“Éramos como desconocidos que se conocían muy bien"
(Big Fish)
(Big Fish)
Lo
normal sería comenzar este capítulo como todos los demás, haciendo hincapié en
el día de nuestras protagonistas, pero de seguro antes querrán saber qué hizo
Regina el día anterior hasta que llegó a su departamento y sus amigas la
hostigaron a preguntas que, siendo evidente, prefería no responder pero por
gracia divina llegó Sara para salvar a su acorralada amiga del aprieto,
metiéndose ella en estos. El resto ya lo sabemos. Ahora, un rápido resumen del
día anterior de Regina después que se escondió de sus amigas en la pequeña
tienda de ramen. Había pasado toda la mañana con Shin Wook y otros tres compañeros de estudio (contando a
la chica que días atrás se había ofendido por el estornudo de Cassandra),
programando los trabajos que debían entregar en las próximas semanas. Luego,
nuestra protagonista y su buen amigo salieron a almorzar. Desafortunadamente
para ella entraron al lugar equivocado ya que sus amigas también almorzaban ahí
y ella no quería que la vieran. Ya bastante la dejaron pensando con todo lo que
opinaban de Shin Wook y no quería tener que ponerse a pensar otra vez si
tendrían razón o no, eran buenos amigos, muy buenos y por ahora ella quería
mantenerlo así. Aunque sus amigas opinaran diferente acerca de él. Tampoco ella
notaba señales de acercamientos de su parte, o tal vez prefería no fijarse en
eso. Y por esto es que Regina prefirió evitar a sus amigas todo el día, para no
tener que estar incómoda con Shin Wook, sabiendo que a él también debería verlo
todo el día. Después de excusas innecesarias y un poco extrañas de por qué no
quería almorzar allí, Shin Wook llevó a su apurada amiga a un restó cerca de
allí, donde servían buen spaguetti, la comida preferida de Regina. Luego su día
fue de lo más normal, después de su almuerzo fueron a una tienda nueva de
aparatos electrónicos donde Shin Wook se compró una de esas agendas
electrónicas, ya que solía ser muy olvidadizo y pensó que sería una buena
inversión. La tarde la pasaron de charlas y cafés, del departamento de Shin
Wook a un parque donde había estatuas vivientes que iban divirtiendo a todos
los transeúntes e incontables niños que pasaban por allí. AL final, Regina
volvió a su departamento. El resto de la historia ya la conocemos.
Ahora
el problema lo tenía Sara. ¿Qué hacer? ¿Qué decir? Sus amigas ya la habían
obligado a ir al estudio y en el fondo quería hacerlo, pero no estaba muy
segura de todo esto. Casi no lo conocía, haber tenido una cita no era
suficiente excusa. Ella no era del tipo de chicas que se enamoran rápido ni que
se ilusionan con flores y bombones. Pero sus amigas ya lo habían planeado todo
y querían conocer al chico que intranquilizaba un tanto a su pelirroja amiga. Y
a juzgar por la cita no podía decir que le cayera mal, al contrario, era
agradable y atento, aunque a veces la sacaba un poco de quicio. Y recordando a
su amigo que le parecía un tanto extraño, se dio cuenta de que no podía darse
una opinión ya que no lo conocía, así que decidió no contrariar a sus amigas y
pasar una tarde con música, buena o mala, eso dependía de si Yun Jae decía la
verdad. Por los detalles que él le había dado, Sara tenía buenas expectativas
sobre la banda. Todavía no le había avisado nada acerca de ir con sus amigas, así que pensó que era el
momento oportuno para hacerlo. Buscó su celular, que siempre estaba en algún
lugar recóndito de su bolso o en el peor de los casos en alguna parte del
montón de ropa que solía haber sobre su cama, ya que el ir y venir diario y el
dormir a veces en lo de Regina o otras en el hotel le impedía ser un poco más
ordenada. Afortunadamente la noche anterior, mientras las demás fueron por la
cena, Regina vio su departamento bastante desordenado y como sus amigas
pensaban quedarse a dormir, se puso a ordenar meticulosamente los dormitorios.
Una manera que tenemos las mujeres de descargarnos cuando alguna preocupación
nos apabulla, así que cuando Sara fue a buscar su celular no hubo que hacer un
gran esfuerzo en encontrarlo. Lo tomó y buscó el número entre sus contactos. Había
dos opciones: "Llamar" o "Enviar mensaje de texto". Dudó unos segundos sobre qué hacer, mirando
la pantalla, hasta que decidió que un mensaje era más informal y menos
expuesto. Lo sé… estas chicas sobrepiensan algunas cosas.
"
Hola! iré con mis amigas al estudio, a qué hora está bien?" Escribió en ingles y ese fue todo su mensaje.
Dos segundos más tarde su celular sonaba.
"
Perfecto, no hay problema! a las 5 está bien, queres que pase a buscarte?"
fue la respuesta de su mensaje.
"no
gracias, puedo ir sola, nos vemos más tarde...a las 5!"
5
segundos más tarde...
"Okey”.
Y así
quedó todo hasta que dieron las cuatro de la tarde y entre charlas y café, sin
olvidarse de la novela de las tres la cual Janet, Cass, Regina ni Morena podían
dejar de ver, porque parecían ser capítulos finales y al darse cuenta
repentinamente de la hora, todas empezaron alborotadas a cambiarse. Está demás decir
que terminaron vestidas de lo más casual, sin dejar de ser ellas mimas, claro.
Ya saliendo del departamento de Regina, caminaban buscando un taxi cuando, de
repente, ésta se paró en seco y se volvió hacia Sara que iba detrás de ella.
- ¡Sara!
La dirección… ¿La tenés? -preguntó casi alarmada. Habían planificado todo pero jamás le había
pedido la dirección del lugar, aunque todavía no se podía considerar experta,
sabía que podría ubicarse al ver la dirección del estudio. Sara rebuscó en su
bolso y sacó una servilleta escrita en coreano y algunas palabras en inglés y
se la dio dudando.
- No
se... ¿y si mejor volvemos? -se arriesgó a preguntar la pelirroja, sabiendo
cual sería la respuesta.
- ¡Ni
loca! Olvídate -respondió morena al ya casi dejavú de Sara.
-
Además, en el fondo querés ir... ¿o no? -dedujo Janet sonriendo malévolamente
mientras miraba a Sara que le devolvía la mirada echando chispas.
- Y
tenemos curiosidad... -agregó Cass que iba junto a Janet y parecía unírsele al
juego, mientras miraba hacia la calle buscando un taxi.
- ¿De
qué? No es la primera vez que ven una banda... -contestó una exasperada Sara,
disimulando estar desentendida del comentario de su amiga.
- ¡No
te hagas! Decimos por Yun... Yun... Yu… -Janet no recordaba el nombre
- Jae
-finalizó la aludida, cruzada de brazos.
- ¡Ay!
