Un lunes fuera de serie
“La
cura de todo aburrimiento es tener buenos amigos…”
Anónimo
-Al parecer… tengo una
cita.
-¿QUÉ? -gritaron todas al
unísono.
-Bueno…tranquilas -les
contestó con los brazos extendidos en señal de STOP - No sean escandalosas, que
no es para tanto -aunque en el fondo se
estaba muriendo por los nervios desde que vio el remitente de la llamada
entrante, y ahora la cuestión sólo había empeorado.
-Sisi… te cuento que acá
nadie cree tu pose de “Mujer fatal” -comentó Morena con mirada de incredulidad.
Al escuchar esto, Sara frunció los labios y miró a otro lado algo derrotada.
-Pero a todo esto… ¿qué es
lo que te dijo puntualmente? -retomó Janet, que se veía muy interesada en el
asunto, con una sonrisa picarona propia de ella. Tanto Cassandra como Regina no
pronunciaron palabra alguna pero le insistían con la mirada a que cuente de qué
habían estado hablando.
-Sólo me dijo que quiere que
nos encontremos en el mismo lugar donde nos vimos, mañana a la tarde para
devolverle la bufanda -su tono de voz fue tan seguro y tranquilo que ella misma
estuvo a punto de creérselo.
Regina emitió un sonido
tan dulce y tan típico de ella, como cada vez que algo le parecía romántico o
tierno. Y las demás hicieron un acompañamiento, únicamente para molestar a su
pelirroja amiga. Lo que provocó que Sara entrecerrara los ojos, frunciera los
labios y luego dijera fastidiada:
-No hagan eso…
Pero las chicas lo
hicieron otra vez con la burla más marcada y esta vez, a Sara le causó gracia.
Luego de un rato de hablar
tantas pavadas, Morena y Regina fueron a la cocina para ver qué podían hacer al
mediodía. Janet y Cassandra prendieron la televisión y Sara sacó del estuche la
guitarra y le cambio las cuerdas. De manera inconsciente, se puso a pensar en
Yun Jae y en los planes que tenía con él. No era particularmente su presencia
lo que la incomodaba, al menos eso era lo que creía, sino la reacción de sus
amigas y las expectativas que se generaban con respecto a todo eso. Esperaba no
tener que seguir lidiando con sus burlas. Mientras tanto, la de cabello corto
hacia zapping aburrida y la castaña hojeaba una revista juvenil. Estaban
bastante tranquilas. Hasta que dio con algo interesante. Cassandra dejó la
televisión en un canal donde estaban pasando la propaganda de un dorama histórico
que, a pesar de no entender casi nada, le parecieron interesantes aquellas partes
que pasaban peleas y enfrentamientos. Siempre creyó que era muy poética la
forma en cómo hacían ese tipo de escenas. De repente, todo se tornó decepcionante
cuando pasaron comerciales y el modelo de una de ellas era el tan aclamado y
conocido Kim Hyun Joong, el actor favorito de Regina.
-Dios, cómo detesto a este
tipo -confesó Cassandra. Su amiga, al escucharla, desvió los ojos de la revista
y los fijó en la televisión; luego volvió a mirar el artículo y se rio por lo
bajo.
Ya estaba acostumbrada a
las opiniones de Cassandra con respecto a esa celebridad coreana. El artículo
que leía, en cambio, era cosa más nueva. Se trataba de aquel actor que era el
protagonista del dorama al cual se volvió adicta. Estaba observando una foto
suya: de cabello semilargo negro azabache, ojos intensos, cara alargada y rasgos
aristocráticos. Todo lo hacía un famoso en potencia. Era una lástima que no supiera leer en coreano para
ver qué decía la noticia, pero por cómo se mostraba no parecía ser nada bueno.
-Chicas, hoy vamos a comer
ramen -anunció Morena en voz alta del otro lado, en la cocina.
Las tres asintieron y
luego oyeron que alguien llamó a la puerta. Todas se levantaron, pero Regina
fue con paso ligero a fijarse ella misma quién era. Después de cerciorarse,
abrió la puerta con una sonrisa de par en par. Era un chico. Inmediatamente, el
ama de casa, se los presentó a sus amigas como su compañero y gran amigo. A las
cuatro les agradó Shin Wook, un coreano atractivo y simpático con una expresión
radiante en su rostro.
Pasada una hora, las
chicas prepararon la mesa y se dispusieron a almorzar. Regina y su amigo se
sentaron uno al lado del otro y eso hizo que las otras se miraran tentadas, intercambiando
opiniones con los ojos. Todo este tiempo, ellas ansiaban conocer al tan
nombrado joven del que su amiga no se reservaba al hablar. En cierto sentido,
su presencia les recordaba a Jung Bin, el que vivía al lado. Ese debió ser el
motivo por el cual a Morena, más que a ninguna otra, le había caído bien. Tenía
el presentimiento de que era un buen chico y le gustó saber que Regina se
rodeaba de personas atentas y serviciales. Aún con todo, Jung Bin y Shin Wook
eran físicamente muy diferentes: Jung Bin era alto y bastante delgado pero
atlético, usaba el cabello lacio y castaño, y llevaba una expresión amable en
el rostro, aunque mesurada y un tanto tímida. En cambio, Shin Wook tenía una
altura promedio, era un poco más ancho de espaldas, usaba el cabello levemente
ondulado de color chocolate que, sorprendentemente, a Sara le pareció que le quedaba
bien y llevaba estampada en la cara, una sonrisa entre traviesa y dulce.
Alguien que pegaría bastante bien con la personalidad de Regina. Durante el
almuerzo, todo el ambiente era ciertamente silencioso y estaba lleno de miradas
cómplices y cuchicheos sospechosos, a excepción de Regina y su compañero que
por pausas hablaban seriamente en coreano de un tema que nada tenía que ver con
las demás. Cuando el joven se despidió de todas y se fue, la morocha se topó
con los ojos curiosos de sus cuatro amigas que, en breve, empezaron a
preguntarle cosas acerca de él.
