col china, aunque también se puede preparar con nabos o con otras verduras. Tras un proceso de inmersión en salmuera, y curado después en una especie de adobo, se obtiene un producto que puede dejarse fermentar y que recuerda en cierta manera a los encurtidos.

Ingredientes para 6 personas

  • 1 col china, 2 litros de agua, sal gorda, 100 gr harina de arroz, pimentón picante, salsa concentrada de pescado (se puede encontrar como "Fish Sauce" o "kkanari". En la botella podrán ver esto: 까나리, 3 cucharadas de pasta de soja, 2 cucharadas de azúcar, granos de sésamo, 4 dientes de ajo y un trozo de jengibre.
  • Dato: también se puede hacer con estas verduras juntas o individualmente, puerro, cebolla de verdeo, zanahoria, nabo (mejor buscarlo por "daikon" o "rábano coreano").

Cómo prepararlo

Comenzamos troceando la col china y separando sus hojas del tronco, que cortamos en tamaño bocado. Preparamos una salmuera en un bol grande con unos dos litros de agua y 250 gr de sal gruesa. Disolvemos bien la sal e introducimos la col china en el bol, dejando que repose durante unas 12 horas.

En un mortero, machacamos los ajos y el jengibre, hasta obtener una especie de pasta. En otro recipiente, colocamos la harina de arroz mezclada con el pimentón picante y añadimos agua fría poco a poco, moviendo despacio hasta que esté todo bien disuelto. Incorporamos la pasta de jengibre y ajo.



Añadimos el azúcar, la soja en pasta y 4 cucharadas de la salsa concentrada de pescado, y metemos también la col, tras enjuagarla bien. Mezclamos bien para que la salsa del kimchi impregne totalmente la col. 
En este punto podemos agregar las demás verduras que queramos.

Lo metemos en un taper para guardarlo tapado durante unos días hasta que fermente, siempre dentro de la nevera.
Todos los ingredientes se encuentran sin dificultad en tiendas de productos orientales.
Si lo deseamos, podemos añadir unos granos de sésamo. Si lo consumimos en los dos primeros días, destacan más los sabores salados y picantes, y se nota menos el regusto de la fermentación. Pasados 8 días, el sabor cambia y se nota más el toque ácido.




BIBIMBAP


Para que sea más accesible, les ofrecemos una receta que puede reproducirse en nuestras cocinas. Ya que la original lleva ingredientes regionales y no es fácil para todos, conseguirlos de este lado del charco.



Ingredientes para cuatro porciones:
- 500gr arroz
- 1 bolsa de espinacas cortadas
- 1 zanahoria
- 1 cebolla
- 250gr de setas
- 2  filetes de ternera
- 4 huevos
- sal
- aceite de sesamo
- salsa de soja
- pimienta
- salsa gochujang
- 1 cucharadita de ajos picados
Preparación:
Lo primero que vamos a hacer es cocer el arroz y una vez esté cocido lo guardamos hasta que vayamos a ponerlo en el bol. Por lo general se coce el arroz en una máquina de cocer arroz. Pero como eso es poco común acá lo tienen que hacer en una olla. El arroz se lava a conciencia antes de cocerlo para que el almidón reaccione y se quede bien pegado después de cocinado. Para que no le falte ni se pase, las medidas serían un vaso y medio de agua por cada vaso de arroz. Se pone 10 minutos a fuego alto y diez a fuego muy bajo. Después dejamos reposar otros 10 minutos. (La máquina lo hace automático).
Lo siguiente será preparar los ingredientes que acompañan al arroz. Cortaremos la zanahoria, la cebolla y las setas en finas tiras. Luego preparamos la carne. Cortamos los filetes de ternera en tiras. A la carne le añadimos la pimienta, los ajos picados, una pizca de sal y dos cucharadas soperas de salsa de soja. Coceremos las espinacas y una vez cocidas, les añadiremos una pizca de sal para que les de sabor.




 A continuación freiremos la zanahoria, la cebolla y las setas, por separado, y reservaremos. Tampoco hay que freír demasiado, la cebolla hasta que coja un poco de color, y la zanahoria y las setas hasta que empiecen a ablandarse sin llegar a quemarse del todo. Luego también freiremos la carne, hasta el punto de cocción de deseen. Recuerden que al ser tiras finas, se cocinarán más rápido.
Ya casi terminamos. Sólo falta hacer cuatro huevos fritos (uno por cada plato de bibimbap). Y el plato se presenta con un bol hondo, donde primero ponen el arroz, luego las verduras y la carne, sin mezclar, dejando que cada ingrediente tenga su espacio dentro del bol y cubriendo el arroz,  entonces le añadimos un poquito de aceite de sésamo para darle un toque de sabor. Sobre ello el huevo frito y una pequeña cantidad de gochujang (salsa picante) dependiendo del gusto de cada uno. Al menos que estén familiarizados con la comida picante, recomendamos discreción con esto.
Para comerlo, tienen que mezclar todo, cortar el huevo e integrar cada capa. En pocas palabras: arruinar la presentación :D




BULGOGI

La mayoría ha visto cómo en una cita coreana, donde la pareja se va a comer, a veces hay un platillo en el que hay que envolver la comida en una hoja de lechuga y mueren de amor al ver que el chico envuelve una porción para la chica. Bueno... eh aquí el platillo en cuestión.



Ingredientes (para cuatro personas)

-Carne de vaca: 600gr.
-Jugo de pera: 5C (originalmente se usa la pera coreana)
-Verduras: una cebolla, una zanahoria grande, cebollita de verdeo y setas paengi (son finas y alargadas y se las conoce mejor como enokitake)
-Salsa para adobar la carne: 4C de salsa de soja, 2C de azúcar, 1c de miel, 1C de aceite de sésamo, 1C de cebolleta picada, 1/2C de ajo machacado, 1C de semillas de sésamo tostadas, una pizca de pimienta negra y aceite para freír.
*C= cucharada sopera.
*c= cucharadita (de postre)

Primero se coloca la carne en un bol y se mezcla con el jugo de pera.



Luego cortamos la verdura. La cebollita de verdeo cortarla en bastoncitos (un espacio de 4 o 5 cm. entre cada corte).


Y ahora se prepara el adobo. En una taza ponemos los ingredientes con la cantidad indicada, en el orden en que aparecen y se mezcla muy bien.


Después se adoba la carne con la salsa y ya le agregamos las verduras (excepto las setas, que van al final) y lo integramos todo revolviendo bien. Asegurence de que la carne quede bien empapada con la salsa. Luego hay que dejar reposar por media hora.