Ya no peleen ¿sí? -Regina miraba la servilleta y la calle y luego volvía a la
servilleta arrugando las cejas, hasta que su expresión de concentración se
despejo por completo- ¡Ah, chicas! ¡Ya sé donde es! No es tan lejos... es acá
cerca -miró a sus amigas sonriente y satisfecha por ubicarse sin tanto
esfuerzo.
- ¡Allá
hay un taxi! Corran -las apremió Morena que hasta ahora, no quería meterse en
la conversación de Janet y Sara ya que sabía cómo se ponía ésta ultima cuando
la cargaban o hacían chistes sobre algo que la ponía de mal humor. Corrieron,
efectivamente, media cuadra hasta el taxi, del cual bajaba una señora ya anciana
y una chica casi adolecente. Sara había quedado a las cinco y faltaban dos
minutos para la hora acordada, a ella no le molestaba, estaba acostumbraba a
llegar siempre tarde y Morena podía entenderlo, ya que a veces solía tener esa
mala costumbre, cosa que a las demás las ponía como locas. En especial a Janet,
que no soportaba la idea de llegar tarde y Cassandra y Regina la acompañaban en
el sentimiento, aunque a menor escala. El taxista las miró arrugando el ceño,
porque ni bien la anciana sacó el pie del taxi, éstas entraron corriendo y
saludando muy efusivamente, cosa a la que el señor evidentemente no estaba
acostumbrado. De todas maneras aceptó las disculpas de Regina y las llevó a la
dirección que ella le dictó en un respetuoso y dulce coreano. Pararon después
de diez minutos a mitad de una calle, que de un lado tenía un parque repleto de
niños jugando y del otro una tranquila fila de casas casi parecidas.
Bajaron
del taxi
observando la fila de casas brancas y deduciendo cuál de esas se parecía
más a un estudio. Llegaron a la conclusión de que ninguna. Quedaron alrededor
de cinco minutos paradas en la acera del parque, hasta que cruzaron la calle,
casi vacía en aquellos momentos, debido a que en la esquina un oficial de
tránsito hacía señales a los autos, sosteniendo un cartel de
"Stop" para que los niños pudieran
cruzar la calle camino al parque. Parecía, en aquel momento, la atracción más
grande para aquellos niños. Sara observaba cómo una madre cruzaba la calle con
su hijo, de al menos cinco años, mientras lo regañaba porque el niño parecía
resistirse a darle la mano para cruzar, aunque todo quedó olvidado ni bien pisó
la acera del parque. El pequeño corrió libre hacia las hamacas. Sara volvió su
mirada distraídamente hacia la hilera de casas y se sorprendió al ver que un
joven de cabello ondulado hasta los hombros, semi cubiertos por un grueso gorro
de lana azul salía de una de las casas y la miraba sonriendo. Ella se alegró de
que sus amigas estuvieran enfrascadas en una seria conversación sobre cuál de
las casas podría ser el estudio y criticando al desconocido por no haber puesto
el número de la casa en la maltrecha servilleta, y de que Yun Jae estuviera lo
suficientemente lejos para no notar el rubor que subió por sus mejillas, que se
desvanecía a medida que él se acercaba. Sara codeó a Regina y a las demás para
que prestasen atención, haciendo una sutil seña con sus ojos hacia Yun Jae que
ya estaba casi en frente de ellas.
- ¡Hi!
(Hola) -saludó el joven en un inglés informal pero conservador haciendo la
religiosa reverencia que todas esperaban y que le devolvieron de la misma manera.
Ya estaban tan acostumbradas a inclinarse para mostrar su respeto mutuo que, de
alguna manera, les agradaba y les recordaba a los saludos de los personajes victorianos
de aquellas novelas que jamás se cansaban de leer.
Como
era de esperarse, todas se hicieron una visión panorámica de Yun Jae. Aquel día
de la cita estaban escondidas y prestaban más atención a las exageradas señas
de Sara así que casi no se fijaron en él. Morena se lo imaginaba casi igual, con
la diferencia de que le sorprendieron los rasgos occidentales que encontró en
las expresiones del chico, aunque Sara ya les había advertido de aquello. Janet
se asombró de lo mismo, pero más la sorprendió que Sara se hiciese amiga de
desconocidos que usasen jeans gastados y gorros de lana. Cassandra, en cambio,
sí se esperaba alguien así cuando Sara dijo que era el baterista de una banda
casi clandestina y después de que la llevó a un bar lleno de bohemios hipsters
y, aunque Regina opinaba parecido a Janet, pensó que aquel chico era
conveniente para su amiga al notar, cuando les preguntó si les costó llegar
hasta allí o si no tuvieron problemas con la dirección, que su acento era
realmente británico y entendió que no era la banda la única razón por la que
Sara quería volver a verlo.
Las
chicas siguieron a Yun Jae y entraron a la casa. Por fuera no era más que una
casa parecida a todas las demás, pero por dentro se notaba que allí había más
que muebles. A la entrada, había un pequeño hall que seguía por un pasillo poco
iluminado al costado una angosta escalera de madera. Él las invitó a seguir por
el pasillo que terminaba en un comedor, transformado en sala de estar. Las
paredes estaban pintadas de blanco y tonos beige que le daban un aspecto muy
sereno, en el centro había una mesa redonda con varias hojas desordenadas sobre
ella y varias opciones para sentarse a su alrededor. Contra la pared, había dos
sillones de un estampado verde salpicado de colores que le daban un aspecto
bastante rústico, pero a la vez agradable y algunos amplios pufs de color negro
al rededor. Sentados en los sillones había dos chicos, uno era alto de rostro
interesante y mirada perspicaz, con el cabello rojo oscuro más corto al rededor
y dejando en la coronilla mas cabello que caía en un flequillo de costado. Usaba
unos pantalones negros bastante ceñidos y una holgada camisa de jeans. El otro,
en cambio, era bastante diferente; se notaba, aunque estuviera sentado, que era
físicamente más pequeño que el anterior, de cabellos negros y alborotados
enmarcando un rostro aniñado con ojos expresivos. Usaba unos jeans bastantes
sueltos y caídos con un buzo igual de holgado color rojo y en aquel momento
sorbía un trago de la botella de agua que tenía en las manos. Al verlo, Sara
lamentó haberlo reconocido y pensó que si lo disimulaba pasaría inadvertido,
pero al verlas entrar, el chico con complejo de hobbit abrió grandes los ojos
al ver a la pelirroja que le devolvía la mirada con la misma expresión de
incrédulo asombro.
- Tu...
-comenzó a articular el chico mientras señalaba a Sara sin disimular- Tu eres
la chica de la casa de música... ¡Ah! -pareció recordar algo mas- Ahh... -y
miró al ahora avergonzado Yun Jae, sonriendo y poniendo una mano en su hombro,
aunque éste le devolvía una mirada asesina que el otro parecía no notar- Sabia que te volveríamos a ver... porque...
- ¡Ji
Soo! -lo interrumpió el otro chico alto a su lado- ¡Deja de decir estupideces!
Aishh… ¡Nos avergüenzas tanto que podría morir! -agregó en un coreano entre
dientes mientras le daba un puñetazo, no de los amistosos, a su pequeño amigo.
