-“Le prometí que no le ocurriría nada.”
-“¿A quién se le ocurre prometer eso? No puedes impedir que le pasen
cosas.
(Buscando a
Nemo)
A la mañana siguiente, más bien ya estaban sobre el mediodía, se
levantaron con dificultad. Sentían que durante la noche, alguien las metió
dentro de una lata y las hizo rodar por todo Seúl. La que se encontraba bien
era Regina, que ya estaba acostumbrada. Al parecer, el constante movimiento de
la ciudad, el trajín de la gente, la excitación de las chicas por su primera
impresión de Corea y el vecino de Regina, les habían jugado una mala pasada. La
noche anterior se habían pasado casi toda la velada asomadas al balcón del
departamento haciéndole señas a los peatones y aturdiéndose con la música de
los shows que la gente acostumbra presentar en las calles peatonales, sin
mencionar que acababan de conocer el soju y ya lo hicieron su mejor amigo.
- ¡¡¡Buen día!!! ¿Cómo amanecieron las mujeres más hermosas del mundo? –
Morena se había despertado y si bien no se sentía en condiciones de llamarse
hermosa, no podía dejar de levantarse sin hacer algo de bochinche primero.
- Amanecieron más feas que nunca. – Fue toda la respuesta de Cassandra
antes de entrar al baño.
- ¿Quién estuvo bailando encima de mí, anoche? Me siento apaleada por
todos lados. – Se quejó Janet y trató de levantarse estirándose hacia todos
lados, como un gato.
- ¿Quién se quiere ganar el paraíso haciéndome el desayuno? – Preguntó
Sara, que todavía tenía la cara enterrada en su almohada y sacudía una mano
alentando a quien sea a hacer el desayuno.
- Yo se los preparo, chicas. Ustedes levántense y lávense un poco. More,
saca todas las almohadas y frazadas, por favor. En un ratito está todo. – Avisó
Regina que ya estaba dando brincos y giros por la cocina.
Comenzó la danza de los zombis. Morena acarreando, más que a las
frazadas, a Sara; Janet que daba adormilados golpes a la puerta del baño para
sacar a Cassandra; Sara que comenzaba a levantarse y a mirar con odio el sol y
Cassandra que salía del baño con una cara más somnolienta que con la que entró.
Después de un momento, ya todas estaban vestidas y se asomaban al balcón a sentir
el calor del sol. Parecían cachorritos recién nacidos que ante los estímulos de
quienes los rodean empezaban a moverse más alegres y vivaces. Ya estaban de
nuevo a los gritos y carcajadas mientras tomaban su tardío desayuno y
recordaban lo que planearon en el avión y la noche anterior antes de dormir.
Acordaron en salir de paseo en ese mismo momento.
El lunes se presentaba muy frío, asique por esta vez, dejaron un poco de
lado la imagen y salieron bien abrigadas y con zapatos cómodos. Regina estaba de
jean con un sweater negro y algo parecido a un poncho azul, muy tierno, y unas
botas de gamuza. Janet también usaba jeans con sus amados borceguíes color
arena, una camiseta, debajo de una camisa a cuadros, y una campera del mismo color
de su calzado. Morena se había puesto una camiseta cuello de
tortuga debajo de su campera de jean, a juego con sus borceguíes
rojos y una bufanda (ya no volvería a salir desabrigada).
Cassandra llevaba un sweater lila y sobre él, una cazadora con tachuelas, un jean ajustado y unas zapatillas con detalles parecidos a los de
su cazadora. Sara no podía andar tan casual, por lo que se puso unos jeans, sí,
pero también un sweater escote en V de un lindo verde menzana, un tapado negro con un enorme pañuelo
colorido y una de esas botas de gamuza con plataforma.