Hora de cocinar. En una sarten, ponemos el aceite y cuando este caliente, echamos la mezcla y le vamos dando vueltas mientras se fríe. Cuando esté casi listo, añadimos las setas paengi.


Le damos un par de vueltas más, lo apagamos y... ¡Ya esta!
A enrollarlo en lechuga y comer.

viernes, 18 de enero de 2013

Shin Wook

Para los lectores, les traemos a quien sería Shin Wook... Seguro no esperaban a Lee Joon... Y el look que tiene en la foto, es el estilo de Shin Wook en la historia. Comenten qué les perece??? xxo :D 



martes, 15 de enero de 2013

Capítulo 5



Un lunes fuera de serie

“La cura de todo aburrimiento es tener buenos amigos…”
                                                                  Anónimo

Antes de seguir con esta historia, le daremos un breve pantallazo de lo ocurrido con anterioridad: Un domingo Sara fue a comprar cuerdas para su guitarra y conoció a un chico llamado Yun Jae, quien al principio no le cayó muy bien pero al compenetrarse ambos en sus opiniones, cambio de parecer. Todo estaba normal, hasta que su loco amigo acosador apareció como por arte de magia y empezó a molestar a nuestra pelirroja protagonista. Resultando ser éste, según opiniones posteriores de las amigas de Sisi, el extraño Cupido amenazante que mediaría entre ambos chicos “tímidos”, con acciones como arrebatar el teléfono a la joven y agendar el número de su amigo. Yun Jae la llamó al día siguiente, algo nervioso se debe agregar, y de tantos bochinches y cornetas por parte de los amigos de los involucrados, Sara corta la llamada y menciona algo como…

-Al parecer… tengo una cita.
-¿QUÉ? -gritaron todas al unísono.
-Bueno…tranquilas -les contestó con los brazos extendidos en señal de STOP - No sean escandalosas, que no es para tanto  -aunque en el fondo se estaba muriendo por los nervios desde que vio el remitente de la llamada entrante, y ahora la cuestión sólo había empeorado.
-Sisi… te cuento que acá nadie cree tu pose de “Mujer fatal” -comentó Morena con mirada de incredulidad. Al escuchar esto, Sara frunció los labios y miró a otro lado algo derrotada.
-Pero a todo esto… ¿qué es lo que te dijo puntualmente? -retomó Janet, que se veía muy interesada en el asunto, con una sonrisa picarona propia de ella. Tanto Cassandra como Regina no pronunciaron palabra alguna pero le insistían con la mirada a que cuente de qué habían estado hablando.
-Sólo me dijo que quiere que nos encontremos en el mismo lugar donde nos vimos, mañana a la tarde para devolverle la bufanda -su tono de voz fue tan seguro y tranquilo que ella misma estuvo a punto de creérselo.
Regina emitió un sonido tan dulce y tan típico de ella, como cada vez que algo le parecía romántico o tierno. Y las demás hicieron un acompañamiento, únicamente para molestar a su pelirroja amiga. Lo que provocó que Sara entrecerrara los ojos, frunciera los labios y luego dijera fastidiada:
 -No hagan eso…
Pero las chicas lo hicieron otra vez con la burla más marcada y esta vez, a Sara le causó gracia.
Luego de un rato de hablar tantas pavadas, Morena y Regina fueron a la cocina para ver qué podían hacer al mediodía. Janet y Cassandra prendieron la televisión y Sara sacó del estuche la guitarra y le cambio las cuerdas. De manera inconsciente, se puso a pensar en Yun Jae y en los planes que tenía con él. No era particularmente su presencia lo que la incomodaba, al menos eso era lo que creía, sino la reacción de sus amigas y las expectativas que se generaban con respecto a todo eso. Esperaba no tener que seguir lidiando con sus burlas. Mientras tanto, la de cabello corto hacia zapping aburrida y la castaña hojeaba una revista juvenil. Estaban bastante tranquilas. Hasta que dio con algo interesante. Cassandra dejó la televisión en un canal donde estaban pasando la propaganda de un dorama histórico que, a pesar de no entender casi nada, le parecieron interesantes aquellas partes que pasaban peleas y enfrentamientos. Siempre creyó que era muy poética la forma en cómo hacían ese tipo de escenas. De repente, todo se tornó decepcionante cuando pasaron comerciales y el modelo de una de ellas era el tan aclamado y conocido Kim Hyun Joong, el actor favorito de Regina.
-Dios, cómo detesto a este tipo -confesó Cassandra. Su amiga, al escucharla, desvió los ojos de la revista y los fijó en la televisión; luego volvió a mirar el artículo y se rio por lo bajo.     
Ya estaba acostumbrada a las opiniones de Cassandra con respecto a esa celebridad coreana. El artículo que leía, en cambio, era cosa más nueva. Se trataba de aquel actor que era el protagonista del dorama al cual se volvió adicta. Estaba observando una foto suya: de cabello semilargo negro azabache, ojos intensos, cara alargada y rasgos aristocráticos. Todo lo hacía un famoso en potencia. Era una  lástima que no supiera leer en coreano para ver qué decía la noticia, pero por cómo se mostraba no parecía ser nada bueno.
-Chicas, hoy vamos a comer ramen -anunció Morena en voz alta del otro lado, en la cocina.
Las tres asintieron y luego oyeron que alguien llamó a la puerta. Todas se levantaron, pero Regina fue con paso ligero a fijarse ella misma quién era. Después de cerciorarse, abrió la puerta con una sonrisa de par en par. Era un chico. Inmediatamente, el ama de casa, se los presentó a sus amigas como su compañero y gran amigo. A las cuatro les agradó Shin Wook, un coreano atractivo y simpático con una expresión radiante en su rostro.
Pasada una hora, las chicas prepararon la mesa y se dispusieron a almorzar. Regina y su amigo se sentaron uno al lado del otro y eso hizo que las otras se miraran tentadas, intercambiando opiniones con los ojos. Todo este tiempo, ellas ansiaban conocer al tan nombrado joven del que su amiga no se reservaba al hablar. En cierto sentido, su presencia les recordaba a Jung Bin, el que vivía al lado. Ese debió ser el motivo por el cual a Morena, más que a ninguna otra, le había caído bien. Tenía el presentimiento de que era un buen chico y le gustó saber que Regina se rodeaba de personas atentas y serviciales. Aún con todo, Jung Bin y Shin Wook eran físicamente muy diferentes: Jung Bin era alto y bastante delgado pero atlético, usaba el cabello lacio y castaño, y llevaba una expresión amable en el rostro, aunque mesurada y un tanto tímida. En cambio, Shin Wook tenía una altura promedio, era un poco más ancho de espaldas, usaba el cabello levemente ondulado de color chocolate que, sorprendentemente, a Sara le pareció que le quedaba bien y llevaba estampada en la cara, una sonrisa entre traviesa y dulce. Alguien que pegaría bastante bien con la personalidad de Regina. Durante el almuerzo, todo el ambiente era ciertamente silencioso y estaba lleno de miradas cómplices y cuchicheos sospechosos, a excepción de Regina y su compañero que por pausas hablaban seriamente en coreano de un tema que nada tenía que ver con las demás. Cuando el joven se despidió de todas y se fue, la morocha se topó con los ojos curiosos de sus cuatro amigas que, en breve, empezaron a preguntarle cosas acerca de él.
 
