martes, 30 de julio de 2013

Capitulo 11


“Nunca tienes una segunda oportunidad para causar una primera impresión”
 Anónimo

Luego de tantas vueltas, pudieron salir de esa fiesta. En la mayor parte del tiempo, la cosa se tornó más insoportable que nunca para ambas chicas. Asique la mejor opción para ellas era irse para el hotel de regreso. Afuera las dos amigas, cuasi fugitivas, caminaban a unas cuadras de la casa y sus tacos resonaban sobre la fría y desolada calle, el viento gélido rozaba sus rostros y en sus mentes, la calidez de una buena cama tibia, les pareció increíblemente seductora. Estaban tratando de conseguir un taxi. Les pareció injusto que las otras también tuvieran que irse, sólo porque ellas deseaban hacerlo. Sara, Morena y Regina la estaban pasando muy bien ahí adentro y ninguna de las dos querían arruinarles la velada.
-Maldito frio polar -se quejó Janet, temblando- Cómo extraño Argentina, cómo extraño mi casa, mi familia, mi ESTUFA -empezó a decir-. La gente que habla el mismo idioma que yo y no genera malentendidos -eso último que había dicho se refería más al vergonzoso episodio con el chico que estaba en la fiesta y la observó toda la noche como francotirador.
A todo esto, Cassandra se limitaba a asentir con la cabeza, mientras se abrazaba el torso en un intento de sentir menos frio, cosa que no funcionó. No podía sacar de sus pensamientos a Dak Ho. Él la desconcertaba sobremanera. Parecía que cada vez que lo veía era una persona diferente. Como si tuviera diversas facetas en el exterior y eso le impediría ver su verdadero interior. Además, había notado la forma en cómo se comporta con ella y eso era incluso más confuso. Con los demás parecía ser un poco más constante. ¿Por qué sólo era así cuando ella estaba presente? ¿Qué pasaba por su cabeza? La mayoría de las veces que lo vio fue un tanto frio e incómodo, pero otras veces, como cuando hablo con él y vio su sonrisa o cuando lo escucho por primera vez o cuando lo vio tocar con la banda, se sintió cautivada ante su presencia, increíblemente desorientada con sus propias emociones.
Absorta en sus pensamientos y sin advertirlo, las dos chicas habían cruzado la calle, luego de un intento frustrado de Janet por llamar algún taxi que pasaba.
-¿Cómo carajos se llama a un taxi por aquí? -preguntó eufórica la castaña, mientras se recostaba en un muro de la vereda.
-Yo creo que lo mejor es volver a la casa…
-Yo ni loca vuelvo a ese lugar.
-¿Me dejas terminar? Solo volver a la residencia. No digo que vayamos a entrar. Podemos decirle a Yun Jae que nos llame él mismo un taxi y de ahí nos vamos para el hotel.
-Bueno... Me parece razonable -sentenció Janet, abrumada por todo el asunto- Volvamos entonces para el… -algo llamó su atención. Esto inquietó a su amiga, que la veía con la mirada fija en un punto arriba de sus hombros. La chica no pestañeo una sola vez, lo cual hizo que ella también se diera vuelta para ver aquello que tan atrapada tenía a su amiga. No vio a nadie. La calle estaba vacía y solo veía el semáforo en rojo. Cosa muy común por la hora que era. Volvió los ojos hacia su amiga quien ahora había movido un poco la cabeza y arrugaba el ceño, como dudando de algo.
-Janet ¿Qué pasa? -le interrogó Cassandra- ¿Qué viste? -le agitó los hombros para hacerla reaccionar pero ella solo quitó los brazos de su amiga y empezó a caminar como si nada. Cassandra le lanzó una mirada de perplejidad, sin poder entender el asunto. ¿Desde cuándo Janet había actuado así? Así como si estuviera poseída. De repente se estremeció ante la idea. Janet la miró en ese momento- ¿Qué esperas? -dijo en tono serio- Seguime -la morocha no sabía si hacerle caso o no pero finalmente la siguió. Después de todo seguía siendo su amiga.
 Cuando llegaron al final de la vereda, doblaron en la esquina y siguieron caminando en esa dirección sin intercambiar palabra alguna.
-Ya, en serio, me estas asustando -susurró la de atrás, a su guía.
-¡SH! -la mandó a callar Janet con un dedo en la boca- Después te voy a explicar todo. pero necesito sacarme esta duda que tengo y que te quedes callada…
-¿Y se puede saber a quién estamos siguiendo? -le reprochó la otra.
-Ya te vas a enterar…
Al final de la calle, divisaron un callejón sin salida y sin ninguna iluminación a su alrededor, totalmente a oscuras.