Estaban muy entusiasmadas, entraban a una tienda y se probaban lo que
les gustaba, desfilaban y salían sin comprar nada, esto enojaba a los
vendedores y la actitud de ellas al ir de tienda en tienda hizo pensar a
muchos, que tal vez se trataba de famosas, o modelos, o actrices de alguna
parte. Muchos chicos se les acercaron a pedirles una foto, Janet se mostró
reacia a esas cosas igual que Sara, Morena le decía que sí a todos y cuando le
preguntaban qué era, siempre respondía en inglés “I’m a model from Victoria
Secret” o cualquier cosa que le viniera a la mente. Cada tanto Cassandra y
Regina se sumaban a ella, sobre todo si el chico era lindo. Así se pasearon
hasta la tarde, compraron algunas cosas, como una bufanda violeta a lunares
blancos, unos guantes rosados con detalles en negro, unos lentes de sol muy
chic, una muñeca de Sailor Moon que parecía ser un pisapapeles y varios
alimentos para los días siguientes, ya que, si bien estaban hospedadas en un
hotel, se la pasaban la mayor parte del tiempo en el departamento de Regina.
Pero esto no duraría mucho, porque en Corea no era temporada de vacaciones y
Regina tenía clases casi todas las tardes y algunas veces a la mañana, así que
debían aprovecharla en ese momento y memorizar pronto las calles para poder
salir solas.
- Y si vienen por esa calle, que es la que sale a su hotel, sólo caminan
seis cuadras y ya están en el centro. Aunque prácticamente todo es centro, como
ya vieron. – Indicaba Regina señalando las esquinas, como una azafata las
salidas de un avión.
- No te preocupes Regi, ya me armé un mapita con las calles y las rutas
de tu departamento y el hotel. Vamos a estar bien. – La tranquilizó Cass, que
notaba lo nerviosa que se estaba poniendo su amiga. Ella había tenido muchos
problemas para ubicarse al principio, sobre todo por que su coreano aún era
precario y pensar en sus amigas, que casi no sabían nada del idioma o de las
costumbres del lugar, la preocupaba mucho. No quería que volvieran a sufrir un
incidente como con el mozo de aquella cafetería.
– Esta bien, pero por las dudas les voy a anotar en coreano la dirección
del hotel y mi departamento, cosa de que si se pierden puedan pedir que las
lleven.
Habían decidido volver al hotel y no intentar nada raro por lo que
quedaba del lunes. Ya mañana sería otro día y tratarían de manejarse solas.
Regina se despidió de ellas con un fuerte abrazo a cada una, dándoles
constantes indicaciones y pidiéndoles que tengan mucho cuidado. No tenía miedo
de que les pasara algo, todas eran capaces de cuidarse solas, lo que temía era
lo que sus amigas eran capaces de hacer. Definitivamente no eran del tipo cute,
como ya habrán notado y su imán para atraer problemas era muy grande, así que
por más consejos que diera, por más “si” que respondieran, Regi se alejó con un
nudo en el estómago.
- ¿Qué vamos a hacer? Me aburro en este cuarto. ¡Salgamos a tomar algo a
la noche! – Propuso Janet que estaba tirada boca arriba sobre el sofá del
recibidor, mirando sus borceguíes mientras los hacía chocar.
- Podemos salir, si… no creo que nos perdamos ni nada. ¿Verdad? – Sara
estaba haciendo zapping sentada junto a Janet y casi tan aburrida como ella.
- ¡Salgamos! De alguna forma u otra tenemos que aprender a manejarnos
solas ¿no? ¡¡¡More!!! Salí de una vez. – Cassandra golpeaba la puerta del baño,
como si tocara la batería, porque Morena llevaba media hora atrincherada. – Bueno,
al parecer la ducha está muy buena, voy a bañarme yo también. – Cassandra se
retiró a la habitación que compartía con Janet a buscar sus cosas y en ese
momento salió Morena con una frescura ideal para las propagandas.
- No saben lo rica que está esa tina. El agua se mantiene bien
calentita. – Morena caminaba fingiendo que flotaba mientras se dirigía a la
habitación que compartía con Sara.
- Entonces me voy a bañar ya. – Sara agarró su equipo de baño que ya
tenía preparado, a su lado y cerró la puerta del baño en el momento justo en
que aparecía Cass con sus cosas.