A las primeras horas de la tarde, momento en que los rayos del sol son más fuertes y que en países latinoamericanos denominamos “La siesta”, las chicas salieron del departamento para dar un paseo. A pesar de ser lunes, Regina no tenía que ir al Instituto. Les habían dado una semana de receso para desarrollar y presentar un trabajo de investigación. Por eso aquella visita de Shin Wook  no era nada fuera de lo común. Debían realizar aquel trabajo, juntos. Eso explicaba también por qué, durante el almuerzo, hablaron mucho entre ellos, levantando sospechas en sus amigas. Pero Regina no pudo evitar preguntarse qué hacía que las demás chicas insinuaran que podía pasar algo más. Sara la sacó de sus meditaciones.
-¿Vamos a ir en subte de nuevo? -le preguntó, viendo que pasaban cerca de unas escaleras subterráneas. Tenía una camisa roja, larga a cuadrille y usaba sus lentes de marco con unos jeans, y zapatillas del mismo color verde de sus lentes.
-¿Otra vez? -se quejó Morena. Llevaba dos camisetas largas superpuestas, una finita y negra debajo de una gris de algodón, que era bastante entallada y con un poco de escote, unos jeans bien azules y se abrigaba con una campera de cuero, que era muy abrigada en la parte interior-. No es que tenga nada en contra -explicó- pero ya que estamos conociendo Corea… deberíamos hacer eso. Ósea, ¡conocerla! -enfatizó con una sonrisa.
-¿Y qué propones al respecto? -retrucó la pelirroja- Sea adonde vayamos, necesitamos un transporte ¿no?
-¿Qué? ¿Acaso no podes caminar? -le indagó Janet en tono burlón. Tenía puesto un yérsey con líneas gruesas horizontales entre azul y color crema, unos jeans gris claros y unas zapatillas converse azules- Digo, para eso tenés un par de pies.
-Claro -contestó su amiga sarcásticamente- y con éste par de pies, yo voy a caminar por todo Seúl…
-Bueno, podemos tomar el colectivo para variar -aconsejó Regina al notar que se avecinaba una tormenta entre sus dos amigas. Usaba una blusa blanca mangas largas, con puntillitas, una falda rosa, unas pantimedias blancas y un buzo muy característico de ella que tenía corazoncitos entre verde y rosado. Llevaba el pelo suelto y ondulado, como a moda de allá y adornado con un pequeño brochecito del lado izquierdo.
-Colectivo… -repitió Cassandra con cierto nerviosismo en la voz. Se había puesto un sombrero bombín negro para disimular y aplastar el volumen que se le había hecho en la coronilla, usaba una camisa azul marino con un chaleco negro de moda y unos jeans bastantes gastados y entallados. Con unos borceguíes.
-Cass, no te va a pasar nada -trataba de convencerla Morena-. Nunca entendí esa fobia que le tenés a los transportes públicos. Y además, el viaje no va a durar mucho tiempo.
-Sí, Cassie, no te preocupes -la tranquilizó Regina-. Yo voy a estar con vos y voy a distraerte. Vas a ver que el viaje te va a parecer rapidísimo. En un abrir y cerrar de ojos -hasta ese momento, Morena, Janet y Sara seguían sin saber cómo Regina tenía esa capacidad  inherente de tranquilizar a Cassandra o a cualquiera, con sus palabras tan sutiles y dulces llenas de paciencia. Era un talento sólo visto en las mejores enfermeras.  Cassandra se calmó rápidamente-. Bueno, suerte que salí con la tarjeta para marcar… -la sacó de su billetera y se lo mostró a las chicas-. Con esto se paga el colectivo. Ahora, dos cuadras más hacia esa dirección, al doblar la esquina -señalo hacia la izquierda- hay una parada de autobús.
-En marcha… -ordeno Morena, como si fuera la cabecilla del grupo.
Las chicas  iban caminando distraídas. Mirando las vidrieras de algunos negocios y murmurando. Regina, que guiaba el paso, iba delante de todas y al ser de un andar ligero, prendida del brazo de Morena, hacía que ésta trotara a su ritmo. A pesar de que Sara solía ir despacio, como estaba charlando con la morocha, ella también iba a la misma velocidad. Por el contrario, Janet y Cassandra iban un poco rezagadas, debido a que la castaña ponía un atento cuidado en no chocarse tanto con los transeúntes y la pelinegra se detenía a ver alguna que otra cosita,  que le llamaba la atención de algún negocio. Cuando las dos estaban a punto de doblar la esquina, un transeúnte, que tenia puestos unas gafas para el sol y una bufanda tapando su mentón, iba en dirección contraria a ellas y, sin advertirlo, se chocó bruscamente con Janet haciendo que ambos cayeran al suelo. Todo pasó tan rápido, que Cassandra reaccionó recién cuando vio que aquel hombre estaba encima de su amiga. Estaba muy cerca de Janet.
-¡Omo! (¡Oh! / ¡Dios!) –fue lo único que pudo soltar.
El joven se levantó de repente y le dio una mano a Janet para que hiciera lo mismo. Moduló un “miane” (Disculpa), algo informal, mientras se agachaba levemente y con prisa para luego continuar su camino un poco apurado.
Cassandra profirió algunas palabras con respecto a la falta de educación de aquel chico y el poco cuidado al caminar por la zona. Pero la castaña sólo observaba cómo se alejaba, y se recordó el vuelco en el estómago que sintió en el momento que se cayeron. Por alguna razón inexplicable aquel extraño le pareció… no estaba segura qué fue lo que exactamente le pareció.
-¿Estás bien? -le preguntó Cassandra.
-Si… -contestó Janet un poco confundida.
Al fin, se encontraron con las otras en la parada. Sara y Morena les preguntaron por qué se habían tardado y entonces, Cassandra les explicó lo sucedido. Luego de un rato, llegó el colectivo, el cual tenía un aspecto viejo y muy usado. Cuando subieron, Regina marcó la tarjeta y entabló una conversación en coreano con el chofer, mientras las chicas se ubicaban. Había pocos lugares vacíos, sólo dos asientos para ser exactos y he ahí la cuestión de quienes se sentarían.
-Bueno, que se siente Cassandra en uno -dijo la morocha- de ese modo, no se va a sentir mal ni nada.
-Si es verdad -secundó Sara- y mejor que se siente también Janet… -propuso- te veo un poco más pálida de lo normal.  