A las primeras horas de la
tarde, momento en que los rayos del sol son más fuertes y que en países
latinoamericanos denominamos “La siesta”, las chicas salieron del departamento
para dar un paseo. A pesar de ser lunes, Regina no tenía que ir al Instituto. Les
habían dado una semana de receso para desarrollar y presentar un trabajo de
investigación. Por eso aquella visita de Shin Wook no era nada fuera de lo común. Debían
realizar aquel trabajo, juntos. Eso explicaba también por qué, durante el
almuerzo, hablaron mucho entre ellos, levantando sospechas en sus amigas. Pero Regina
no pudo evitar preguntarse qué hacía que las demás chicas insinuaran que podía
pasar algo más. Sara la sacó de sus meditaciones.
-¿Vamos a ir en subte de
nuevo? -le preguntó, viendo que pasaban cerca de unas escaleras subterráneas.
Tenía una camisa roja, larga a cuadrille y usaba sus lentes de marco con unos
jeans, y zapatillas del mismo color verde de sus lentes.
-¿Otra vez? -se quejó
Morena. Llevaba dos camisetas largas superpuestas, una finita y negra debajo de
una gris de algodón, que era bastante entallada y con un poco de escote, unos
jeans bien azules y se abrigaba con una campera de cuero, que era muy abrigada
en la parte interior-. No es que tenga nada en contra -explicó- pero ya que
estamos conociendo Corea… deberíamos hacer eso. Ósea, ¡conocerla! -enfatizó con
una sonrisa.
-¿Y qué propones al
respecto? -retrucó la pelirroja- Sea adonde vayamos, necesitamos un transporte
¿no?
-¿Qué? ¿Acaso no podes
caminar? -le indagó Janet en tono burlón. Tenía puesto un yérsey con líneas
gruesas horizontales entre azul y color crema, unos jeans gris claros y unas
zapatillas converse azules- Digo, para eso tenés un par de pies.
-Claro -contestó su amiga
sarcásticamente- y con éste par de pies, yo voy a caminar por todo Seúl…
-Bueno, podemos tomar el
colectivo para variar -aconsejó Regina al notar que se avecinaba una tormenta
entre sus dos amigas. Usaba una blusa blanca mangas largas, con puntillitas,
una falda rosa, unas pantimedias blancas y un buzo muy característico de ella
que tenía corazoncitos entre verde y rosado. Llevaba el pelo suelto y ondulado,
como a moda de allá y adornado con un pequeño brochecito del lado izquierdo.
-Colectivo… -repitió
Cassandra con cierto nerviosismo en la voz. Se había puesto un sombrero bombín
negro para disimular y aplastar el volumen que se le había hecho en la
coronilla, usaba una camisa azul marino con un chaleco negro de moda y unos
jeans bastantes gastados y entallados. Con unos borceguíes.
-Cass, no te va a pasar
nada -trataba de convencerla Morena-. Nunca entendí esa fobia que le tenés a
los transportes públicos. Y además, el viaje no va a durar mucho tiempo.
-Sí, Cassie, no te
preocupes -la tranquilizó Regina-. Yo voy a estar con vos y voy a distraerte.
Vas a ver que el viaje te va a parecer rapidísimo. En un abrir y cerrar de ojos
-hasta ese momento, Morena, Janet y Sara seguían sin saber cómo Regina tenía
esa capacidad inherente de tranquilizar
a Cassandra o a cualquiera, con sus palabras tan sutiles y dulces llenas de
paciencia. Era un talento sólo visto en las mejores enfermeras. Cassandra se calmó rápidamente-. Bueno,
suerte que salí con la tarjeta para marcar… -la sacó de su billetera y se lo
mostró a las chicas-. Con esto se paga el colectivo. Ahora, dos cuadras más
hacia esa dirección, al doblar la esquina -señalo hacia la izquierda- hay una
parada de autobús.
-En marcha… -ordeno
Morena, como si fuera la cabecilla del grupo.
Las chicas iban caminando distraídas. Mirando las
vidrieras de algunos negocios y murmurando. Regina, que guiaba el paso, iba
delante de todas y al ser de un andar ligero, prendida del brazo de Morena,
hacía que ésta trotara a su ritmo. A pesar de que Sara solía ir despacio, como
estaba charlando con la morocha, ella también iba a la misma velocidad. Por el
contrario, Janet y Cassandra iban un poco rezagadas, debido a que la castaña
ponía un atento cuidado en no chocarse tanto con los transeúntes y la pelinegra
se detenía a ver alguna que otra cosita,
que le llamaba la atención de algún negocio. Cuando las dos estaban a
punto de doblar la esquina, un transeúnte, que tenia puestos unas gafas para el
sol y una bufanda tapando su mentón, iba en dirección contraria a ellas y, sin
advertirlo, se chocó bruscamente con Janet haciendo que ambos cayeran al suelo.
Todo pasó tan rápido, que Cassandra reaccionó recién cuando vio que aquel
hombre estaba encima de su amiga. Estaba muy cerca de Janet.
-¡Omo! (¡Oh! / ¡Dios!) –fue
lo único que pudo soltar.
El joven se levantó de
repente y le dio una mano a Janet para que hiciera lo mismo. Moduló un “miane”
(Disculpa), algo informal, mientras se agachaba levemente y con prisa para
luego continuar su camino un poco apurado.
Cassandra profirió algunas
palabras con respecto a la falta de educación de aquel chico y el poco cuidado
al caminar por la zona. Pero la castaña sólo observaba cómo se alejaba, y se recordó
el vuelco en el estómago que sintió en el momento que se cayeron. Por alguna
razón inexplicable aquel extraño le pareció… no estaba segura qué fue lo que
exactamente le pareció.
-¿Estás bien? -le preguntó
Cassandra.
-Si… -contestó Janet un
poco confundida.
Al fin, se encontraron con
las otras en la parada. Sara y Morena les preguntaron por qué se habían tardado
y entonces, Cassandra les explicó lo sucedido. Luego de un rato, llegó el
colectivo, el cual tenía un aspecto viejo y muy usado. Cuando subieron, Regina
marcó la tarjeta y entabló una conversación en coreano con el chofer, mientras
las chicas se ubicaban. Había pocos lugares vacíos, sólo dos asientos para ser
exactos y he ahí la cuestión de quienes se sentarían.