- ¡Mierda, Sara! Siempre haces lo mismo. – Cassandra tiró sus cosas en
el asiento que estaba más cerca y fue a recostarse en el sofá junto a Janet,
que ahora estaba boca abajo y seguía zarandeando los pies. Morena volvía de la
habitación con ropa cómoda e imitaba a las chicas de los comerciales coreanos
que promocionaban una crema para el rostro, acariciando el contorno de su
rostro con el reverso de la mano, mientras guiñaba un ojo y ponía una expresión
de frescura. – Estás para una de esas propagandas, More.
- Gracias, pero no me pagarían lo suficiente por hacer esa ridiculez. –
Dijo, a la vez que se tiraba junto a Cassandra. Comenzó a acariciar el cabello
de Cass, mientras se enganchaban con una novela, que según ellas, lo único
lindo era el protagonista. Por la complejidad del idioma, no estaban muy
seguras de seguir bien la línea de la historia pero de alguna manera lo seguían
interesadas. Y es que no era tan difícil de comprender, por que parecía la
típica historia de amor: una chica pobre, un chico lindo y rico pero bastante
frio para el gusto de las chicas. Ya iban por la mitad de la historia, cuando
Sara salió del baño en una nube de vapor que alentaba a pegarse una de esas
duchas.
- ¡Oh! Parece que esa tina de verdad está muy buena. ¿Vas a entrar,
Cass? – Janet la miró y advirtió que se había dormido por las caricias de
Morena. – Bueno… parece que no… Asique entro yo. – Se levantó con mucho
cuidado, para no despertarla y el resto es historia.
Sara y Morena comenzaron a hablar sobre música y chicos (sus temas
preferidos) y de tanto entusiasmo despertaron a Cassandra que, una vez que
advirtió lo que había pasado, profirió varios insultos a Janet, quien la estaba
pasando demasiado bien en el cuarto de baño. Todo esto fue muy gracioso hasta
que le tocó el turno a la pobre Cassandra y descubrieron que se habían
terminado el agua caliente. No tuvo más remedio que bañarse con agua más fría
que tibia, lo que provocó un resfriado que la dejó tumbada toda la noche. Por
lo que nadie salió a ningún lado y todas hicieron de enfermera hasta las cuatro
de la madrugada, cuando el resfrío dejó dormir a su victima y sus asistentes.
A la mañana siguiente, Morena y Janet salieron en busca de alguna
farmacia para comprar analgésicos, ya que en la noche se acabaron los pocos que
tenían. La aventura fue intrincada, no había forma de hacer entender a la gente
lo que buscaban y cada vez que estornudaban, para dar a entender lo que
querían, la gente las miraba horrorizadas y varias veces recibieron un castigo,
por parte de los mayores y varias veces Morena se peleó con esos mayores.
Cuando al fin encontraron una farmacia, el entrenamiento previo las ayudó a
hacerse entender con el farmacéutico, pero entonces el problema estuvo en
pagar. Decidieron confiar en el hombre y le dieron algo de dinero, esperando
que el tomara lo justo, pero Janet no estaba tan segura con esta idea y anotó
cuanto tenían y cuanto tomó el hombre, para después consultárselo a Regina. Al
parecer el señor fue honesto, porque les dio bastante cambio.
Ya a la tarde, Cassandra empezaba a sentirse mejor y todas habían
resuelto la trama de la novela de la noche anterior (al parecer estaban pasando
una maratón). Estaban en contra de la ricachona mala y apoyaban a la chica
humilde que estaba enamorada del joven heredero, que al parecer le
correspondía. “¡¡¡EH!!! La besó. Es un capo. ¡Por fin!”, “Y yo creí que era un
témpano el chico…”, “Chúpate esa mandarina, fulana!” eran los comentarios que
salían de su habitación de hotel.
Sobre la noche, Regina ya había vuelto de sus clases y las fue a ver.