-No…estoy bien -contesto su amiga cambiando un poco el semblante.
-Siéntense -les mandó Morena y como la chica era de carácter fuerte, no les quedó de otra que hacerle caso.
Cuando Regina volvió, les dijo que el chofer les iba a avisar cuando estén cerca del centro comercial. Y luego de eso, cada una estaba en lo suyo. Cassandra trataba de disfrutar el paisaje pero no le generaba muy buenos resultados. Janet seguía pensando en lo ocurrido con aquel transeúnte y además de eso, la molestaban los movimientos un tanto bruscos del colectivo. Sara y Morena seguían la perorata que habían empezado cuando iban caminando para la parada. En ciertos momentos, la morocha no podía evitar el preguntarle algo acerca de Yun Jae y recordarle acerca de su cita con él. Ella trataba de desviar el tema y la mirada, sólo para que no vea el rubor que se le hacía en las mejillas por el asunto. Regina seguía atenta el camino que daba el colectivo, no quería perderse ni que sus amigas se perdieran. En una de esas ocasiones en que Sara tuvo que mirar para otro lado, dio con los ojos atentos de un hombre de mediana edad que estaban puestos en ella. Eso la hizo tener escalofríos y no en el buen sentido. La veía de una manera que la asqueaba y la incomodaba. Asique trató de concentrarse en la conversación con su amiga. Cualquier cosa era mejor que ver a ese tipo.
Pasaron algunos segundos. Cassandra empezó a sentirse mal del estómago, producto de cierta ansiedad y de los nervios. Janet, en cambio, comenzó a dolerle la cabeza debido a que no podía aguantarse los golpes que daba el colectivo. Morena le preguntaba algunas cosas a Regina, quien seguía mirando el camino transcurrido. Sara volteó para sacarse el mechón de cabello que tenía adelante y notó que el hombre que la observaba anteriormente, estaba ahora más cerca. Esto la sobresaltó un poco, pero después pensó que a lo mejor sólo era cosa suya y que tal vez el hombre nunca se movió de su lugar.
Después de unos minutos, las que estaban sentadas rezaban para poder bajarse de una vez porque ya no aguantaban más estar ahí. Regina se fue adelante a preguntarle al chofer cuanto faltaba para llegar, y Morena finalmente se dio cuenta de que algo le afectaba a su amiga que estaba al lado suyo. Durante todo ese tiempo, Sara trato de pensar en otra cosa pero le fue imposible tal acción. El hombre fue avanzando de a poco cerca de donde ella estaba hasta estar atrás suyo. Ahora sabía que no era producto de su imaginación. Como estaban muy cerca, ella sentía la respiración lenta y pausada del hombre.
-Tengo ganas de vomitar… -murmuró, como si pensara en voz alta.
-¿Qué te pasa? -le preguntó su amiga, escuchando lo que dijo- ¿Qué te incomoda?
-Nada -respondió pero sus ojos no decían lo mismo y su cabeza dio un leve movimiento indicando hacia atrás.
La otra fijo los ojos discretamente en la persona que estaba detrás de su amiga y, cuando vio que el hombre estaba a punto de inclinarse en dirección a la pelirroja, exploto en defensa de esta.
-¡NO TE ATREVAS A CLAVARLE  TUS SUCIAS GARRAS A MI AMIGA, VIEJO DEGENERADO! -gritó en español sin la mínima intención de bajar la voz por educación- ¡NO CREAS QUE NO ME DI CUENTA DE TUS INTENCIONES AL VER LA EXPRESION VOMITIVA DE TU CARA!
Sus palabras causaron tal revuelo que todos los pasajeros pusieron cara de horror. El hombre en cuestión se asustó tanto, que inmediatamente fue hacia atrás y pidió bajarse, tocando reiteradamente el timbre. El chofer paró en seco y aquel desvergonzado pudo bajarse al fin. Sólo entonces, Morena profirió una expresión de triunfo que no duró demasiado, debido a que el colectivero les pidió a ella y a sus amigas que se bajaran también. Las otras tres que ni enteradas estaban del asunto, se quedaron estupefactas cuando ella empezó a gritar de la nada. Cass y Janet no entendían lo que pasaba y Regina no sabía cómo reaccionar  de la vergüenza que generaba aquella escena. No obstante, en el momento en que se tuvieron que bajar, Cassandra y Janet fueron rápidamente sin lamentarlo y Regina, a pesar de todo, le pareció injusto que las echaran y exclamó en coreano “Que mala educación la de usted, señor conductor”.
Ya estando caminando por las calles, Sara les explicó a las otras el incidente y todas felicitaron a Morena por lo que hizo, aunque la consecuencia haya sido tener que andar errantes por esos lugares, hasta que su tan instruida amiga pudo reconocer una de las calles. Antes de eso, la pelirroja se acercó a la morocha y le agradeció el gesto con un sincero asentamiento de cabeza.
Luego del “pequeño” incidente, al fin entraron en un café bastante amplio, cálido y tentador desde la vista de la vidriera, donde se veía un mostrador de pasteles, aparentemente exquisitos. Cuando ya estaban adentro, notaron la majestuosidad del espacio sobre todo porque casi no había gente. Todas las mesas estaban perfectamente organizadas, sin ocupar nada. Inmediatamente fueron a sentarse al fondo que además era el lugar donde tenía sofás con respaldo de cuero blanco y les quedaba más cerca el baño. Aprovechando la proximidad, Cassandra dijo que se iría un momento y ya volvía. Las chicas le dieron un “ok” y fueron a sentarse. Revisaron el menú para ver qué iban a pedir.
-Pero ¿¿¿QUE??? -gritó Janet y sus amigas le hicieron señas de que se callara- Yo no pienso pagar eso por un café.
-Janet ¿Hace cuánto que estas acá y ya te sabes la jerarquía del valor monetario? -le increpó Morena.
-Se lo suficiente para darme cuenta cuando me estafan -argumentó-. Yo no sé ustedes, pero creo que lo mejor es irnos a otro la… -Sara la sentó en su lugar de nuevo antes de que pudiera terminar la frase.
-¿No te diste cuenta por qué zona estamos? -le reprochó-  El café más cercano a éste, es el de la otra vez y yo no pienso volver a poner un pie ahí.
Janet refunfuñó pero hizo caso a su amiga. Ella tampoco deseaba volver a ese café maldito lleno de hipócritas descorteses.