-Bueno, que se siente
Cassandra en uno -dijo la morocha- de ese modo, no se va a sentir mal ni nada.
-Si es verdad -secundó
Sara- y mejor que se siente también Janet… -propuso- te veo un poco más pálida
de lo normal.
-No…estoy bien -contesto
su amiga cambiando un poco el semblante.
-Siéntense -les mandó
Morena y como la chica era de carácter fuerte, no les quedó de otra que hacerle
caso.
Cuando Regina volvió, les
dijo que el chofer les iba a avisar cuando estén cerca del centro comercial. Y
luego de eso, cada una estaba en lo suyo. Cassandra trataba de disfrutar el
paisaje pero no le generaba muy buenos resultados. Janet seguía pensando en lo
ocurrido con aquel transeúnte y además de eso, la molestaban los movimientos un
tanto bruscos del colectivo. Sara y Morena seguían la perorata que habían
empezado cuando iban caminando para la parada. En ciertos momentos, la morocha
no podía evitar el preguntarle algo acerca de Yun Jae y recordarle acerca de su
cita con él. Ella trataba de desviar el tema y la mirada, sólo para que no vea
el rubor que se le hacía en las mejillas por el asunto. Regina seguía atenta el
camino que daba el colectivo, no quería perderse ni que sus amigas se
perdieran. En una de esas ocasiones en que Sara tuvo que mirar para otro lado,
dio con los ojos atentos de un hombre de mediana edad que estaban puestos en
ella. Eso la hizo tener escalofríos y no en el buen sentido. La veía de una
manera que la asqueaba y la incomodaba. Asique trató de concentrarse en la
conversación con su amiga. Cualquier cosa era mejor que ver a ese tipo.
Pasaron algunos segundos.
Cassandra empezó a sentirse mal del estómago, producto de cierta ansiedad y de
los nervios. Janet, en cambio, comenzó a dolerle la cabeza debido a que no
podía aguantarse los golpes que daba el colectivo. Morena le preguntaba algunas
cosas a Regina, quien seguía mirando el camino transcurrido. Sara volteó para
sacarse el mechón de cabello que tenía adelante y notó que el hombre que la
observaba anteriormente, estaba ahora más cerca. Esto la sobresaltó un poco,
pero después pensó que a lo mejor sólo era cosa suya y que tal vez el hombre
nunca se movió de su lugar.
Después de unos minutos,
las que estaban sentadas rezaban para poder bajarse de una vez porque ya no
aguantaban más estar ahí. Regina se fue adelante a preguntarle al chofer cuanto
faltaba para llegar, y Morena finalmente se dio cuenta de que algo le afectaba
a su amiga que estaba al lado suyo. Durante todo ese tiempo, Sara trato de
pensar en otra cosa pero le fue imposible tal acción. El hombre fue avanzando
de a poco cerca de donde ella estaba hasta estar atrás suyo. Ahora sabía que no
era producto de su imaginación. Como estaban muy cerca, ella sentía la
respiración lenta y pausada del hombre.
-Tengo ganas de vomitar…
-murmuró, como si pensara en voz alta.
-¿Qué te pasa? -le
preguntó su amiga, escuchando lo que dijo- ¿Qué te incomoda?
-Nada -respondió pero sus
ojos no decían lo mismo y su cabeza dio un leve movimiento indicando hacia
atrás.
La otra fijo los ojos
discretamente en la persona que estaba detrás de su amiga y, cuando vio que el
hombre estaba a punto de inclinarse en dirección a la pelirroja, exploto en
defensa de esta.
-¡NO TE ATREVAS A
CLAVARLE TUS SUCIAS GARRAS A MI AMIGA,
VIEJO DEGENERADO! -gritó en español sin la mínima intención de bajar la voz por
educación- ¡NO CREAS QUE NO ME DI CUENTA DE TUS INTENCIONES AL VER LA EXPRESION
VOMITIVA DE TU CARA!
Sus palabras causaron tal
revuelo que todos los pasajeros pusieron cara de horror. El hombre en cuestión
se asustó tanto, que inmediatamente fue hacia atrás y pidió bajarse, tocando
reiteradamente el timbre. El chofer paró en seco y aquel desvergonzado pudo
bajarse al fin. Sólo entonces, Morena profirió una expresión de triunfo que no
duró demasiado, debido a que el colectivero les pidió a ella y a sus amigas que
se bajaran también. Las otras tres que ni enteradas estaban del asunto, se
quedaron estupefactas cuando ella empezó a gritar de la nada. Cass y Janet no
entendían lo que pasaba y Regina no sabía cómo reaccionar de la vergüenza que generaba aquella escena.
No obstante, en el momento en que se tuvieron que bajar, Cassandra y Janet
fueron rápidamente sin lamentarlo y Regina, a pesar de todo, le pareció injusto
que las echaran y exclamó en coreano “Que mala educación la de usted, señor
conductor”.
Ya estando caminando por
las calles, Sara les explicó a las otras el incidente y todas felicitaron a
Morena por lo que hizo, aunque la consecuencia haya sido tener que andar
errantes por esos lugares, hasta que su tan instruida amiga pudo reconocer una
de las calles. Antes de eso, la pelirroja se acercó a la morocha y le agradeció
el gesto con un sincero asentamiento de cabeza.
Luego del “pequeño” incidente, al fin entraron en un café
bastante amplio, cálido y tentador desde la vista de la vidriera, donde se veía
un mostrador de pasteles, aparentemente exquisitos. Cuando ya estaban adentro,
notaron la majestuosidad del espacio sobre todo porque casi no había gente.
Todas las mesas estaban perfectamente organizadas, sin ocupar nada.
Inmediatamente fueron a sentarse al fondo que además era el lugar donde tenía sofás
con respaldo de cuero blanco y les quedaba más cerca el baño. Aprovechando la
proximidad, Cassandra dijo que se iría un momento y ya volvía. Las chicas le
dieron un “ok” y fueron a sentarse. Revisaron el menú para ver qué iban a
pedir.