Quisieron salir a comer algo, pero Cass todavía no estaba en condiciones de
arrojarse al invierno de Seúl. Así que Sara y Regina salieron a comprar comida
al terminar de ver la novela, a eso de las diez de la noche. Mientras iban a
uno de esos puestos callejeros de comida, la gente las miraba al pasar y Sara
quería esconder su cara con la bufanda, porque no se había preparado lo
suficiente como para pasear de noche, pero como Regina estaba a cara lavada,
ella se veía bastante arreglada. Aquellos puestitos vendían sopas, carnes
asadas, ensaladas y varios platos tanto calientes como picantes, a demás de
diferentes bebidas. Levaron sopa, algo que parecía un guisado muy tentador y
varias botellas de soju.
- ¿Cómo hacen para levantar estos puesto al terminar la noche? – Preguntó
Sara, que estaba sorprendida por la variedad de comidas que ofrecía el puesto
ambulante.
- No lo hacen. Lo cierran todo a la mañana y se van. Después vuelven a
la noche y lo abren. No hay peligro de que les roben porque acá el crimen es al
estilo Hollywood. Bueno… casi siempre, por supuesto que hay uno que otro ladrón
de cuarta, asaltando tiendas. Pero la policía es rápida y como lo atraparon, lo
enrejaron. – Explicaba Regina, que una vez vio cómo reducían a uno de esos
asalta tiendas. – Y acá te castigan por todo. Si estas molestando a alguien y
la policía te pide que te vayas y no lo haces, te ponen en prisión hasta que
alguien te busque, como cuando de
chiquitas hacíamos algo malo y nos mandaban al rincón.
- Ah… con razón todos acá se reverencian con los mayores y a los policías
los reverencian más.
- Es que el grado de reverencia indica la cantidad de respeto hacia la
persona. No se olviden de saludar así siempre y mientras mas vieja sea la
persona, más profunda la reverencia. ¡No se olviden, porque la gente se ofende!
Una vez en el hotel, Regina repitió este consejo al resto de sus amigas
y terminó siendo vapuleada por Janet y Morena, que de haberlo sabido antes, se
hubieran ahorrado un par de peleas y coscorrones, también le mostraron la
factura de la farmacia y las notas de Janet, para confirmar lo del cambio. Todo
estaba en orden, el hombre les había cobrado lo justo. La noche transitó
lentamente y pronto se despidieron de Regina que debía volver a su
departamento, porque tenía clases a la mañana.
- No se olviden de llegar al mediodía, vamos a almorzar con mis amigos.
– Les gritó Regina desde la ventanilla del taxi cuando lo recordó. Ahí empezó
un alboroto. Ninguna se esperaba eso y como la anfitriona ya se había ido, se
quedaron con varias preguntas en el aire.
A la mañana siguiente, Cassandra había mejorado notablemente, aunque aún
necesitaba sonarse cada tanto y una ligera tos persistía. Ya habían acordado
que se vestirían de forma casual, sin grandes ornamentos. Todas fueron de
tapado, bufanda y guantes sencillos, como el tapado verde de Sara con detalles
dorados en las mangas y los botones que hacían resaltar su piel y su cabello
rojizo, o el tapado mostaza de Cassandra con una bufanda azul tejida que la
hacía ver como una muñequita, o el tapado negro noche de Janet con botones
fucsias a un lado que hacían juego con sus guantes, o el tapado negro con forro
de satén violeta de Morena que combinaba con su boina a cuadrille. ¿A quién
engañamos? No podían vestirse de forma casual.
Estaban muy nerviosas, no
conocían a los amigos de Regina, que por cierto, se había puesto un pullover
tejido rojo con un enorme cuello de tortuga. Cuando llegaron al departamento,
los chicos ya estaban ahí y las presentaciones fueron algo incómodas. El grupo
consistía en tres chicos y una chica, los primeros las miraron con entusiasmo y
la última les dirigió una mirada despectiva. Nuestras protagonistas lo
advirtieron pero lo pasaron por alto, con tal de no dar una mala primera
impresión, pero Sara ya la puso en su lista negra. Durante el almuerzo, Regina
prácticamente no probó bocado, ya que estaba traduciendo las conversaciones de
los demás. Sus amigas no podían controlar su verborragia y los muchachos hacían
preguntas cada tanto, pero la chica coreana casi no hablaba. En cierto momento,
parecía que ya eran muy cercanos cuando Cassandra estornudó con fuerza, producto
de su aún no curado resfrío.