 -¡Nunca más! -profirió Sara, una vez que Cassandra volvió y se sentó en su lugar– Nunca más voy a subir a un colectivo de ningún determinado país y menos si es en Corea…
-Sara, me parece que estas exagerando un poquito –Regina intentaba razonar con ella-. Esas cosas pasan frecuentemente y, además, el sistema de transporte público de acá, según muchos turistas es excelente...
Cassandra y Janet miraron hacia un costado al mismo tiempo. Su expresión parecía decir “Si vos decís…”
-Pfff… pero ¡por favor! El 105 más fiero que me tomo en Argentina, está mucho menos destartalado, va más rápido y la gente te acosa menos… -secundó Morena a Sara.
-Oh… ¡Shut up! -demandó Sara, que se acordaba de todo el acontecimiento- No me hagas recordar a ese viejo asqueroso…
Ante todo esto, Regina no sabía qué decir. Era la primera vez que le pasaba. Ella siempre había viajado muy bien en colectivo.
-Definitivamente la próxima vez que queramos ir a algún lado y quede lejos, nos alquilamos un auto y problema solucionado -sentencio la pelirroja.
-Bueno, en ese caso, tengo un compañero que el padre alquila y vende autos, es bastante accesible con el precio. Lo voy a llamar esta tarde -comentó Regi y todas estuvieron más aliviadas.
Regina llamó al mozo que estaba cerca. El lugar estaba prácticamente vacío. Probablemente por el horario o por el día. Además de ellas, que estaban en el fondo, había una pareja cerca de la entrada, un anciano que tenía unos anteojos increíblemente gruesos en el centro tomando un espumeante café y leyendo algo que parecía un periódico y unas tres niñas con uniformes de secundaria baja, según la explicación de Regina, sentadas en una esquina cerca del baño, que ya habían pedido la cuenta.
-Esto es una muerte… -dijo Morena.
Luego de que el mozo se acercara y preguntara qué querían, en un tono muy amable “a diferencia de otros”, pensó Sara, entró a la cafetería un chico alto y bastante atlético que usaba unos lentes de sol y un gorro, junto con unos jeans y un saco de traje. A juzgar por su modo de caminar y su actitud, parecía que fuera un idol pero las únicas que se dieron cuenta de su llegada fueron Morena y Janet. Sara y Cassandra estaban sentadas de espaldas a la puerta de entrada y Regina estaba ocupada mirando al mozo y pidiendo lo que sus amigas querían.
 El chico coreano se sentó en uno de los lugares en el centro de la cafetería, se sacó el gorro y los lentes y empezó a hojear una pila de papeles que llevaba en la mano. Llamó al mozo e inmediatamente, éste último apareció haciendo reverencias, como si estuviera pidiendo disculpas, luego anotó lo que el chico le pidió y se alejó. En un momento, este joven giró la cabeza para ver hacia afuera y ahí es cuando Janet notó algo.
-Ese chico se me hace muy familiar…
-A mí también –la secundó Morena.
-Pero ¿de dónde? –se preguntó Janet y luego de unos segundos al fin recordó. Ellas siempre que veían la serie o “dorama”, como lo llamaba Regina, pasaban propagandas con la cara de un chico que su amiga adoraba y que Cassandra, por el contrario, odiaba con todo su ser. Le parecía cómico que su amiga tuviera un sentimiento tan intenso por alguien que ni siquiera conoce y cuando le preguntaban por qué tanto odio insensato ella solía decir “Porque odio ese tipo de chicos que son tan arrogantes y se creen súper lindos y aparecen en todos lados con una sonrisa que dice ‘I’m sexy and i know it’. Aish… Simplemente lo detesto”, con expresión de irritación. Janet se rio por lo bajo y sus cuatro amigas la quedaron viendo.
-Mmm… sólo me estaba acordando de algo… -argumentó vagamente.
-¡Ah! y ¿de qué? -preguntó la pelirroja curiosa.
-Solo de cosas… cosas -se acercó a Morena para decirle algo al oído y Sara se ofendió.
-Chicas ya vuelvo -anunció Cassandra-. Creo que me olvidé mi pulserita en el tocador -se levantó y se hizo camino hasta el baño. Pasó cerca de la mesa del famoso, quien estaba concentrado mirando unos papeles que tenía en mano. Ninguno de los dos se percató de la presencia del otro. Las dos amigas los seguían con la mirada sin pestañear. Luego de unos minutos, volviendo del baño, pasó por el mismo lugar. “Tan distraída, como siempre” masculló la castaña y la morocha de rulos sonrió. Regina y Sara hablaban de otro tema en ese momento y así que no prestaron atención a las demás. De repente, cuando iba pasando al lado de Kim Hyun Joong, algunas de las hojas se volaron por un mal movimiento del muchacho. Morena y Janet abrieron bien los ojos, querían ver la reacción de su amiga. Desafortunadamente y un tanto predecible, ella sólo levantó los papeles y los puso en la mesa del chico sin mirarlo. Él se lo agradeció en coreano con el rostro inexpresivo y sin verla. Y así ambos siguieron con sus vidas como si nada.
-Bueno, él también vive en su mundo ¿no? -le comentó Morena a Janet.
-Supongo que tendremos que darle un empujoncito… -propuso la castaña con una idea perversa en mente, la cual compartió con su cómplice de inmediato- ¿Qué te parece?
-Hagámoslo -contestó la otra.
Cassandra se sentó en su lugar y advirtió que sus amigas frente a ella, la observaban con  extraño semblante.
-Bueno ¿y que tanto me ven? –preguntó Cass sujetándose de su taza de café, que sirvieron en su ausencia.
Regina y Sara pararon la charla que estaban teniendo.
-Chicas… -empezó a decir Janet-  More y yo tuvimos una idea para hacer el día más interesante…
-Soy todo oídos -agregó Sara, que se había molestado porque no la incluyeron en sus planes macabros.
-¿Qué les parece si jugamos a “verdad o consecuencia”? –planteó Morena con una sonrisa traviesa
-¿Ese es su brillante plan? -ironizó la pelirroja que esperaba algo más grandioso.
-Bueno ¿quieren o no? -preguntó la castaña con mirada demandante. Todas dijeron que si con pocas ganas. Al ver esto, sonrió mostrando toda su dentadura- Bien…empecemos con Cassandra.
-¿Por qué yo primera? -protestó.