-Pero ¿¿¿QUE??? -gritó Janet y sus amigas le hicieron señas
de que se callara- Yo no pienso pagar eso por un café.
-Janet ¿Hace cuánto que estas acá y ya te sabes la
jerarquía del valor monetario? -le increpó Morena.
-Se lo suficiente para darme cuenta cuando me estafan -argumentó-.
Yo no sé ustedes, pero creo que lo mejor es irnos a otro la… -Sara la sentó en
su lugar de nuevo antes de que pudiera terminar la frase.
-¿No te diste cuenta por qué zona estamos? -le reprochó- El café más cercano a éste, es el de la otra
vez y yo no pienso volver a poner un pie ahí.
Janet refunfuñó pero hizo caso a su amiga. Ella tampoco
deseaba volver a ese café maldito lleno de hipócritas descorteses.
-¡Nunca más! -profirió
Sara, una vez que Cassandra volvió y se sentó en su lugar– Nunca más voy a
subir a un colectivo de ningún determinado país y menos si es en Corea…
-Sara, me parece que estas exagerando un poquito –Regina
intentaba razonar con ella-. Esas cosas pasan frecuentemente y, además, el
sistema de transporte público de acá, según muchos turistas es excelente...
Cassandra y Janet miraron hacia un costado al mismo tiempo.
Su expresión parecía decir “Si vos decís…”
-Pfff… pero ¡por favor! El 105 más fiero que me tomo en
Argentina, está mucho menos destartalado, va más rápido y la gente te acosa
menos… -secundó Morena a Sara.
-Oh… ¡Shut up! -demandó Sara, que se acordaba de todo el
acontecimiento- No me hagas recordar a ese viejo asqueroso…
Ante todo esto, Regina no sabía qué decir. Era la primera
vez que le pasaba. Ella siempre había viajado muy bien en colectivo.
-Definitivamente la próxima vez que queramos ir a algún
lado y quede lejos, nos alquilamos un auto y problema solucionado -sentencio la
pelirroja.
-Bueno, en ese caso, tengo un compañero que el padre
alquila y vende autos, es bastante accesible con el precio. Lo voy a llamar
esta tarde -comentó Regi y todas estuvieron más aliviadas.
Regina llamó al mozo que estaba cerca. El lugar estaba
prácticamente vacío. Probablemente por el horario o por el día. Además de
ellas, que estaban en el fondo, había una pareja cerca de la entrada, un
anciano que tenía unos anteojos increíblemente gruesos en el centro tomando un
espumeante café y leyendo algo que parecía un periódico y unas tres niñas con
uniformes de secundaria baja, según la explicación de Regina, sentadas en una
esquina cerca del baño, que ya habían pedido la cuenta.
-Esto es una muerte… -dijo Morena.
Luego de que el mozo se acercara y preguntara qué querían,
en un tono muy amable “a diferencia de otros”, pensó Sara, entró a la cafetería
un chico alto y bastante atlético que usaba unos lentes de sol y un gorro,
junto con unos jeans y un saco de traje. A juzgar por su modo de caminar y su
actitud, parecía que fuera un idol pero las únicas que se dieron cuenta de su
llegada fueron Morena y Janet. Sara y Cassandra estaban sentadas de espaldas a
la puerta de entrada y Regina estaba ocupada mirando al mozo y pidiendo lo que
sus amigas querían.
El chico coreano se
sentó en uno de los lugares en el centro de la cafetería, se sacó el gorro y
los lentes y empezó a hojear una pila de papeles que llevaba en la mano. Llamó
al mozo e inmediatamente, éste último apareció haciendo reverencias, como si
estuviera pidiendo disculpas, luego anotó lo que el chico le pidió y se alejó.
En un momento, este joven giró la cabeza para ver hacia afuera y ahí es cuando
Janet notó algo.
-Ese chico se me hace muy familiar…
-A mí también –la secundó Morena.
-Pero ¿de dónde? –se preguntó Janet y luego de
unos segundos al fin recordó. Ellas siempre que veían la serie o “dorama”, como
lo llamaba Regina, pasaban propagandas con la cara de un chico que su amiga
adoraba y que Cassandra, por el contrario, odiaba con todo su ser. Le parecía
cómico que su amiga tuviera un sentimiento tan intenso por alguien que ni
siquiera conoce y cuando le preguntaban por qué tanto odio insensato ella solía
decir “Porque odio ese tipo de chicos que son tan arrogantes y se creen súper
lindos y aparecen en todos lados con una sonrisa que dice ‘I’m sexy and i know
it’. Aish… Simplemente lo detesto”, con expresión de irritación. Janet se rio
por lo bajo y sus cuatro amigas la quedaron viendo.
-Mmm… sólo me estaba acordando de algo…
-argumentó vagamente.
-¡Ah! y ¿de qué? -preguntó la pelirroja
curiosa.
-Solo de cosas… cosas -se acercó a Morena para
decirle algo al oído y Sara se ofendió.
-Chicas ya vuelvo -anunció Cassandra-. Creo que
me olvidé mi pulserita en el tocador -se levantó y se hizo camino hasta el
baño. Pasó cerca de la mesa del famoso, quien estaba concentrado mirando unos
papeles que tenía en mano. Ninguno de los dos se percató de la presencia del
otro. Las dos amigas los seguían con la mirada sin pestañear. Luego de unos minutos,
volviendo del baño, pasó por el mismo lugar. “Tan distraída, como siempre”
masculló la castaña y la morocha de rulos sonrió. Regina y Sara hablaban de otro
tema en ese momento y así que no prestaron atención a las demás. De repente,
cuando iba pasando al lado de Kim Hyun Joong, algunas de las hojas se volaron por
un mal movimiento del muchacho. Morena y Janet abrieron bien los ojos, querían
ver la reacción de su amiga. Desafortunadamente y un tanto predecible, ella
sólo levantó los papeles y los puso en la mesa del chico sin mirarlo. Él se lo
agradeció en coreano con el rostro inexpresivo y sin verla. Y así ambos
siguieron con sus vidas como si nada.