- ¡Salud! – Dijeron sus amigas al unísono y Janet, sentada junto a ella
le dio unas palmaditas en la espalda. En este breve gesto, los amigos de Regina
cambiaron radicalmente su opinión de las chicas. La muchacha coreana se apartó
de la mesa tapándose la boca con la manga de su suéter y diciendo un par de
cosas que nadie alcanzó a entender, los chicos también se tapaban la boca con
sus mangas y uno dijo claramente que Cass era una maleducada y la retó por
estornudar, otro apartó su bol de comida alegando que no seguiría comiendo, por
temor a los gérmenes y el tercero, que era el mayor en la mesa, le reprochó a
Regina el no educar a sus amigas y dejarlas hacer lo que querían, como hablar
durante la comida de forma tan escandalosa. Cuando Regina tradujo todo esto,
Cassandra se sintió muy mal y fue a refugiarse en el baño, Janet, Sara y Morena
se levantaron de la mesa, decididas a presentar batalla en defensa de su amiga
y Regina no sabía cómo detener ese conflicto de costumbres.
La cosa terminó con Sara caminando por todo el recibidor muy indignada
por lo que le habían dicho (según el adjetivo que usó Regina, la llamaron
sucia), sólo porque Cassandra estornudó y ninguna de sus amigas intentó
matarla. “¡Sucia! ¿Yo?” Decía cada tantas vueltas; Janet estaba discutiendo con
Regina, por dejar que esos chicos les hablen así. “Pedazos de coreanitos
infelices ¡Son unos sociópatas paranoicos!” gritaba Janet junto a Morena, a
quien no le gustó que ese chico tratara a Regina como su subordinada. Las tres
estaban hablando a los gritos en el pasillo, después de “despedir amablemente”
a los comensales coreanos, cuando la vecina de Regina salió a reprender a quien
estuviera haciendo alboroto. Al verla salir, Morena fue a su encuentro y en
postura de “si abrís la boca, te mato”, logró que la mujer volviera a su
departamento sin decir una palabra. Tuvieron que dejar las cosas a medio
terminar, ya que Regina debía ir a clases y ellas sólo querían olvidarse del
mal entendido cultural. La fracasada anfitriona se retiró de la zona de guerra
y las ofendidas muchachas comenzaron a mejorar su humor después de un rato,
escuchando música, criticando a la coreana y al final… viendo una película a
medio empezar mientras comían unos snack que encontraron en el aparador de
Regina. Ya llevaban un tiempo record de tranquilidad, entonces Cassandra volvió
a estornudar.
- ¡Dios mío! ¿Cómo me vas a faltar el respeto así? Aléjate de mí, ser
horrible. – Morena sacudía los brazos de forma dramática.
- ¡Sí! No quiero que tus gérmenes me dejen estéril. – Gritó Janet
sacudiendo las manos en una expresión de locura y todas se rieron del asunto.
Cuando volvieron a estar tranquilas…
- Ese hombre es muy lindo para ser coreano, para mí que es mitad
extranjero. – Dijo Sara muy compenetrada con la película.
- ¡Sara, por favor! ¿Es que no tenes honor? ¡Estamos comiendo! – La retó
Cassandra señalando enérgicamente el bol con los snacks.
- Si tuviera que medir mi honor,
por la cantidad de tiempo que hablo durante las comidas, sería la mujer más
honrosa del mundo. – Dijo Janet que empezó a sacar cuentas con unas matemáticas
raras.
- Si fuese por eso, mi honor sería el de una suripanta. – Confesó
Morena, que al parecer había entendido las reglas de cálculo.
- Y yo después de vos. – Se unió Sara.