-Yo ni loca me adentro ahí -advirtió Cassandra un tanto alterada- Volvamos, que si no, nos estamos por perder…
-Bueno, está bien -dijo la castaña-. Si querés quedarte acá y esperarme, hacelo…Ya vuelvo -y sin hablar por hablar, se adentró en el callejón hasta que solo vio su silueta en la oscuridad.
Cassandra simplemente no se podía dejar de preguntar qué se le pasaba por la mente a su amiga en ese momento. Ella no era así. Luego, se vio ella sola en una esquina poco iluminada envuelta en el silencio sepulcral de la noche y el frio polar del invierno de Seúl, una ciudad que no conocía. Pensándolo mejor, era más seguro seguir a su amiga. Entonces, aferrándose a los recuerdos más dulces y graciosos de su vida se adentró con prisa en la oscuridad del callejón, llamando a su amiga con susurros histéricos.
-Deja de gritar -respondió una voz familiar-. Acá estoy -y la tomó de la mano. Su nerviosa amiga se dio cuenta de que estaba agachada. Luego pudo divisar mejor todo el callejón. Enfrente de Janet, había un chico recostado en la pared, con las piernas completamente extendidas en el piso, cabizbajo, con el cabello semilargo tapándole  el rostro. Tenía aspecto de un vagabundo o de alguien que estaba muy ebrio y a juzgar por sus proporciones, parecía alto. Muy alto.
Cassandra simplemente no entendía la escena que estaba presenciando. Es decir, sabía que Janet podía ser muy solidaria y amable incluso con extraños. Pero ayudar a indigentes o borrachos no pegaba en el cuadro. Eso ya rozaba lo no habitual.
-Ayúdame a levantarlo -le ordenó mientras jalaba uno de los largos brazos del coreano-Dale, que es bastante pesado -la morocha obedeció sin más, suspirando. Le agarró del otro brazo y lo levantaron, no sin esfuerzo. Ese tipo era increíblemente gigante y lo seria más de no haber tenido los pies arrastrándose por el suelo. Dieron unos breves pasos con gran dificultad soportando el peso sobre sus hombros.
-Janet, esto ya se está pasando de lo bizarro -estableció Cass, muy frustrada- ¿Me querés decir qué hacemos en el medio de un callejón, a la mitad de la noche, arrastrando a un tipo que no conocemos y que se encuentra, momentáneamente, en estado vegetativo mientras… -sonó el timbre de llamada de su celular, al sacarlo, divisó en la pantalla que se trataba de Sara, probablemente llamaba porque las otras estaban preocupadas por ellas- Al fin… - soltó Cassandra aliviada y contestó la llamada- ¿Hola? ¿Sara? Bueno… no, todavía no tomamos el taxi… lo que pasa es que… -Janet, con gran habilidad, le sacó el teléfono de las manos y siguió hablando con la otra persona en línea.
-¿Hola, Sara? Soy Janet. Mira, se nos complicó un poco para tomarnos un taxi… -explicó en un tono de lo más calmado. Su amiga la miraba extrañada- Ahh… pero mira, justo Cassandra detuvo uno -la aludida abrió la boca por la sorpresa y movió la cabeza para negarlo todo, pero la otra no le hacía caso-. Bueno, te tengo que cortar ahora, casi me quedo sin batería. Ahora te mando un mensaje cuando ya estemos en el hotel. Sigan divirtiéndose. Bye -cortó.
Por sus movimientos corporales y la expresión de su rostro, la morocha quería decir “¿Qué fue exactamente lo que hiciste y por qué?” pero las palabras no le salían de los labios.
-Sólo voy a pedirte que confíes plenamente en mi ¿está bien? -le contestó la castaña en respuesta a la reacción de su compañera- Sólo por esta noche, te pido esto.
De la mente de Cassandra salieron miles de incógnitas pero al encontrarse con la expresión serena de su amiga, soltó una larga expiración acompañado de un “Está bien”. Y siguieron llevando al chico hasta salir completamente del callejón.
 Cuando volvieron a una esquina iluminada, vieron llegar a lo lejos un taxi. Las chicas hicieron señas con todo lo que pudieron y el taxista paró. Entraron con su alto amigo inconsciente, lo que hizo que el conductor las mirara feo.
-Mucho alcohol en una sola noche -se apresuró en excusar Cassandra-. Ya le aconsejamos que no lo vuelva a hacer pero ni modo…
El conductor volvió la cabeza hacia el volante.
-Ahórratelo, es probable que no entienda ninguna palabra de lo que dijiste… -argumentó Janet  y le pasó al conductor una pequeña hoja con la dirección del hotel, escrito por Regina anteriormente. El taxista salvador asintió con la cabeza y la castaña dijo “Kamsamnida” en un tono un poco más coreano de lo que se esperaba. Esa novela que veía todas las tardes, estaba dándole buenos resultados.