-Porque sí. ¿Verdad o consecuencia?
Cassandra debía pensar muy bien esas dos opciones. No era una persona de muchos secretos y sus acciones era bastante predecibles. Sin embargo, sus amigas encontraban siempre la manera de avergonzarla cuando elegía la opción “verdad”. Alguna que otra quemada nunca faltaba en la hoguera de las palabras. De tan sólo acordarse, se estremeció y bebió un poco para pensar mejor. Por otro lado, las pocas veces que había elegido la opción “consecuencia” también la habían abochornado. Es que sus amigas, al ser conscientes de que ella era la más audaz y desvergonzada, le pedían siempre cosas verdaderamente insólitas. “Rayos” pensó. Ninguna de las dos opciones la salvaban de nada. Mentalmente, comenzó a elegir al azar entre las dos hasta que Sara la sacó de sus pensamientos.
-Bueno, ¿y entonces?
-Consecuencia -soltó finalmente de forma aleatoria. Luego trato de no arrepentirse de su decisión y se consoló pensando que el lugar estaba casi vacío ese día. Al menos, sea lo que sea que le pidan que haga, no iba a ser observada.
-Bien…espero que no te arrepientas de elegir esa opción -insinuó Janet esbozando una sonrisa malévola-. Te reto a que vayas hasta donde esta ese chico -señaló al actor que estaba sentado, firmando una hoja- y le hables -sentenció-.  Podes decirle cualquier cosa que se te ocurra… pero tenés que hacer que te mire, porque si no lo hace… -la amenazó-Nosotras lo sabremos.
-Baja un cambio, Marlon Brando -bromeó la condenada-. Dudo que me entienda pero bueno… -se levantó de la silla. No obstante, al verlo mejor, cayó en la cuenta de quién era- Esperen… ¿acaso él no es ese chico del comercial con la sonrisa ganadora?
Regina, que en ese momento se había agachado para arreglarse los zapatos, al incorporarse vio al chico en cuestión y soltó un gritito ahogado por la emoción
-¡¡¡DIOS!!! ¡ESE ES KIM HYUN JOONG! ¡Wow! Es más atractivo en persona…
-¡¿Quién?! -gritó Cass y provocó que el implicado lanzara una mirada hacia el fondo del local, a lo que la chica se puso rápidamente de espaldas.
-Así es… -afirmó la castaña- Vas a ir a saludar a tu mortal enemigo…
-Oh no… no hay manera de que me obliguen a hacer eso -amenazó- No lo voy a hacer…
-Oh si, lo vas a hacer… -la doblegó Morena.
-Bueno, si no quiere hacerlo, yo no tendría problemas… -agregó Regina emocionada y levantándose de su lugar pero la morocha de rulos la volvió a sentar.
-Nadie va a hacer el reto por ella.
-Bueno, déjenla ya. Si no quiere, no la podemos obligar -opinó Sara, que no entendía muy bien la situación todavía. Cassandra le dio la razón-. Podemos, en todo caso, darle otro reto que sea peor -y con esto, su amiga se desinfló de decepción. Tenía que haber sabido que ella también era parte del juego.
-Y ¿que podría ser peor que eso? -se tentó a decir Janet.
-Bueno ya me convencieron -se apresuró en contestar Cassandra- Voy a acercarme y a decirle algo…
-Esa es la actitud -la felicito Morena.
Ella fue en dirección hasta él y sus amigas la miraron expectantes. Luego regresó, un poco nerviosa.
-Y ¿qué se supone que le diga? –preguntó completamente alterada.
-Vos no te preocupes -la tranquilizó Janet-. Sólo acercate y decile lo primero que te venga a la mente. Podes decirle “Te odio” en español, si querés. Él no te va a entender de todas formas… -le sugirió.
-Bien… está bien -se convenció un poco más calmada- I can do this -y siguió en dirección al chico en posición firme.
-¡Fighting! (¡Fuerza!)-susurró Regina y las otras tres le quedaron mirando. Cassandra la escuchó y frunció el ceño.
Estaba a dos mesas del chico. A medida que avanzaba se sentía más insegura que nunca. ¿Por qué estaba así? Ni que fuera la gran cosa. Ni siquiera lo admiraba. No lo conocía. Y tenía por seguro que ni siquiera le caía bien. No obstante, por alguna extraña razón, no podía dejar de estremecerse con la idea de tener que hablarle. ¿Y si le daban ganas de ir al sanitario justo en ese momento? Con la sola idea de pensarlo, ya le entraron las ganas.
- Se fuerte vejiga -intentó apaciguarse-. Estamos juntas en esto.
Una vez al lado del coreano en cuestión, su cabeza se quedó completamente en blanco. No sabía qué decirle. El famoso estaba en ese momento atendiendo una llamada, mientras tomaba un sorbo de su café que hace tan solo unos segundos le habían traído. Su tono de voz en coreano, le pareció tan serio y tan aburrido, que de alguna manera la intimidó. Siguió con los ojos hacia donde estaban sentadas las chicas y vio cómo Morena insistía en que le hable al chico y no pierda el tiempo; y Regina hacía señas de que le pida un autógrafo para ella, con una sonrisita irresistiblemente dulce. La estaban volviendo loca. Volvió los ojos hacia el chico.  Este había cortado la llamada y ahora la estaba observando  sereno y completamente quieto, con cierta arrogancia en su postura. Cassandra tenía los ojos como platos.
-Emm… ¿Can-I-borrow-the-sugar-please? –masculló, en inglés. Fue lo primero que se le ocurrió decir  para cumplir su cometido. De todas maneras, el idol la miraba sin necesidad  de que ella pronunciara palabra alguna. Él, al principio no entendió lo que le dijo y se lo hizo saber por la expresión de los ojos.
-The sugar -repitió ella señalando los sobres que habían en su mesa.
-Oh... -se limitó a decir cambiando el semblante y le hizo una seña con la cabeza para que se los llevase sin problemas. Ella le hizo caso y se llevó dos sobres. Ya estaba completamente salvada de la situación. Después de todo, fue muy sencillo. Se dirigía hacia  las chicas con el rostro triunfante cuando algo la hizo cambiar pararse en seco. Detrás de  ella, escuchó que él se reía. Y probablemente de ella. Simplemente no pudo soportar la idea de que se burlara. Y así, como una mujer de color en una de esas películas estadounidenses, giró y dijo “Oh no, you didn’t”, ella se dio media vuelta con plena confianza y dispuesta a defenderse.