Sara le
hizo un gesto con la mirada a Morena que en aquel momento entendió a qué se
debía aquella confusa presentación.
- ¡Ah!
¡Acosador...! -dijo en español, casi sin darse cuenta, y sus amigas rieron
disimuladamente porque también entendieron de qué se trataba todo.
Aquel era el "acosador", sobrenombre que
le había puesto Sara al contar su anécdota en la casa de música, el día que
conoció a Yun Jae y a su extraño amigo, que en aquel momento las miraba
incrédulo.
- ¡Hi!
(Hola) -saludó el chico alto después de haber observado detenidamente toda la
situación y obviando aquel confuso momento- Mi nombre es Joe Park, es un placer
conocerlas –se presentó sonriendo educadamente pero, para sorpresa de todas,
Joe no hizo reverencia-. Éste es nuestro querido e inoportuno amigo y también
guitarrista Ji Soo -agregó rodeando a su amigo con el brazo. Todas saludaron amistosamente
a Ji Soo quien, a pesar de aquella primera y extraña impresión, no parecía ser
tan malo y pasados unos segundos, les iba cayendo mejor.
Ya
habían olvidado el incómodo momento de hacía unos minutos e, invitadas por Yun
Jae, se sentaron entre el sillón que estaba libre y algunos puf.
- ¡Qué
bueno que hayan podido venir! -dijo Yun Jae dirigiendo una fugaz mirada a Sara,
mientras abría una lata de coca y se sentaba junto a Joe- Ya que hoy es nuestro
día de ensayo -esto último, lo dijo haciendo notar su acento británico más que
otras veces, como si cada vez fuese más evidente.
- Así
que tienen una banda ¿No? Y... ¿de qué es? ¿Qué estilo tocan? -preguntó Morena un tanto
curiosa. Al ver a los tres allí sentados, uno al lado del otro, los notaba tan
diferentes que le costaba encontrar un género que los definiera.
- Somos
más bien una banda de estilo Indie ya que, como dice el nombre, producimos
nuestra música de manera independiente. Hacemos pop rock, folk rock y variamos
dentro de ese estilo, pero sin salirnos del indie y del rock... –le respondió
Yun Jae muy pacientemente mientras volvía a tomar de su lata de coca.
- Sí… para
resumir lo que mi amigo acaba de decir, hacemos rock indie -terminó de aclarar
Joe y un "Oh" se esparció por parte de las chicas.
- Y
nuestra banda se llama "The Mirror” ¿Acaso no es genial? –les preguntó Ji
Soo. mirando a cada una con graciosa suficiencia.
- La
verdad que si –admitió Cassandra ya que el nombre parecía interesante- Y... ¿Cómo
fue que se les ocurrió ese nombre?
- Bueno,
como saben, la música transmite muchas cosas, refleja sentimientos, como un
espejo. Cuando nos vemos al espejo, no siempre vemos lo que queremos ver, sea
bueno o sea malo, lo queramos o no. Simplemente vemos lo que somos, lo que
cambia es la manera de mirar, y así es también la música. Hace brotar aquello
que hay en nuestro interior, nos guste o no, pero que no podemos evitar sentir
-volvió a responder Yun Jae quedándose pensativo con su propia respuesta.
- Exacto,
de alguna manera, lo interior se vuelve exterior. La música refleja lo que hay
dentro -remató Joe, siguiendo las palabras de su amigo.
- Sí,
esa fue la explicación que nos dio Dak Ho cuando íbamos a elegir el nombre -
acotó Ji Soo, que ya había terminado su botella de agua y la dejaba en el suelo
a un costado del sillón.
- ¿Quién?
-preguntó Janet repentinamente confundida. Se había quedado pensando en eso de
lo interior y exterior.
- ¿Son
mas además de ustedes? – Regina aclaró la pregunta.
- Sí,
somos cuatro. Joe que es el bajista, Ji Soo el guitarrista, yo el baterista y
Dak Ho que es el vocalista y tecladista... –por primera vez, Yun Jae fue breve.
- Ah…
¿Y él no debería ensayar con ustedes?-Sara estaba tanto sorprendida al ver
surgir otro miembro de la banda que, hasta ahora, parecía inexistente.
- Sí,
solo que él, bueno... está ocupado, pero no tarda en venir -le contestó Yun Jae
pacientemente, con esa serenidad tan propia de él que, en cierta forma,
intranquilizaba un poco a Sara.
- Les
agradará nuestro querido Dak Ho -comenzó a promocionarlo Ji Soo-. Él es muy respetuoso con las personas, aunque
no las conozca y solidario también... ¿Verdad Joe? –preguntó, mirando a éste
otro que parecía perdido en el hilo de sus pensamientos.
- Oh,
sí... supongo que debo reconocer lo de respetuoso, aunque a veces raya lo anti
social...
- No es
que sea anti social –trató de defenderlo Yun Jae-, es que… bueno… Verán, el
está criado en una muy arraigada familia coreana y su manera de ser puede ser
muy seria a la primera, pero una vez que lo conocen... ya no es tan así –sonrió,
procurando ser alentador mientras daba esos datos sobre su amigo.
Las
chicas inevitablemente se forjaron una buena idea del desconocido vocalista.
¿Cómo no hacerlo, cuando aquella descripción no parecía ser más que la de un
buen chico?
Al cabo
de unos segundos.
- ¿No
deberíamos practicar sonido mientras lo esperamos? -preguntó Ji Soo a sus
compañeros.
- Sí,
no es mala idea. Ganaríamos tiempo - reflexionó Yun Jae en voz alta.
Así que
fueron todos hacia la sala de ensayo que estaba contigua al comedor
transformado en sala de estar, ambas salas estaban unidas por una puerta
corrediza. El lugar donde los chicos se disponían a ensayar era una habitación
mediana unida con otra por una angosta puerta de madera. En las dos
habitaciones, de igual tamaño, las paredes estaban forradas de placas de
insonorización de color verde oscuro, esto ayuda a tener una buena acústica. En
el medio de la pared que separaba a ambas habitaciones había un hueco
rectangular cubierto con un vidrio grueso, que servía para controlar el sonido
de una habitación hacia la otra, ya que la primera estaba llena de
instrumentos, como un bajo, una guitarra apoyados en sus sostenedores de pie,
pedales ecualizadores, una batería, un teclado y algunos micrófonos, mientras
que en la otra había todo tipo de equipos de sonido, como una gran consola
justo debajo del vidrio, algunos parlantes y bafles a sus costados, una notebook
junto a la consola y varias sillas con
una mesita detrás. Las chicas entraron por la última y se sentaron en las
sillas, mientras que los chicos pasaron a la otra sala a probar sus
instrumentos, Joe tomó su bajo y volvió a donde estaban ellas.