Todo el camino hasta el hotel lo pasaron calladas. La chica que ignoraba el propósito de todo el acontecimiento no se animaba a seguir preguntando nada, puesto que sabía que su misteriosa amiga, como siempre, iba a evitar hablar del tema. Entonces, sólo se limitó a ver al chico que tenía al lado. Quitándole un poco el mechón de cabello y ahora con más luz, le pareció atractivo. Como de esas de cara fina y alargada. Tenía el fuerte presentimiento de que lo había visto en algún lado. O tal vez era porque le parecía muy atractivo.
 El taxi paró en la entrada del hotel. Janet sacó los billetes y se los dio rápidamente al tipo, sin molestarse en preguntarle la tarifa- Quédese con el cambio -dijo y salió por una de las puertas. Abrió la  de su amiga y la ayudó a sacar al misterioso joven. Al entrar en el gran hall, uno de los del servicio se acercó para ayudarlas pero la castaña se negó y justificó que ya estaban acostumbradas a hacer ese tipo de cosas. Ante las insistencias del botones, al fin aceptó su ayuda hasta subir al ascensor. Y una vez en la puerta, ya estando solas, Cassandra explotó.
-¡¿SE PUEDE SABER QUÉ ESTAS POR HACER?! NI SIQUIERA LO CONOCEMOS… ES PELIGROSO QUE ENTRE A NUESTRA HABITACION
- Baja la voz -le ordenó en un susurro-. Los demás del piso te pueden escuchar. Ya te pedí que confiaras en mí y no es un desconocido, al menos no para mí. Por decirlo de una manera.
-¿Ah, sí?  ¿Y se puede saber de dónde lo conoces? -le interrogó la otra poniendo los brazos como mango de taza.
-De la vida… ¿Contenta? -enfatizó lo último, mientras introducía la tarjeta en el seguro de la puerta- Ya… -hizo una reverencia hacia el interior- entremos…
El lugar donde ellas se hospedaban consistía en una pequeña sala de estar con un buen plasma, una mesita ratonera, un sillón y un sofá junto a un velador y un pequeño corredor que llevaba a dos habitaciones con baño y dos camas. Acostaron a su amigo coreano en el gran sofá que tenían. Lo chistoso de la situación era que sus piernas largas se salían del contorno del mueble. Janet escribía en ese momento un mensaje de texto para mandárselo a Sara.
-En serio que este tipo es gigante -aseveró la morocha que involuntariamente dejaba caer la cabeza y bostezaba por sueño que tenía.
-Te estás durmiendo -observó su amiga-. Anda a acostarte, yo voy a quedarme con él -y se sentó en el sillón de al lado.
-De ninguna manera -objetó Cassandra-. No voy a dejar que te quedes sola con este individuo…
-¿Qué me puede pasar si el tipo apenas puede levantarse? -argumentó- Además, cualquier cosa. puedo llamar al servicio de emergencias. No te preocupes. No va a pasar nada.
-No… -siguió la otra en un intento de perseverancia pero largó un gran bostezo que no pudo evitar.
-¿Ves? -señaloó Janet- Haceme caso…
Cassandra empezó a pestañear de lo pesado del sueño. En definitiva, despidió a su amiga y fue hacia su habitación. Se tumbó en su cama y cerró los ojos, durmiendo profundamente.
 Pasado un buen tiempo, comenzó a tener pesadillas que se generaban en torno al remordimiento de haber dejado que le ganase el sueño, abandonando a su mejor amiga a su suerte y en compañía de un extraño. Se levantó rápido, sacudiendo la cabeza. Eran las tres y media de la madrugaba. Se dirigió por el corredor y cada vez se le hizo más nítido el ruido de una conversación en voz baja entre dos personas. Quedándose en el final del corredor, asomó la cabeza para ver de qué se trataba. Entonces vio a Janet sentada en el sillón y al lado estaba sentado el chico misterioso que habían ayudado. No pudo entender muy bien de qué hablaban pero creyó escuchar  un gesto de agradecimiento de parte del joven. A lo que tímidamente la castaña responde que no era necesario y que no se preocupara, porque estaba segura que nadie lo había visto. Esto último no logró comprenderlo. Se inclinó aún más para ver mejor y, en ese instante, pudo apreciar una imagen que la hizo abrir bien los ojos. El atractivo coreano se había acercado a la castaña para correrle uno de los largos mechones que caía sobre su rostro. La chica miró para abajo, un tanto ruborizada y luego sus ojos se encontraron. Se miraron tan fijamente que le dio un poco de cosa a aquella espectadora y sin quererlo mascullo -¡Mierda! Pero que…