-¿Excuse me? –preguntó la joven arqueando una ceja. Él le devolvió la mirada completamente animado.
-¿Qué? ¿Acaso pensaste que podías engañarme con eso? -le contestó en coreano, cosa que a Cassandra le pareció muy desubicado de su parte- De todas las excusas que las chicas han inventado para venir a hablarme, ésta definitivamente ha sido la más patética.
La joven lo miró atónita. No podía comprender lo que decía en absoluto, pero no le era difícil adivinarlo por la postura soberbia que adoptaba.
-Escucha esto, coreanito creído -empezó a decirle en español, ya sacada de sus cabales-. Para que sepas, el hecho de que seas famoso no te hace mejor que yo, ni que nadie y si crees que cuando te piden la hora, una dirección o en este caso, el azúcar en realidad quieren conocerte y ser tu lame botas personal, es porque sos un perseguido y se te subió la fama a la cabeza, y para que lo sepas ese es TÚ problema, no el mío.
 Todo el tiempo que ella había hablado, él la observó con más detalle. Como no conocía el idioma, casi no le dio importancia a lo que decía. Se distrajo mirándole fijamente las facciones. Sabía que no podía ser coreana. Había algo exótico en su rostro. Y además, era divertidísima, su actitud era atípica y no conocía a nadie como ella.
-Bueno… -siguió el chico en coreano- a pesar de todo lo que dijiste, que por cierto, no tengo la menor idea de lo que acabas de decir y deduzco que tú tampoco me entiendes muy bien… -Cassandra cruzó los brazos con mirada asesina- Lo que dije anteriormente, tiene argumentos sólidos y bastantes lógicos y voy a tratar de simplificártelos de manera que puedas entenderme -agarró unos cuantos sobres de azúcar y los señalo-. This… are -y luego señaló las otras mesas vacías que tenían un montón de sobres-  in everywhere. -la joven pensó que su inglés no era muy bueno, pero lo que si era convincente era lo que decía-   Even your table -la chica se rio para sus adentros cuando él pronuncio “table” y tocó su mesa para hacerse entender- have one.
 A pesar de su pésima pronunciación, él tenía razón. En todas las mesas, había un montón de sobres de azúcar ¿Cuál era la razón para pedirle prestado entonces? La respuesta era tan obvia que Cassandra se mordió la lengua y tragó su orgullo. Soltó un asqueroso “Aish…” y se retiró increíblemente molesta.
-¡Wait! -la sujetó el brazo- Sentáte, por favor -le pidió él con su mal inglés-. Ya estas acá ¿no? -siguió en coreano. 
Ella quería decirle que no pero al ver cómo sus amigas le hacían señas para que se siente, decidió hacerlo y ambos se miraron sin proferir palabra alguna. Finalmente él rompió el silencio.
-Asique… -empezó a hablar  torpemente el chico en inglés, sin estar del todo seguro de sus palabras- No sos asiática ¿no?
-Wow –le respondió con sarcasmo- ¿En serio? Sos increíblemente observador…
Kim Hyun Joong se rio ante la reacción de la chica.
-¿Si? Bueno… es que tienes otro tipo de facciones –se explicó-, aunque no es muy fácil saberlo, no eres precisamente rubia y de ojos azules…
-¿Qué problema tienen los hombres asiáticos con las rubias? -se preguntó más para sí misma- ¿Acaso si no somos europeas no tenemos identidad?
-¿Siempre estas constantemente a la defensiva, como ahora? -le preguntó en coreano- ¿O sólo yo provoco eso?
Cassandra le lanzó una mirada sombría.
-Me tengo que ir… -anunció en inglés.
-Espera… -la volvió a llamar Hyun Joong- No te vayas, chica azúcar -a esto, la occidental se detuvo y lo miró arrugando el semblante. Al hacerlo, él no pudo aguantar reírse descaradamente- Al menos decime tu nombre…
Ella no estaba segura si dárselo o no. Pero al fin, rindiéndose, le dio su nombre. También se acordó de lo que le había pedido Regina y, un poco ruborizada por la vergüenza ajena, le pidió su autógrafo.
-No tenías que complicarte tanto para pedírmelo…
-No es para mí -se apresuró en decir-. Es para una amiga -y sus ojos se desviaron hacia la mesa donde estaban sus amigas. Para su sorpresa, se dio cuenta que las chicas se habían ido. “Malditas traidoras” pensó “Esto seguro que fue idea de Morena”. El chico vio a la misma dirección donde ella concentró la vista pero no vio a nadie.
-¿Acaso venias con alguien?
-No -contestó contrariada.
El coreano rodó los ojos y en una servilleta le dedicó a su nueva amiga un autógrafo.
-“Para Cassandra, la ‘dulce’ chica azúcar y su pequeña amiga imaginaria. Con amor, Kim Hyun Joong” -Esto último lo escribió con letras coreanas.
-¿Dulce?
-Estaba siendo irónico. Merong (En coreano significa: sacar la lengua) -esbozó una de sus sonrisas impertinentes. Ella le devolvió una sonrisa burlona y antipática.
-Ahora definitivamente me voy… -dijo por segunda vez y se dispuso a irse, pero él la agarró de la mano y se levantó. Dejó una cantidad considerable de dinero en la mesa y agarro sus cosas.
-Déjame acompañarte –se ofreció-, al menos hasta la salida.
-Sos de esas personas que insisten e insisten hasta obtener lo que quieren ¿no? -juzgó ella en su idioma. Él solo le respondió con una expresión traviesa en el rostro- De acuerdo, podes acompañarme.
Ya estando afuera del café, ella buscaba con la mirada a sus amigas sin tener ningún tipo de señal. Hasta que se topó de nuevo con los ojos de aquella celebridad coreana.
-¿Buscas a alguien? -le preguntó curioso.
-Supongo que a nadie -musitó Cassandra en su idioma, con una expresión derrotada…