- Voy a
cambiar mis cuerdas -les aviso sentándose sobre la mesita al ver que no
quedaban sillas vacías- ¿Están lejos de casa eh? -preguntó sonriendo mientras
sacaba un paquete de cuerdas de su bolsillo y lo abría rápidamente. En aquel
momento los chicos comenzaron a tocar. Y no es que ellas no quisieran
responder, pero el sonido de la batería de Yun Jae y Ji Soo que hacia alguno
que otro acorde aislado para probar también sonido, les impedía tener la
posibilidad de responder rápidamente. Aunque las salas eran acústicas y el
sonido debería retenerse allí, los ruidos eran fuertes a causa de que la puerta
que los conectaba estaba abierta, de modo que el sonido se hacía de ambas
habitaciones y Joe, tal vez por el acostumbramiento, no le molestó el sacar
conversación.
- Y...
¿Que las trae por Corea? -volvió a preguntar mientras cambiaba la primer
cuerda.
- Bueno,
se podría decir que vinimos de vacaciones, aunque más bien vinimos para visitar
a Regina -respondió Janet, señalando a su amiga.
- Que
vive acá hace meses por un intercambio estudiantil de la universidad y la
extrañábamos, así que decidimos venir a pasar nuestras vacaciones con ella -la secundó
Cassandra abrazando de un lado a Regina, que asentía alegremente.
- Se
deben haber sorprendido al llegar... Demasiado formales, ¿no? - Joe lo dijo
como si leyera sus pensamientos, sonriendo y haciendo un gracioso gesto de
hartazgo con la mano. Las chicas rieron, el bajista de la banda parecía
entenderlas bien.
- No es
que nos hayamos sorprendido, es solo que hay cosas que son diferentes... –trató
de aclarar Sara, torciendo el gesto- Aunque es más agradable de lo que pensaba.
Bah… ni siquiera sé lo que pensaba...
- Te
entiendo, viviendo en el otro lado del pacifico, sólo te basta con saber que
aquí se vive al revés –lo resumió Joe, aún concentrado en ajustar la cuerda de
su bajo.
- No
eres un coreano muy apegado... –le soltó Morena, sonriendo de manera amistosa,
temiendo que lo fuese a tomar a mal. Joe hizo un gesto de poca importancia.
- No es
que no lo sea, yo amo la cultura de mi país -dejó las cuerdas de lado un
segundo- pero a veces pueden llegar a ser muy arcaicos en su forma de ser,
hasta cerrados y eso es algo que no comparto mucho... Aunque tal vez se deba a
que me crie en Norte América -termino de manera despreocupada retomando la
segunda cuerda.
- ¿Eso
quiere decir que sos coreano pero no te criaste acá? -preguntó Morena, que le
había dado curiosidad a la vez que se explicaba el fluido ingles del bajista.
- Sí,
como a los cuatro años fuimos con mi familia a América, mi padre siempre quiso
poner un restaurante de comidas nacionales en el extranjero, así que fue a
cumplir el sueño americano -les explicaba sonriendo y las chicas cada tanto
miraban a Joe y luego a las cuerdas. Ya casi estaba la tercera-. Así que prácticamente
me crie allí. Al irnos, sólo mis abuelos quedaron aquí y siempre tuvimos una
relación muy estrecha con ellos, nunca dejamos de comunicarnos. Cuando cumplí
los dieciséis, antes de entrar a la preparatoria, ya sabía que mi padre no me
dejaría ser músico y que antes habría querido que trabaje con él y además vaya
a la universidad, a la cual voy... pero también hago lo que amo. Así que mi
mejor opción era volver a Corea y vivir con mis abuelos. Terminé el colegio con
estos tres idiotas que se transformaron en mis mejores amigos, formamos una
banda, entré a la universidad para estudiar relaciones exteriores y... heme
aquí.
- ¿Y cómo
convenciste a tu padre de que te deje venir? -preguntó Regina recordando cómo a
sus padres no les había gustado mucho la idea de ella, durante un año, en
Corea.
- ¡Ah!
Le dije que me dejara terminar mis estudios aquí, así aprendería más de
nuestras raíces y serpia un hombre coreano hecho y derecho- Joe sonrió al
recordarlo-. Así que... las entiendo si dicen que sí se sorprendieron al
llegar.
- Está
bien, siendo sinceras... Sí, nos sorprendimos un poco -admitió Cassandra,
recordando varios episodios que hasta le causaron gracia. Joe terminó de
cambiar sus cuerdas al fin y se puso de pie, justo cuando Ji Soo se asomaba por
la puerta.
- ¡Joe!
Prueba tu bajo ahora o cuando venga Dak Ho tardaremos años... –lo apremió
efusivamente.
Cassandra recordó que quería ir al baño y le pidió
indicaciones a Joe antes de que se fuera con los demás.
- Ah,
sí… Volves a la entrada y subis la escalera. Vas a ver un pasillo, es la
segunda puerta a la derecha -le respondió y fue rápidamente a donde Yun Jae y
Ji Soo se disponían a tocar una canción.
Todas
quedaron un momento escuchándolos y recordando en parte la historia de Joe.
- Me
cae bien ese chico -dijo Morena desinteresadamente, mientras miraba la consola
que tenían en frente y deducía para qué servirían aquella infinidad de
"botones coloridos”.
- Si, a
mí también... - añadió Sara mirando a través del vidrio cómo tocaban los
chicos.
- ¿Él
nada más? –le preguntó Janet sonriendo sin mirar a Sara.
- No es
gracioso –se defendió la aludida.
- Ay… ¿Ya
van a pelear otra vez? –Regina comenzaba
a molestarse con esas riñas- Cass, ¿que no ibas al baño?
- ¡Ah,
sí! -sonrió ante su olvido- Ya vuelvo.
Cass
fue hacia la entraba y allí recién notó la angosta escalera de madera junto al
hall, subió lentamente y le pareció oír música, pero pensó que debían ser los
chicos, aunque a medida que terminaba de subir, no escuchaba la batería, ni el bajo,
ni la guitarra, sino más bien... un piano.
Cass no
sabía hacia dónde iba ¿La segunda puerta de qué lado del pasillo? Había
olvidado las instrucciones de Joe, sólo caminaba guiada por aquella extraña y
cautivante melodía que la envolvía en un as de paz. Una melodía que parecía
salir del alma de una persona llena de sentimientos encontrados, por momentos
triste y por otros, alegre. Caminaba casi a tientas ya que aquel pasillo tenía
las luces apagadas y no encontraba el interruptor. La música se hacía cada vez
más intensa, fuerte y clara a medida que
se iba acercando. Hasta que dio con la puerta de la que venía el sonido, a la
izquierda, al final del pasillo. Cass abrió sin pensarlo dos veces. Era una
gran habitación comparada con las demás y parecía tener forma de ele ya que
Cassandra podía ver cómo parecía doblar al final. Era acústica, como lo pudo
notar por las paredes forradas con las placas de insonorización de color verde
oscuro.