-Bueno, él también vive en su mundo ¿no? -le
comentó Morena a Janet.
-Supongo que tendremos que darle un
empujoncito… -propuso la castaña con una idea perversa en mente, la cual
compartió con su cómplice de inmediato- ¿Qué te parece?
-Hagámoslo -contestó la otra.
Cassandra se sentó en su lugar y advirtió que
sus amigas frente a ella, la observaban con
extraño semblante.
-Bueno ¿y que tanto me ven? –preguntó Cass
sujetándose de su taza de café, que sirvieron en su ausencia.
Regina y Sara pararon la charla que estaban
teniendo.
-Chicas… -empezó a decir Janet- More y yo tuvimos una idea para hacer el día
más interesante…
-Soy todo oídos -agregó Sara, que se había
molestado porque no la incluyeron en sus planes macabros.
-¿Qué les parece si jugamos a “verdad o
consecuencia”? –planteó Morena con una sonrisa traviesa
-¿Ese es su brillante plan? -ironizó la
pelirroja que esperaba algo más grandioso.
-Bueno ¿quieren o no? -preguntó la castaña con
mirada demandante. Todas dijeron que si con pocas ganas. Al ver esto, sonrió
mostrando toda su dentadura- Bien…empecemos con Cassandra.
-¿Por qué yo primera? -protestó.
-Porque sí. ¿Verdad o consecuencia?
Cassandra debía pensar muy bien esas dos
opciones. No era una persona de muchos secretos y sus acciones era bastante
predecibles. Sin embargo, sus amigas encontraban siempre la manera de
avergonzarla cuando elegía la opción “verdad”. Alguna que otra quemada nunca
faltaba en la hoguera de las palabras. De tan sólo acordarse, se estremeció y
bebió un poco para pensar mejor. Por otro lado, las pocas veces que había
elegido la opción “consecuencia” también la habían abochornado. Es que sus
amigas, al ser conscientes de que ella era la más audaz y desvergonzada, le
pedían siempre cosas verdaderamente insólitas. “Rayos” pensó. Ninguna de las
dos opciones la salvaban de nada. Mentalmente, comenzó a elegir al azar entre
las dos hasta que Sara la sacó de sus pensamientos.
-Bueno, ¿y entonces?
-Consecuencia -soltó finalmente de forma
aleatoria. Luego trato de no arrepentirse de su decisión y se consoló pensando
que el lugar estaba casi vacío ese día. Al menos, sea lo que sea que le pidan
que haga, no iba a ser observada.
-Bien…espero que no te arrepientas de elegir
esa opción -insinuó Janet esbozando una sonrisa malévola-. Te reto a que vayas
hasta donde esta ese chico -señaló al actor que estaba sentado, firmando una
hoja- y le hables -sentenció-. Podes
decirle cualquier cosa que se te ocurra… pero tenés que hacer que te mire,
porque si no lo hace… -la amenazó-Nosotras lo sabremos.
-Baja un cambio, Marlon Brando -bromeó la condenada-.
Dudo que me entienda pero bueno… -se levantó de la silla. No obstante, al verlo
mejor, cayó en la cuenta de quién era- Esperen… ¿acaso él no es ese chico del
comercial con la sonrisa ganadora?
Regina, que en ese momento se había agachado
para arreglarse los zapatos, al incorporarse vio al chico en cuestión y soltó
un gritito ahogado por la emoción
-¡¡¡DIOS!!! ¡ESE ES KIM HYUN JOONG! ¡Wow! Es
más atractivo en persona…
-¡¿Quién?! -gritó Cass y provocó que el
implicado lanzara una mirada hacia el fondo del local, a lo que la chica se
puso rápidamente de espaldas.
-Así es… -afirmó la castaña- Vas a ir a saludar
a tu mortal enemigo…
-Oh no… no hay manera de que me obliguen a
hacer eso -amenazó- No lo voy a hacer…
-Oh si, lo vas a hacer… -la doblegó Morena.
-Bueno, si no quiere hacerlo, yo no tendría
problemas… -agregó Regina emocionada y levantándose de su lugar pero la morocha
de rulos la volvió a sentar.
-Nadie va a hacer el reto por ella.
-Bueno, déjenla ya. Si no quiere, no la podemos
obligar -opinó Sara, que no entendía muy bien la situación todavía. Cassandra
le dio la razón-. Podemos, en todo caso, darle otro reto que sea peor -y con
esto, su amiga se desinfló de decepción. Tenía que haber sabido que ella
también era parte del juego.
-Y ¿que podría ser peor que eso? -se tentó a
decir Janet.
-Bueno ya me convencieron -se apresuró en
contestar Cassandra- Voy a acercarme y a decirle algo…
-Esa es la actitud -la felicito Morena.
Ella fue en dirección hasta él y sus amigas la
miraron expectantes. Luego regresó, un poco nerviosa.
-Y ¿qué se supone que le diga? –preguntó
completamente alterada.
-Vos no te preocupes -la tranquilizó Janet-.
Sólo acercate y decile lo primero que te venga a la mente. Podes decirle “Te
odio” en español, si querés. Él no te va a entender de todas formas… -le
sugirió.
-Bien… está bien -se convenció un poco más
calmada- I can do this -y siguió en dirección al chico en posición firme.
-¡Fighting! (¡Fuerza!)-susurró Regina y las
otras tres le quedaron mirando. Cassandra la escuchó y frunció el ceño.
Estaba a dos mesas del chico. A medida que
avanzaba se sentía más insegura que nunca. ¿Por qué estaba así? Ni que fuera la
gran cosa. Ni siquiera lo admiraba. No lo conocía. Y tenía por seguro que ni
siquiera le caía bien. No obstante, por alguna extraña razón, no podía dejar de
estremecerse con la idea de tener que hablarle. ¿Y si le daban ganas de ir al sanitario
justo en ese momento? Con la sola idea de pensarlo, ya le entraron las ganas.