-Pues bien… -empezó a decir en inglés- si no tienes nada mejor que hacer ahora… acompáñame -le decía con una sonrisa perfecta. Agarró su mano y la arrastró hasta donde estaba estacionado su vehículo. A pesar de sus protestas e intentos por zafarse de él, Cassandra no podía separar su mano de la de Kim Hyun Joong ¿Qué diantres se proponía? Nunca había conocido, en su vida, alguien tan molesto ¿Cómo podían llevarla así, contra su voluntad? Tenía que hacer algo… ¿pero qué? De repente se le había ocurrido gritar fuerte en el medio de la calle y que lo reconocieran o ponerse a llorar histéricamente para que éste se asuste y la dejara ¿Y dónde demonios estaban las chicas en esos momentos? Iba a poner en marcha su plan cuando de repente el chico se dio la vuelta, la atrajo hacia sí y, como le tiro del brazo tan bruscamente, ambos se quedaron a un suspiro de distancia. A pesar de que el joven en cuestión era mucho más alto que ella, pudo ver cómo sus ojos se posaban en los suyos. Fue tan fija y segura aquella mirada, que en ese instante Cassandra se olvidó de lo que iba a hacer. El chico se acercó más, lo que hizo que ella retrocediera unos pasos. Por fortuna, sonó un celular. Él lo sacó del bolsillo de la chaqueta y contestó. El que hasta ahora la observaba fijamente, cambio la expresión y siguió la conversación en coreano, en un tono neutral. Ella soltó aire y al hacerlo, se acordó que involuntariamente había contenido la respiración anteriormente, cuando él la había mirado. Entonces se acordó de sus amigas y del plan que no pudo realizar. Se decidió a llamar a alguna de ellas y escaparse antes de que el otro cortara su llamada.
 El tiro le salió por la culata. Cuando sacó su celular y discaba el número de Janet, la joven estrella se lo arrebató de las manos y con una impresionante rapidez, como si fuera que tuviera Parkinson, escribió algo con el teclado. Luego su móvil volvió a sonar, pero esta vez no atendió. Sólo continuó marcando los botones y cuando terminó, se lo pasó a su espectadora que trataba de alcanzar el teléfono, sin éxito alguno, porque él lo alzaba a una altura inaccesible para Cass.
-¿Qué fue lo que hiciste? -le reprochó la chica, muy enfadada.
-Sólo te agendé mi número y de paso guarde el tuyo en el mío…
-¿Y quién te lo pidió?
-No fue necesario que me lo pidas…
-Voy a buscar tu número en este momento y borrarlo ¿sabes? -le apuntó desafiante- No tengo ningún interés en volverte a ver.
-Eso no fue lo que expresaste cuando me devolviste la mirada hace un rato –señaló, levantando una ceja. Cassandra se mordió el labio inferior y empezó a buscar frenéticamente el número para eliminarlo bajo sus narices-. De todas formas es inútil -continuo éste-. Aunque lo borres, yo ya tengo tu número, y si decido que un día cualquiera  estoy lo suficientemente aburrido como para molestarte… ni modo -y esbozó una sonrisa pícara mientras encogía los hombros. A la joven ya le salían chispas. Estaba a punto de matarlo con sus propias manos-. Bien… -soltó en tono concluyente- debo irme. Tengo que seguir con lo mío -ella lo seguía mirando atónita por la impotencia, él le devolvió una expresión sarcástica y abrió la puerta delantera de su auto-. Adiós. Este primer encuentro fue… interesante -sonrió de par en par. Subió a su vehículo y se fue.
-¿Qué es lo que exactamente acaba de pasar? -se preguntó ella entre perpleja e indignada. Su móvil sonó. Estaba preparada para soltar las injurias más hirientes y sucias de la historia de la humanidad, si ese sinvergüenza prepotente era el que la estaba llamando. Pero era Morena. Asique las injurias fueron peores- ¿SE PUEDE  SABER  DONDE METIERON SUS NARICES, MALDITAS TRAIDORAS TRAMPOSAS?
-LO MISMO TE PREGUNTO, QUERIDA… -contestó su amiga, en el mismo tono- Nosotras estamos afuera del café. Te estamos esperando.
Cassandra suspiró profundamente. Le dijo a su amiga que ya iba para allá, cortó la llamada y desanduvo sus pasos de regreso al café. Cuando al fin se encontró con las otras, una ola de preguntas la acosaron sin piedad. ¿Qué fue lo que paso? ¿A dónde estaba? ¿Qué hizo? ¿De qué hablo con Kim Hyun Joong? ¿Por qué se tardó tanto? ¿Pudo conseguir el autógrafo para Regina?
-No me parece justo que me pregunten todo eso, cuando ustedes fueron las que me abandonaron a mi suerte y desaparecieron… -les reprochó Cassandra.
-Bueno, me parece que estas exagerando -afirmó Morena de lo más tranquila-. Ya habíamos terminado lo nuestro y queríamos salir un rato afuera… no es nuestra culpa que te distrajeras con el chico lindo… Además, al principio vimos cuando saliste, pero luego de un rato te desapareciste de la nada ¿Dónde te fuiste?
-¿Conseguiste mi autógrafo? -preguntó con énfasis Regina. Cassandra rodó los ojos.
-Acá tenés… -y le pasó a su amiga la servilleta de papel que el coreano había firmado. Su tierna amiga lo recibió con emoción y lo leyó. Luego de unos segundos, se exaltó y le preguntó a Cassandra.
-¿La dulce chica azúcar y su amiga imaginaria? -Todas posaron sus ojos testigos en la susodicha y ella se ruborizó. No sabía si contarles o no lo que había pasado. Había algo en la escena anterior que no quería que sus amigas supieran. Además, de alguna forma u otra terminaría diciendo que él le dio su número y las insistencias de Regina la obligarían a volver a verlo. Definitivamente tenía que cerrar la boca. Pero las miradas que le dedicaban las chicas, le impedían ser una tumba.
No obstante, el destino le fue favorable. Repentinamente, Morena recibió una llamada. El número de remitente era desconocido. Y ella, al atender, tenía una expresión muy confusa y mantenía la conversación en inglés con un tono nervioso en la voz. Lo que provocó que todas pusieran su punto de atención en la misteriosa llamada, incluso Cassandra que se sintió más aliviada después de eso. Todas le preguntaban quién era, pero ella las ignoró por completo. Luego de unos minutos, la morocha cambió su tono de voz a uno más confiado.
-No sé exactamente por qué le pediste mi número a mi amiga ni qué pretendes con esto,  pero no puedo asegurarte nada -luego de estas palabras, Morena escuchó algo del otro lado del auricular que, de alguna manera, logró ruborizarla e hizo que sonriera levemente y de costado pero después, pestañeo sorprendida y miró su celular. Las demás espectadoras la siguieron con la vista, esperando con ansiedad que diga de una vez quién la llamó.
-Era Taeyang -respondió Morena al ver las expresiones expectantes de sus amigas.