Pero no
había allí micrófonos, ni equipos de sonido ni nada de eso, como la sala de ensayo
en donde estaban los demás. A su punto de vista, no era más que una sala con
varios teclados y un piano recto de madera oscura con grabados en lo que
parecía ser alemán. Tenía más ventanas que en las otras habitaciones o en esta
se notaba más, ya que estaban abiertas completamente, aunque una fina cortina
blanca las cubría y dejaba entrar al sol reflejándose en un sofá blanco que
había contra la pared. Aun seguía sonando la cautivante melodía y Cass caminaba
lentamente tratando de no hacer ruido con sus tacos al pisar, porque allí
cualquier sonido parecía retumbar estrepitosamente. Observaba a su alrededor
casi distraída por la envolvente música, que cada vez parecía acercarse más y más...
Hasta
que sus ojos se toparon con una mirada poco amigable. Un chico sentado al piano,
la observaba casi al borde del enojo, molesto con ella por interrumpir su tan
amada inspiración. Cass no supo qué hacer ante semejante reacción, el chico se
puso de pie haciendo rechinar la banqueta de madera en donde estaba y caminó lentamente
hasta ella, sin dejar de mirarla ni suavizar su rostro. Era alto, delgado,
tenía los ojos cafés como la mayoría de los coreanos, los labios gruesos y su
cabello oscuro caía a un costado. Aunque su semblante parecía sereno, la
expresión de sus ojos no lo era. Cass quedó hecha una estatua delante de aquel
chico. Él soltó un bufido y torció el gesto antes de rozarla al pasar por su
lado, la puerta se cerró fuertemente detrás de él.
La
pelinegra estaba paralizada junto al ahora silencioso piano que no había notado
al entrar allí. Sin darse cuenta, había llegado al final de la ele, donde
estaba aquel piano y su arisco interprete, y Cass estaba sin entender qué
acababa de pasar allí. Sólo sabía que estaba confundida ¿Quién era ese chico?
¿Acaso era el integrante que faltaba de la banda? Si así lo era, no se parecía
a los demás en lo más mínimo. Así estaba de confundida y hasta casi indignada,
cuando oyó su nombre en la puerta.
- ¡Cass!
¿Estás ahí? -la voz de Regina se notaba más aguda de lo normal, evidentemente
se había puesto nerviosa al notar que Cass no volvía. Cassandra salió de su
ensimismamiento y voló hacia la puerta.
- Si...
Perdón, es que me perdí, buscaba el baño y yo... -mientras Cass trataba de
explicar lo que ni ella entendía, todas aparecieron en el estrecho pasillo.
- ¿Qué
hacen, ustedes, que no vienen? -preguntó Janet estirando su cuello hacia la
sala detrás de su amiga para ver qué había allí de interesante.
- Además
nos preocupamos -dijo Sara-. Habíamos escuchado que alguien bajaba por las
escaleras, pero no aparecías, por eso es que subimos... ¿Había alguien acá?
- Hum…
Yo entré y... -Cass no sabía cómo explicar aquel extraño incidente.
- Vamos,
ya van a tocar algunas de sus canciones, además no queda muy bien que no
vayamos todas –les sugirió Morena sonriendo y señalando hacia abajo, a la sala
de ensayos. Todas se dispusieron a bajar.
Cass
había olvido por el momento su instantáneo infortunio, hasta que inevitablemente
lo volvió a ver. Sí, en la sala de ensayos. Estaba allí, con los demás y al
parecer, hablaba bajo y mal humorado con Yun Jae que lo escuchaba sin hacer
comentarios. Al voltearse, trató de serenar su expresión, había quedado frente
a las chicas que casi no se percataron de su presencia, Yun Jae se puso de pie
desde detrás de su batería y se paró junto a su amigo.
- Este
es Dak Ho -dijo sonriendo y poniendo un brazo en el hombro de este-, el otro
integrante de la banda, nuestro vocalista... del que le habíamos hablado -Dak
Ho hizo una marcada reverencia sin decir palabra y torciendo el gesto en lo que
al parecer intentaba ser una sonrisa.
- Hi
(Hola) -dijeron todas en un casi musical canon. Solo Cass dejó de lado el
saludo, sin poder esconder lo obvio, la incredulidad de lo que había escuchado
de sus amigos un rato antes acerca de él ¿Respetuoso? ¿Solidario? “Más bien,
querrán decir, mal educado e insolente” pensó Cass, él solo se había hecho una
muy mala primera impresión.
- Ey,
Dak Ho... ¿Por qué tardaste tanto?, ¿no sabías que teníamos visitas? -le
pregunto Ji Soo muy animado mientras Dak Ho se ubicaba detrás de su teclado y
acomodaba su micrófono.
- Sí,
perdonen -volvió a hacer una reverencia desde su lugar-. Es que, tenia cosas
que hacer...
- ¿Quieren
ir a la otra habitación? De ahí van a escuchar mejor -les sugirió Yun Jae
tomando sus baquetas. Las chicas asintieron y se fueron. Una vez cerrada la
puerta, pudieron ver cómo Dak Ho les daba algunas indicaciones y comenzaban a
tocar. Comenzaban lento y parejo, y a medida que iban avanzando iban aumentando
los sonidos. Dak Ho comenzó a cantar y su voz era por más agradable, era suave
y un tanto áspera, combinaba perfectamente con la canción que tocaban, que
parecía ser romántica, cosa que las chicas deducían aunque no entendían nada de
lo que decían, exceptuando a Regina, claro. Y por lo que ella les pudo contar
parecía ser romántica, si… pero más bien de ese tipo de romances que no suelen
terminar muy bien. Al terminar, las chicas aplaudieron a la banda que comenzaba
a tocar de nuevo. Esta segunda canción, a diferencia de la primera, era más
rápida y fuerte. Otra vez, Regina les hizo de traductora explicándoles que
hablaba un poco de aquellos sueños que a veces tenemos y los damos por
perdidos, de que si se sueña, se quiere y que si se quiere se puede lograr. Dak
Ho ya no tocaba el teclado, como en la canción anterior, simplemente tomó su
micrófono y caminó por la sala cantando la canción. Cosa que, por cierto, hacía
estupendamente a criterio de nuestras protagonistas y todas sintieron ante la
explicación de Regina que compartían el argumento de la canción, además de que
la música era por demás pegadiza. Al terminar de tocar, los chicos dejaron sus
instrumentos y fueron adonde ellas.
-¡Wow! ¡Eso
estuvo muy bueno chicos! -les animó Regina y algunos sonrieron tímidamente.
- ¡Sí!
No se parecen a las bandas coreanas, más bien son mas alternativos… -dijo
Cassandra a los chicos, ignorando un tanto al vocalista que parecía estar más
distraído que antes.
- Ya le
había dicho a Sara que éramos geniales –les contó Ji Soo muy sonriente-, que
querría tatuarse el nombre de nuestra banda.
- Sigo
sin querer tatuarme el nombre de su banda... –contraatacó Sara aunque no pudo
contener una sonrisa al recordar aquel episodio que la dejó cuasi traumada,
gracias a Ji Soo- Aunque debo decir que en eso de que no tocaban k-pop, dijeron
la verdad y la verdad, me gusto... –le confesó la pelirroja. Yun Jae trató de
disimular una sonrisa a flor de labio llevándose una mano a la boca y otra vez
aquel pañuelo en llamas cubría su muñeca.