- Se fuerte vejiga -intentó apaciguarse-. Estamos
juntas en esto.
Una vez al lado del coreano en cuestión, su cabeza se quedó completamente
en blanco. No sabía qué decirle. El famoso estaba en ese momento atendiendo una
llamada, mientras tomaba un sorbo de su café que hace tan solo unos segundos le
habían traído. Su tono de voz en coreano, le pareció tan serio y tan aburrido,
que de alguna manera la intimidó. Siguió con los ojos hacia donde estaban
sentadas las chicas y vio cómo Morena insistía en que le hable al chico y no
pierda el tiempo; y Regina hacía señas de que le pida un autógrafo para ella,
con una sonrisita irresistiblemente dulce. La estaban volviendo loca. Volvió
los ojos hacia el chico. Este había
cortado la llamada y ahora la estaba observando
sereno y completamente quieto, con cierta arrogancia en su postura.
Cassandra tenía los ojos como platos.
-Emm… ¿Can-I-borrow-the-sugar-please? –masculló, en inglés. Fue lo
primero que se le ocurrió decir para
cumplir su cometido. De todas maneras, el idol la miraba sin necesidad de que ella pronunciara palabra alguna. Él,
al principio no entendió lo que le dijo y se lo hizo saber por la expresión de
los ojos.
-The sugar -repitió ella señalando los sobres que habían en su mesa.
-Oh... -se limitó a decir cambiando el semblante y le hizo una seña con
la cabeza para que se los llevase sin problemas. Ella le hizo caso y se llevó
dos sobres. Ya estaba completamente salvada de la situación. Después de todo,
fue muy sencillo. Se dirigía hacia las
chicas con el rostro triunfante cuando algo la hizo cambiar pararse en seco.
Detrás de ella, escuchó que él se reía.
Y probablemente de ella. Simplemente no pudo soportar la idea de que se
burlara. Y así, como una mujer de color en una de esas películas
estadounidenses, giró y dijo “Oh no, you didn’t”, ella se dio media vuelta con
plena confianza y dispuesta a defenderse.
-¿Excuse me? –preguntó la joven arqueando una ceja. Él le devolvió la
mirada completamente animado.
-¿Qué? ¿Acaso pensaste que podías engañarme con eso? -le contestó en
coreano, cosa que a Cassandra le pareció muy desubicado de su parte- De todas
las excusas que las chicas han inventado para venir a hablarme, ésta
definitivamente ha sido la más patética.
La joven lo miró atónita. No podía comprender lo que decía en absoluto,
pero no le era difícil adivinarlo por la postura soberbia que adoptaba.
-Escucha esto, coreanito creído -empezó a decirle en español, ya sacada
de sus cabales-. Para que sepas, el hecho de que seas famoso no te hace mejor
que yo, ni que nadie y si crees que cuando te piden la hora, una dirección o en
este caso, el azúcar en realidad quieren conocerte y ser tu lame botas
personal, es porque sos un perseguido y se te subió la fama a la cabeza, y para
que lo sepas ese es TÚ problema, no el mío.
Todo el tiempo que ella había
hablado, él la observó con más detalle. Como no conocía el idioma, casi no le
dio importancia a lo que decía. Se distrajo mirándole fijamente las facciones.
Sabía que no podía ser coreana. Había algo exótico en su rostro. Y además, era
divertidísima, su actitud era atípica y no conocía a nadie como ella.
-Bueno… -siguió el chico en coreano- a pesar de todo lo que dijiste, que
por cierto, no tengo la menor idea de lo que acabas de decir y deduzco que tú
tampoco me entiendes muy bien… -Cassandra cruzó los brazos con mirada asesina-
Lo que dije anteriormente, tiene argumentos sólidos y bastantes lógicos y voy a
tratar de simplificártelos de manera que puedas entenderme -agarró unos cuantos
sobres de azúcar y los señalo-. This… are -y luego señaló las otras mesas
vacías que tenían un montón de sobres-
in everywhere. -la joven pensó que su inglés no era muy bueno, pero lo
que si era convincente era lo que decía-
Even your table -la chica se rio para sus adentros cuando él pronuncio
“table” y tocó su mesa para hacerse entender- have one.
A pesar de su pésima
pronunciación, él tenía razón. En todas las mesas, había un montón de sobres de
azúcar ¿Cuál era la razón para pedirle prestado entonces? La respuesta era tan
obvia que Cassandra se mordió la lengua y tragó su orgullo. Soltó un asqueroso
“Aish…” y se retiró increíblemente molesta.
-¡Wait! -la sujetó el brazo- Sentáte, por favor -le pidió él con su mal
inglés-. Ya estas acá ¿no? -siguió en coreano.
Ella quería decirle que no pero al ver cómo sus amigas le hacían señas
para que se siente, decidió hacerlo y ambos se miraron sin proferir palabra
alguna. Finalmente él rompió el silencio.
-Asique… -empezó a hablar
torpemente el chico en inglés, sin estar del todo seguro de sus
palabras- No sos asiática ¿no?
-Wow –le respondió con sarcasmo- ¿En serio? Sos increíblemente
observador…
Kim Hyun Joong se rio ante la reacción de la chica.
-¿Si? Bueno… es que tienes otro tipo de facciones –se explicó-, aunque
no es muy fácil saberlo, no eres precisamente rubia y de ojos azules…
-¿Qué problema tienen los hombres asiáticos con las rubias? -se preguntó
más para sí misma- ¿Acaso si no somos europeas no tenemos identidad?
-¿Siempre estas constantemente a la defensiva, como ahora? -le preguntó
en coreano- ¿O sólo yo provoco eso?
Cassandra le lanzó una mirada sombría.
-Me tengo que ir… -anunció en inglés.
-Espera… -la volvió a llamar Hyun Joong- No te vayas, chica azúcar -a
esto, la occidental se detuvo y lo miró arrugando el semblante. Al hacerlo, él
no pudo aguantar reírse descaradamente- Al menos decime tu nombre…
Ella no estaba segura si dárselo o no. Pero al fin, rindiéndose, le dio
su nombre. También se acordó de lo que le había pedido Regina y, un poco
ruborizada por la vergüenza ajena, le pidió su autógrafo.