 Los que ahora se miraban fijamente, lanzaron la vista hacia el corredor; y ella, exaltada, se retiró rápidamente de ahí y volvió a su cama en una velocidad que hasta Flash envidiaría. Cerró los ojos para simular  que dormía. Mas luego de esperar a ver si Janet se acercaba al cuarto, esta vez se durmió en serio y no volvió a abrir los ojos hasta ya entrada la mañana, probablemente cerca de las nueve y media. Se levantó de la cama, estirándose como un gato. Cuando había recobrado la conciencia, fue hacia la sala de estar después de lavarse la cara y arreglarse.
 Para su sorpresa, no los encontró a ninguno de los dos. Volvió y vio que la otra habitación estaba vacía. Las otras no habían vuelto todavía. ¿Dónde estaba todo el mundo? ¿Lo que pasó ayer había sido un sueño? Miro el reloj y no podia creer lo temprano que era todavia. 
-Bien -dijo Cassandra con la típica voz de cuando alguien se levanta- Ahora ¿Dónde se metió Janet con ese chico?
 Pensó que probablemente estaría en la cafetería de abajo. Asique se maquillo un poco, se puso el abrigo y se dirigió a la puerta. Pero antes de abrirla, noto que alguien estaba del otro lado. Acerco la oreja y se dio cuenta de que se trataba de otra conversación en inglés. ¿Cómo podía ser un sueño todo lo de anoche? Una de las voces era de su amiga.
-Espero haberte ayudado… -dijo la voz de su amiga- y perdón si te parecí un poco impertinente… es que te vi así y me pareció que lo mejor era…
-Es totalmente inaceptable que te justifiques por haberme hecho un gran favor -le contestaba la otra voz-. Realmente creo que nadie que yo conozca podría hacer lo que tú hiciste por mí y ni si quiera me conoces bien… -a esto Cassandra asintió con la cabeza al otro lado de la puerta.
-Bueno eso es verdad -agregó con naturalidad su interlocutora-. No te conozco lo suficiente.
-Tal vez deberíamos… conocernos -propuso el chico-. Uno de estos días deberíamos salir. Es decir, tengo que compensarte de alguna manera…
-No te preocupes. Sé que sos una persona un tanto ocupada.
  -Esa aseveración esta sobrestimada -añadió el joven un tanto molesto-. Puedo hacerme un tiempo para mis amistades ¿Ahora me vas a decir que si?
Cassandra pudo escuchar a Janet soltando una risita coqueta
-Sí, está bien.
-Genial. Pásame tu número y te llamo -del otro lado de la puerta se oía el ruidito del teclado de un celular que marcaba con rapidez las características.
Posteriormente, escuchó que se despidieron y cuando sintió que la puerta se volvía abrir, retrocedió y se sentó en el sillón. Janet cerró la puerta y se recostó sobre ella, con una expresión de completa felicidad. Estaba tan absorta en lo ocurrido esas últimas horas, que no advirtió que su amiga la estaba observando severamente. Cassandra tuvo que levantarse, ponerse en frente suyo y llamarla para que ella pudiera darse cuenta de su presencia.
-Ah… Cass… estabas ahí…
-Si estoy acá -afirmó la morocha- ¿Y se puede saber dónde estuvo tu mente racional todo este tiempo? -la retó- ¿Qué fue todo aquel misterio de anoche? ¿Acaso hay algo que no sepa? -ante esto, la castaña miró para otro lado- ¿No me digas ahora que andas en negocios turbios? Ok, lo entiendo, es atractivo pero…
La castaña soltó una carcajada
-Cass… no tiene nada que ver con los negocios -la tranquilizó-. Aunque sí es un tanto turbio ¿En toda la noche no te resultó familiar?
Era completamente cierto. Pero dónde lo había visto antes. Trataba de acordarse pero no podía. Negó con la cabeza.
-¿De verdad? ¿Ni siquiera un poco? -insistió su amiga y ante la reiterada negativa, suspiro y confeso- Era Kwan.
-¿Kwan?
-Él mismo. El protagonista de la novela coreana que estaba mirando ¿Te acordas? Bueno, es él.
-¡¿QUÉ?! 

martes, 23 de julio de 2013

Personajes que aparecen en el Cap. 10

Hola a todos! En esta nueva entrada, subimos al fin los actores/actrices que elegimos para que encarnen a los personajes que aparecen en la fiesta de los últimos capítulos. Acá les va!

Kang  Yeon, hermanastro de Dak Ho




Ham Byung Ki, amigo de Yeon y conocido de la banda



Las chicas que aparecen al final del capítulo 10:




Más adelante, en la historia, daremos más información acerca de ellas (a las que por ahora llamaremos "las chicas superpoderosas" xD ) 


Bueno, espero que les haya valido la pena la espera. ¡ Léannos en la próxima! :)