A Dak
Ho parecía como si la lengua se la hubieran comido los ratones, dirían las
abuelas. Ninguna palabra había salido de su boca desde que se presentó. De modo
que parecía habérselas ingeniado para parecer invisible, ya que las chicas
prácticamente no notaban su apartado estado de ánimo. Excepto por Cassandra,
que no podía olvidar aquel episodio de unos momentos antes "Ni siquiera
una disculpa" pensaba ofendida,
mientras lo miraba de soslayo cada tanto. Y para su sorpresa, descubrió que él
hacía lo mismo, cada vez que ella lo miraba, él parecía estar observándola
fijamente y apartaba veloz su mirada hacia cualquier objeto inanimado, al
sentirse descubierto.
Así
transcurrieron algunos minutos, hasta que un impaciente Ji Soo habló.
- Tengo
hambre ¿Qué no vamos a pedir comida?
- Oh...
sí, creo que ya es hora de cenar, supongo que nos vamos… -dijo Morena,
consultando su reloj y cayendo en la hora, que no era muy tarde pero a tiempo
para que sus estómagos comenzaran a rugir. Entonces Joe tuvo una idea.
- ¿Por
qué no se quedan? Vamos a pedir comida y... se ahorraran el tener que cocinar –con
lo último las convenció, especialmente a Cassandra que, aunque se había quedado
algo intranquila al descubrir aquellas miradas de Dak Ho, también sabía que
aquella noche le tocaba cocinar y eso también incluía lavar los platos.
- Sí ¿Por
qué no? –se arrojó Cass mirando a sus amigas que al igual que Janet, Sara la
miraba frunciendo el ceño.
- No sé...
-empezó la pelirroja, no muy convencida.
- Pero
si pedimos pizzas -negoció Janet y eso provocó risas-. Es que me cansé un poco
de la comida local, sin ofender, chicos...
- No te
preocupes, casi podríamos ser accionistas de McDonald’s -dijo Yun Jae y todos
rieron, incluso Dak Ho. Joe llamó inmediatamente al delivery y en veinte
minutos, alguien llamaba a la puerta.
Volvieron
al comedor transformado en sala de estar, que en aquellos momentos volvía a su
estado original. Arreglaron un poco la mesa y los chicos fueron por vasos y
bebidas a la cocina, daba la impresión de que casi vivían allí. Prácticamente
todos ocuparon las sillas al rededor de la mesa y algunos llevaron un par de
pufs hasta allí al acabarse los lugares libres. Cassandra trataba de evitar
mirar a Dak Ho que, quién sabe por qué,
se había sentado justo frente a ella y Sara estaba un tanto incómoda con
que Yun Jae se sentara a su lado pero trataba de disimularlo lo mejor que
podía. En cuanto a los demás, parecían no notar nada fuera de lo normal y se disponían a cenar alegremente. A pesar de la buena
predisposición de los muchachos con nuestras protagonistas, no pudieron evitar
caer en el mítico silencio incómodo y como siempre en aquellos casos, nunca
falta aquel mediador que los saca del apuro.
-
¿Hace mucho que son amigas? -preguntó curioso Ji Soo, mientras devoraba veloz,
su sexta porción de pizza.
- No hace mucho si contamos desde el kínder ¿No? -le respondió Janet mirando a sus amigas, que rieron ante la respuesta.
- ¿En serio? ¿Desde el kínder? -Joe miraba a cada una de las chicas impresionado.
- Nosotros sólo desde la secundaria. Desde los dieciséis más o menos, y ya nos parecía mucho... -Yun Jae estaba sorprendido, al igual que su amigo.
- No hace mucho si contamos desde el kínder ¿No? -le respondió Janet mirando a sus amigas, que rieron ante la respuesta.
- ¿En serio? ¿Desde el kínder? -Joe miraba a cada una de las chicas impresionado.
- Nosotros sólo desde la secundaria. Desde los dieciséis más o menos, y ya nos parecía mucho... -Yun Jae estaba sorprendido, al igual que su amigo.
- Lo
bueno de conocerse a esa edad, es que ya casi tienen la personalidad formada y
no tienen que aguantar muchas fases o transformaciones –comentó algo colgada
Regina.
- ¡Sí!
¿Te acordas cuando Sara estaba obsesionada con ser rubia? –preguntó Morena en
general pero dándole un golpecito a la que tenía más cerca.
- No…
Chicas…
- ¡Huy,
si! La colorista se pasó y le dejó el cabello tan seco ¿Se acuerdan de lo que
era? Pero ella contenta porque estaba rubia –comentó Janet entre risas.
- Bueno…
- Y
se peinaba con la raya al medio. Parecía la de ABBA –se burló Cassandra.
- ¡BASTA!
–las calló Sara visiblemente colorada. Si hubieran hablado de eso en español,
tal vez lo dejaba pasar. Pero no sólo lo decían en ingles, sino que le daban
ese toque de negras en medio de una cháchara, con revoleo de dedos y ojos que
se daban vuelta el recordar la imagen.
- Tampoco
para que te pongas así, Sara –trató de calmarla Regina.
- Eso
no es tan malo, como cuando Cass andaba más producida que los de Tokio Hotel
–reflexionó en voz alta Janet.
- No…
pero eso era el colmo, porque con el look venía el carácter de antisocial y sus
miradas asesinas –los chicos pasaron de Morena a Cassandra, con sorpresa. Ella
estaba tan linda y poco peligrosa, que no lo concebían.
- Ustedes…
realmente pasaron por mucho –Dak Ho las miró. Y por un fugaz instante, algo
parecido a la envidia pasó por sus ojos.
- ¡YA!
¿Pensas seguir comiendo? ¡Vas a engordar! –las chicas olvidaron lo que vieron,
con la interrupción de Joe al golpear a
Ji Soo con un pedazo de cartón de pizza vacío.
- Hyung*…
aún tengo hambre. Es que no como desde ayer ¿Vas a dejar morir de hambre a tu
tierno dongsaeng**? –Ji Soo se arrastraba sobre sus rodillas hacia Joe para
rogarle y su expresión era tan tierna, que las chicas salieron a su defensa.
Pero Joe era firme y pensaron que lo mejor era no meterse en su forma de
tratarse.
Sin
darse cuenta, la conversación se había vuelto muy animada y ya nadie estaba
incómodo. Seguían tratándose con respeto, pero de vez en cuando lo olvidaban. O
lo dejaban pasar, porque no está demás mencionar cuando Yun Jae le dijo:
- Hey,
Dak Ho, pásame la botella.
- ¡YA!
¿Por qué me faltas el respeto? Soy un año mayor que vos.
- Estos
extranjeros… -comentó Joe mientras revolvía el pelo de Yun Jae.
- ¿Un
año? Once meses. Ya quisieras que fuera un año.