-No tenías que complicarte tanto para pedírmelo…
-No es para mí -se apresuró en decir-. Es para una amiga -y sus ojos se
desviaron hacia la mesa donde estaban sus amigas. Para su sorpresa, se dio
cuenta que las chicas se habían ido. “Malditas traidoras” pensó “Esto seguro
que fue idea de Morena”. El chico vio a la misma dirección donde ella concentró
la vista pero no vio a nadie.
-¿Acaso venias con alguien?
-No -contestó contrariada.
El coreano rodó los ojos y en una servilleta le dedicó a su nueva amiga
un autógrafo.
-“Para Cassandra, la ‘dulce’ chica azúcar y su pequeña amiga imaginaria.
Con amor, Kim Hyun Joong” -Esto último lo escribió con letras coreanas.
-¿Dulce?
-Estaba siendo irónico. Merong (En coreano significa: sacar la lengua)
-esbozó una de sus sonrisas impertinentes. Ella le devolvió una sonrisa burlona
y antipática.
-Ahora definitivamente me voy… -dijo por segunda vez y se dispuso a irse,
pero él la agarró de la mano y se levantó. Dejó una cantidad considerable de
dinero en la mesa y agarro sus cosas.
-Déjame acompañarte –se ofreció-, al menos hasta la salida.
-Sos de esas personas que insisten e insisten hasta obtener lo que
quieren ¿no? -juzgó ella en su idioma. Él solo le respondió con una expresión
traviesa en el rostro- De acuerdo, podes acompañarme.
Ya estando afuera del café, ella buscaba con la mirada a sus amigas sin
tener ningún tipo de señal. Hasta que se topó de nuevo con los ojos de aquella
celebridad coreana.
-¿Buscas a alguien? -le preguntó curioso.
-Supongo que a nadie -musitó Cassandra en su idioma, con una expresión derrotada…
-Pues bien… -empezó a decir en inglés- si no tienes nada mejor que hacer
ahora… acompáñame -le decía con una sonrisa perfecta. Agarró su mano y la
arrastró hasta donde estaba estacionado su vehículo. A pesar de sus protestas e
intentos por zafarse de él, Cassandra no podía separar su mano de la de Kim
Hyun Joong ¿Qué diantres se proponía? Nunca había conocido, en su vida, alguien
tan molesto ¿Cómo podían llevarla así, contra su voluntad? Tenía que hacer
algo… ¿pero qué? De repente se le había ocurrido gritar fuerte en el medio de
la calle y que lo reconocieran o ponerse a llorar histéricamente para que éste
se asuste y la dejara ¿Y dónde demonios estaban las chicas en esos momentos?
Iba a poner en marcha su plan cuando de repente el chico se dio la vuelta, la
atrajo hacia sí y, como le tiro del brazo tan bruscamente, ambos se quedaron a
un suspiro de distancia. A pesar de que el joven en cuestión era mucho más alto
que ella, pudo ver cómo sus ojos se posaban en los suyos. Fue tan fija y segura
aquella mirada, que en ese instante Cassandra se olvidó de lo que iba a hacer.
El chico se acercó más, lo que hizo que ella retrocediera unos pasos. Por fortuna,
sonó un celular. Él lo sacó del bolsillo de la chaqueta y contestó. El que
hasta ahora la observaba fijamente, cambio la expresión y siguió la
conversación en coreano, en un tono neutral. Ella soltó aire y al hacerlo, se
acordó que involuntariamente había contenido la respiración anteriormente,
cuando él la había mirado. Entonces se acordó de sus amigas y del plan que no
pudo realizar. Se decidió a llamar a alguna de ellas y escaparse antes de que
el otro cortara su llamada.
El tiro le salió por la culata.
Cuando sacó su celular y discaba el número de Janet, la joven estrella se lo
arrebató de las manos y con una impresionante rapidez, como si fuera que
tuviera Parkinson, escribió algo con el teclado. Luego su móvil volvió a sonar,
pero esta vez no atendió. Sólo continuó marcando los botones y cuando terminó,
se lo pasó a su espectadora que trataba de alcanzar el teléfono, sin éxito
alguno, porque él lo alzaba a una altura inaccesible para Cass.
-¿Qué fue lo que hiciste? -le reprochó la chica, muy enfadada.
-Sólo te agendé mi número y de paso guarde el tuyo en el mío…
-¿Y quién te lo pidió?
-No fue necesario que me lo pidas…
-Voy a buscar tu número en este momento y borrarlo ¿sabes? -le apuntó
desafiante- No tengo ningún interés en volverte a ver.
-Eso no fue lo que expresaste cuando me devolviste la mirada hace un
rato –señaló, levantando una ceja. Cassandra se mordió el labio inferior y
empezó a buscar frenéticamente el número para eliminarlo bajo sus narices-. De
todas formas es inútil -continuo éste-. Aunque lo borres, yo ya tengo tu
número, y si decido que un día cualquiera
estoy lo suficientemente aburrido como para molestarte… ni modo -y
esbozó una sonrisa pícara mientras encogía los hombros. A la joven ya le salían
chispas. Estaba a punto de matarlo con sus propias manos-. Bien… -soltó en tono
concluyente- debo irme. Tengo que seguir con lo mío -ella lo seguía mirando
atónita por la impotencia, él le devolvió una expresión sarcástica y abrió la
puerta delantera de su auto-. Adiós. Este primer encuentro fue… interesante -sonrió
de par en par. Subió a su vehículo y se fue.
-¿Qué es lo que exactamente acaba de pasar? -se preguntó ella entre
perpleja e indignada. Su móvil sonó. Estaba preparada para soltar las injurias
más hirientes y sucias de la historia de la humanidad, si ese sinvergüenza
prepotente era el que la estaba llamando. Pero era Morena. Asique las injurias
fueron peores- ¿SE PUEDE SABER DONDE METIERON SUS NARICES, MALDITAS
TRAIDORAS TRAMPOSAS?
-LO MISMO TE PREGUNTO, QUERIDA… -contestó su amiga, en el mismo tono-
Nosotras estamos afuera del café. Te estamos esperando.
Cassandra suspiró profundamente. Le dijo a su amiga que ya iba para
allá, cortó la llamada y desanduvo sus pasos de regreso al café. Cuando al fin
se encontró con las otras, una ola de preguntas la acosaron sin piedad. ¿Qué
fue lo que paso? ¿A dónde estaba? ¿Qué hizo? ¿De qué hablo con Kim Hyun Joong?
¿Por qué se tardó tanto? ¿Pudo conseguir el autógrafo para Regina?
-No me parece justo que me pregunten todo eso, cuando ustedes fueron las
que me abandonaron a mi suerte y desaparecieron… -les reprochó Cassandra.
-Bueno, me parece que estas exagerando -afirmó Morena de lo más
tranquila-. Ya habíamos terminado lo nuestro y queríamos salir un rato afuera… no
es nuestra culpa que te distrajeras con el chico lindo… Además, al principio
vimos cuando saliste, pero luego de un rato te desapareciste de la nada ¿Dónde
te fuiste?
-¿Conseguiste mi autógrafo? -preguntó con énfasis Regina. Cassandra rodó
los ojos.
-Acá tenés… -y le pasó a su amiga la servilleta de papel que el coreano
había firmado. Su tierna amiga lo recibió con emoción y lo leyó. Luego de unos
segundos, se exaltó y le preguntó a Cassandra.
-¿La dulce chica azúcar y su amiga imaginaria? -Todas posaron sus ojos
testigos en la susodicha y ella se ruborizó. No sabía si contarles o no lo que
había pasado. Había algo en la escena anterior que no quería que sus amigas
supieran. Además, de alguna forma u otra terminaría diciendo que él le dio su
número y las insistencias de Regina la obligarían a volver a verlo.
Definitivamente tenía que cerrar la boca. Pero las miradas que le dedicaban las
chicas, le impedían ser una tumba.
No obstante, el destino le fue favorable. Repentinamente, Morena recibió
una llamada. El número de remitente era desconocido. Y ella, al atender, tenía
una expresión muy confusa y mantenía la conversación en inglés con un tono nervioso
en la voz. Lo que provocó que todas pusieran su punto de atención en la
misteriosa llamada, incluso Cassandra que se sintió más aliviada después de eso.
Todas le preguntaban quién era, pero ella las ignoró por completo. Luego de
unos minutos, la morocha cambió su tono de voz a uno más confiado.
-No sé exactamente por qué le pediste mi número a mi amiga ni qué
pretendes con esto, pero no puedo
asegurarte nada -luego de estas palabras, Morena escuchó algo del otro lado del
auricular que, de alguna manera, logró ruborizarla e hizo que sonriera
levemente y de costado pero después, pestañeo sorprendida y miró su celular.
Las demás espectadoras la siguieron con la vista, esperando con ansiedad que
diga de una vez quién la llamó.
-Era Taeyang -respondió
Morena al ver las expresiones expectantes de sus amigas.
"Para la dulce chica azucar y su amiga imaginaria..." siempre me rio de eso!
ResponderEliminarbuen trabajo chicas XD (Jime)
Muchas gracias...!!! Esperamos que te siga gustando la historia, como hasta ahora!!! XXO...! :D
ResponderEliminarNo es costumbre dar propina en los café. ¿Es costumbre afanar celulares a las chicas para sacarles el número? Jung Bin, Taeyang,Yun Jae, Kim Hyun Joong. Yo los nombro y me traba toda la lengua, jaja... Por cierto, buen detalle que los hayan nombrado a los 4 en el capítulo... Faltan Janet y Regina nomás (Espero sus candidatos no se llamen Yen Yang Bung y Jem Jaren Yag, porque me voy a hacer un bardo para nombrarlos, jaja).
ResponderEliminarSigan así, chicas! :D
GG.
Asi parece verdad?? Solo esperemos que esta sea su peor costumbre... XXO..!! :)
ResponderEliminarpara cuando la foto de shin wook?
ResponderEliminarYa subimos la foto de Shin Wook! Gracias a todos por leer y comentar! Siempre apreciamos sus opiniones y aun sus criticas! :) xxo
EliminarPor toooooooodos los videos que he visto de KHJ, creo que en lo único que se parece al de acá es en la nota... Pero es muy gracioso!! Por cierto, creí que Cass no era tan vergonzosa...
ResponderEliminarEste capitulo fue muy divertido!!
Creemos que Cass no es vergonzosa... Es mas por tener q tratar con alguien tan molesto para ella. Pero tal vez la entiendas mas adelante, cuando la conozcas mejor! xxo...!!
ResponderEliminarWEEEEE k arrogante el tipo D: sii Cass metele piña nomas jajaja es invancable!
ResponderEliminarme mato la sugerencia de janet ja:
cass: hola!
Kim Hyun Joong: emmm hi
cass: te odio
Kim Hyun Joong: .___.?
jaja xD
muy divertido ste capitulo ^^
Voy a leer lo ùltimo!!! me gustò como dejaron un pequeño fondo blanco para poder leer mejor ^.^
ResponderEliminarSaludos CHICAS!!!!!!!!! Las felicito por este gran trabajo :')
Y en estos dìas preparo KIMCHI ^.^
ResponderEliminarHolas Muchachas latinas en Corea :P
ResponderEliminar(-Bueno, él también vive en su mundo ¿no? -le comentó Morena a Janet.) Creo que Hyun Joong todavía estaba dormido jajaja....
Me gusto la escena de la cafeteria (interior) y si la verdad que él no habla ingles jajaj... Pero le cagó a Cassandra la verdad que no le quedó otra que trgarse su orgullo.
y por ultimo se nota que Cass, se lo queria quitar de encima muajaja (sarcasmo). La verdad que con esa sonrisa que tiene yo no le niego nada.
Ari!!!
Aaaah me super emocioné con la llamada de Tae!!! Ari again!!
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