- Aish…
prefiero ser joven, a ser un mayor, como ustedes –se confesó Ji Soo mientras
miraba a Joe con la nariz arrugada. Joe le propinó un golpecito en la cabeza
que pasó limpio, cuando Ji Soo se reclinó un poco- ¿Cuando eran pequeñas,
peleaban?
Las chicas quedaron pensativas. No recordaban
haber peleado nunca. Sólo tener desacuerdos en algunas opiniones, pero eran tan
diferentes entre ellas, que se habían vuelto personas tolerantes y
comprensivas. No había existido una pelea verdadera. Jamás se habían separado
por odio o rencor. ¿Responder que nunca, estaba permitido? Bueno… comenzaron a
recordar momentos, pero ninguno contaba. Incluso en sus peores años de
adolescencia, en que sus gustos y estilos eran tan distintos, cuando Cass era
reacia al contacto humano y Sara se alarmaba con cualquier persona desalineada,
se habían separado. Eran la mezcla más rara. Pero muy bien mezclada.
- ¿Cuando
nos conocimos? –preguntó Cass.
- Cuando
nos conocimos no cuenta –respondió Sara.
- ¿Por
qué no? Fue una pelea y estábamos nosotras –reflexionó Janet.
- ¿Qué
pelea? –preguntó Morena sin recordar nada en particular.
- En
kínder, la pelea con los nenes esos –le explicó Regina con paciencia. Y el
“Ah…” de entendimiento en Morena se ahogó por una risa malvada.
- Perdón,
pero… ¿de qué hablan? –Yun Jae fue portavoz de la curiosidad de sus amigos. Las
chicas no se habían dado cuenta de que estaban hablando en español.
- Forgive
us… (Perdónennos…) Sólo estábamos recordando una pelea –les explicó Sara, que
procedió a contar todo-. Nosotras éramos chiquitas y estábamos en el mismo
salón, en kínder, pero no nos hablábamos. Sólo éramos Janet, Cass, Morena y yo.
Regina llegó a mitad de año más o menos. Me acuerdo porque yo llevaba mi
hermoso tapadito rojo, por el frio.
- ¿Frío
a mitad de año? –preguntó Ji Soo extrañado.
- Es
en el otro lado del globo. Claro que hace frío a mitad del año –le explicó Joe
-. Continúa, por favor.
- Entre
nosotras no nos tratábamos hasta que llegó Regina con sus dos colitas, que usó
hasta segundo de primaria –Sara soltó un gesto de hartazgo y los chicos se
rieron con su sensibilidad-. Me acuerdo que fui a hablarle, para ser amable. No
me acuerdo de qué pero…
- Fuiste
a decirme que no tenía que juntarme con Cassandra –le recordó Regina.
-
¿Que le dijiste qué? –Cass estaba con la guardia baja y casi escupió su porción
de pizza al escuchar eso.
- No
creo que fuera capaz de semejante cosa.
- Conociéndote…
yo creo que si –le retrucó Morena -. Nos mandoneabas a todos y no me extrañaría
que fueras a advertirle sobre Cass.
- ¿Advertir?
–Cass no daba crédito a sus oídos.
- Corría
el rumor de que eras rara, porque nunca hablabas –explicó Janet y un largo
“Oh…” se extendió entre los muchachos. Pero Cass, quedó tan ofendida que no
volvió a hablar.
- Sí.
Sara me dijo que no me juntara con Cass. Que era mejor estar con ella, porque
era muy popular y así la señorita me querría más –continuó contando Regina-.
Entonces vinieron dos compañeritos a jugar conmigo y Sara me dijo que tenía que
ignorarlos porque ellos se juntaban con los más sucios. Así que yo los rechacé
y Sara les hizo un gestito medio feo –todos miraron a Sara, podían imaginar
muchos gestos feos, pero ninguno iba con ella.
- Les
hice así –Sara agitó el revés de una mano, como pidiendo que alguien se fuera
mientras miraba hacia el lado contrario con desprecio- y ellos se fueron… por
un rato. Y después escuché que uno gritaba “Tírale ahora”, me asusté y me corrí
por las dudas.
- Y
una pelota de tierra me cayó encima –concluyó Regina un poco triste-. Me puse
tan mal, que Morena fue a pegarles a los chicos por hacerme eso. Ella se
juntaba mucho con ellos, así que vio todo –Los chicos la miraron y no lo creían.
Morena parecía muy femenina y, por lo bonita, creían que los chicos debían
quererla más que odiarla.
- Pasa
que de criaturas, More era muy marimacho y le ganaba a los varones, así que no
la querían. Totalmente lo opuesto a lo que pasó en secundaria –concluyó Cass en
un comentario sardónico mirando a Sara, que le festejó el comentario con un
choque de palmas. Entonces recordó que estaba ofendida con ella y volvió a
darle la espalda.
- La
cosa es que me agarré con los pibes a los puñetazos y en el forcejeo entre
ellos dos y yo, la empujamos a Janet, que hacía un castillito o algo así –trató
de recordar Morena-. Lo que más me acuerdo es cómo Janet le tiraba de los pelos
a uno hasta que llegó la seño y entre gritos nos separó a todos y preguntó qué
pasaba.
- Pero
ninguna le dijimos nada, porque no queríamos quedar en penitencia el resto del
recreo y la clase. Entonces… -Janet juntó aire, como tratando de controlar su
enojo- la muda de la clase se acercó y le dijo a la señorita quiénes fuimos los
involucrados –todas miraron con enojo a Cassandra.
-Pero
lo mejor fue cómo terminó castigada ella –comentó Sara y todas comenzaron a
reírse y a cargar a la joven aludida que comenzaba a ponerse colorada y les
pedía que no lo dijeran. Pero no lo consiguió. Las súplicas de los muchachos
eran más fuertes y terminaron la narración-. Cass, nos había quemado a todos,
entonces uno de los nenes se le acercó disimuladamente. La verdad es que nadie
se habría dado cuenta, de no ser por los chillidos del nene. Él la pellizcó,
como hacen los nenitos y en venganza Cass le mordió el brazo.
-Y
no le soltaba, parecía que se le pegaron los dientes –comentó animadamente
Janet-. Hasta que la señorita la castigó con todos nosotros y lo tuvo que
soltar –las risas se dispararon en el cuarto del estudio y nadie lo podía
creer.
Continuaron
riéndose de la anécdota por un buen rato. De Sara por su delicadeza, de
Cassandra por sus reacciones y de Morena por el giro entre sus simpatías. Se
bebieron todo el soju y la cerveza, casi no quedaba pizza y se sentían
satisfechos. Pero el corazón contento se debía a más que eso. Hablaban otra vez
de música y de ciertos cantantes cuando Regina sugirió que Sara cantara para
ellos. Ella se alarmó un poco. No le había dicho a Yun Jae que sabía cantar y
pretendía mantenerlo así. Pero la insistencia de sus nuevos amigos la ahogaba.
Ellos habían olvidado las maneras y prácticamente la acuciaban sin ningún
reparo. Hasta que Ji Soo le dijo noona (es cuando se dirige a una mujer que es
mayor) y se terminó la simpatía.
-Sara…
no seas así. Se nota que Ji Soo es medio tonto –Morena hizo una respetuosa
reverencia hacia el joven, que la fulminó con la mirada -, pero no podes dejar
que el hecho, de que le falten algunos filtros sociales te afecte tanto. ¿A qué
nivel estarías? –Con esto fue suficiente.
Sara entró en razón, se incorporó y pidió un
teclado para su interpretación. Si iba a cantar, lo haría con todas sus fuerzas
ya que para Sara, las primeras impresiones eran importantes. Dak Ho le ofreció
el piano de cola que había en una habitación y todos se trasladaron. Al llegar
a la puerta del cuarto, Cassandra sintió una puntada en el estómago y le
pareció que todos lo verían, pero al mirar de reojo, parecía que nadie la notó.
Sólo vio cómo los ojos de Sara se habrían por recordar o entender algo. Supo lo
que pasaría, mencionaría que ya conocía el lugar y el piano, porque allí había
encontrado a Cass tres horas atrás. Debía detenerla, si lo decía, moriría de vergüenza.
-¡POR
FAVOR! Pasen ustedes… -La forma en que Dak Ho lo pidió, parecía más un arrebato
que una cortesía y su inclinación, tan pronunciada, que acaloró a las invitadas
que atravesaron la puerta con paso ligero. Sus amigos lo miraron extrañados, si
tantos deseos tenía de escucharla cantar, podría tratar de disimularlo, por el
bien de Yun Jae. Pero la verdadera razón, fue que él también vio la expresión
de Sara y lo extraño de su pedido, se debía a que trató de hablar antes de
Cassandra, al notar su desesperación.
Sara
no se hizo rogar, se sentó en el piano de cola y comenzó la introducción. Su
voz era suave y dulce, aunque por momentos también tenía una nota de tristeza.
Todos la escuchaban con atención, y sus amigas se hinchaban de orgullo al ver
las caras que ponían, con cada nota bien dada en la canción Shelter de Birdy.
Al finalizar, Sara se giró con dignidad y pagada de sí misma al ver en sus
nuevos amigos que no se esperaban eso. Pero principalmente Dak Ho. No esperaba
que Sara eligiera una canción que expresara tan claramente lo que él sentía y
mucho menos que pareciera comprenderla tan bien. Había notado cómo Sara
flexionaba su voz de acuerdo al sentimiento en esas palabras. Lo cantó
exactamente como él lo habría hecho.
- …pero
hace tanto que no practico –se lamentaba la pelirroja.
- ¿El
qué? –preguntó Dak Ho.
- Dice
que también toca la guitarra. La guitarra la trajo, pero no tiene un piano con
el que practicar –le explicó Joe, mientras lo miraba curioso. Había notado esa
expresión de confusión que su amigo intentaba ocultar con un aire de
desinterés.
- Podrías
venir a practicar a nuestro estudio –La propuesta fue tan repentina, que sus
amigos lo miraron enrarecidos y las chicas con sospecha-. Podes usar este piano
–Cass sintió un puntazo en el estómago-. Sos bienvenida para practicar en él
las veces que quieras –Yun Jae no lo podía dejar ganar.
- Claro,
podría darte una copia de la llave, si querés venir sola. O… avisarme, para que
venga con vos –sus amigos lo miraron con incredulidad. ¿De verdad se estaba declarando?
- Me encantaría. Sí... claro que te voy a avisar. Muchas gracias a los dos -Sara estaba tan entusiasmada con la propuesta, que no notó la insinuación de Yun Jae, pero llegó a corresponderle y evitar un posible enfrentamiento.
- Me encantaría. Sí... claro que te voy a avisar. Muchas gracias a los dos -Sara estaba tan entusiasmada con la propuesta, que no notó la insinuación de Yun Jae, pero llegó a corresponderle y evitar un posible enfrentamiento.
* Hyung: es la manera en que los chicos se refieren a otros chicos que son mayores que ellos.
** Dongsaeng: es la manera en que los chicos se refieren a otros chicos que son menores que ellos.
** Dongsaeng: es la manera en que los chicos se refieren a otros chicos que son menores que ellos.
oh... por Dios!!! Joe is sooo grosso....!!!
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ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe encantooooo!!! me rei especialmente con la anecdota de la infancia^^
ResponderEliminarme cae muy bien los chicos de la banda, ji soo por gracioso y joe por copado, obviamente jun yae (por otras cosas en la que estan ser el dolor constante de sara, claro)
lo describieron bien a dak ho, una primera mala impresion te da el vago, pero por supuesto habria que conocerlo mejor.
me encanto el lance de yun jae al final, no querra perder con dak ho?
esta muy bueno chicas! sigan asi!!
(Jime)
En el proximo post pongan la foto de Dak Ho!
ResponderEliminarJAJAJAJAJA Bueno chicas, todo se espera con paciencia! Pero si siguen fielmente la historia, ya lo sabran ;)
ResponderEliminarDak Ho la verdad que me es interesante, me encantan los personajes misteriosos. La anécdota es bastante graciosa eso de no te juntes con esa nena :P jajajaj me hacia acordar a cuando yo iba a jardín, porque el Kinder seria jardín de infantes verdad? XS que memoria tienen las chicas jaja. Bueno sigan así.!!
ResponderEliminarAriana!!
Hola Ariana!! gracias por seguir nuestro blog!! Si...kinder seria jardin de infantes. Y bueno...creo q el tema de la memoria tiene q ver con q es un evento traumatico jajaja...Si te ocurriera algo asi en jardin seguro lo recordarias :D XXO
EliminarBueeeeeeeno, stuvo bueno el capi, hacía falta un Dak Ho, jaja. Que actitud fea la primera eh? Pero bueno, no siempre dan una buena impresión las personas al comienzo.
ResponderEliminarQue peleita la de la infancia eh? Re violenta!! Jaja. Que chismosa la señorita callada, jaja.
Por cierto, ese final... Si no se da cuenta la terrible declaración... Y bueno, Sara no entiende nada, jaja.
Sigan así!
GG
GRACIAS POR COMENTAR!! Supongo q por lo q decis, podemos asumir q te gusto la anecdota de su infancia. NOS ALEGRA!!! realmente disfrutamos mucho al armar esa pequeña historia :D
EliminarAguante los The Mirror! me hizo recordar a Bastille ja! Claro que a Dak Ho me lo imagino más lindo y también más elegante que el vocalista de ese grupo. Y no se porque se me hace que el de coro y percusión Chris Wood bien prodría ser Ji Soo! claro que más achinado jaja.
ResponderEliminarEl encuentro entre Dak Ho y Cass si bien fue algo tenso, la descripción del lugar donde toca éste el piano es tan apacible que me suspendió por unos segundos en la historia, es decir, como si fuera que se esta viendo lo mismo que Cass. Buen trabajo ^^