- Es que no entiendo, cómo el hablar mucho en la mesa puede ser un
deshonor total, o un estornudo inocente una falta de respeto. – Cassandra aún
estaba molesta por lo sucedido.
Después de hacer catarsis, se sintieron mucho más alegres y cuando llegó
Regina, la recibieron con una cena bien occidental. Es decir, con un buen plato
de guiso. Pasaron la noche en su departamento, hablando de lo ocurrido al
mediodía por última vez y llegando a la conclusión de que no podrían dar marcha
atrás después de esa escena. Aunque Regina ya lo había supuesto, no sólo porque
conocía a sus amigas, sino también porque conocía a sus amigos. Estuvieron
hasta altas horas de la madrugada hablando a los gritos (como más les gustaba),
teniendo guerras de almohada y rompiendo un vaso, por lo que a la mañana
siguiente no se molestaron en levantarse temprano. Y como Regina no tenía
clases esa mañana, no había nada que las apurara, excepto la repentina fuerza
con que volvió el resfriado de Cass, que hizo saltar a todas cerca de las nueve
de la mañana. No sabían cómo alzarla para llevarla al hospital, Cassandra era
pequeña pero ellas estaban muy histéricas como para animarse a arrastrarla y
hacerle algún mal.
- More, anda a lo de Jung Bin y si está, traelo. – Pidió Regina, que
varias veces contó con su ayuda en ocasiones similares. Morena cruzó el
pasillo, ahora más nerviosa que histérica, y tocó coléricamente la puerta. El
muchacho salió de inmediato, curioso por tantos golpes, ella empezó a hacerle
gestos sin saber qué decirle y cuando se dio cuenta de que no estaba
articulando ni una palabra, lo agarró del brazo y lo llevó al departamento de
Regina. En poco tiempo le hicieron entender, el chico se fue a buscar un abrigo
y algunos analgésicos antes de volver y sin miramientos, cargar a Cassandra a
su espalda y salir sin decir nada. Las demás corrieron tras él, que ya estaba
en el ascensor esperándolas. Ninguna pensó en su atuendo, ni su peinado. Todas
miraban a Regina y Jung Bin dándole unas pastillas a Cassandra y hablando en un
coreano muy rápido.
Cuando llegaron al hospital, no tardaron en atender a la convaleciente
muchacha que sólo tocía y no tenía idea de dónde estaba, la fiebre la había
dejado casi inconsciente y algo delirante. Mientras la atendían, sus amigas se
quedaron en la sala de espera con un muy atento Jung Bin, que les traía café y
las tranquilizaba. Él también era propenso a los resfriados peligrosos y había
aprendido a cuidarse y tomar todas las medidas necesarias para evitarlos.
- Siempre tengo todo tipo de remedios y tés para estos casos. ¡Y comidas
muy saludables también! Cuando volvamos les haré un caldo. – Las invitó el
joven, que no paraba de sonreír ante las caras de perritos abandonados en la
lluvia, que tenían las chicas. Ellas nunca pasaron por algo así con Cassandra,
aunque un par de ocasiones, a lo largo de su amistad, la internada canceló una
salida porque estaba en cama con sus resfríos.
- Sos muy amable con nosotras, gracias. – Tartamudeó Morena, que ya se
le había pasado la conmoción por su amiga y ahora la conmoción era por el
chico. Todas la miraron. Janet entrecerró los ojos y no dijo nada, Sara se hizo
un bigote falso con un mechón de su cabello, como hacía cada vez que sospechaba
o algo no era de su agrado y Regina tapó una sonrisa delatora con una tos
falsa.
Cerca de las una de la tarde, dieron de alta a Cassandra y le pidieron
que no saliera desabrigada y tomara los remedios que le indicaron, cada seis
horas durante una semana. En el camino de regreso, le fueron contando lo que
pasó mientras estaba internada. Que en un momento Sara se vio en un espejo y
quiso volver al hotel a maquillarse, y que todas empezaron a gritarle para que
no lo hiciera, hasta que una enfermera casi las hecha por escandalosas; que
Regina las abrazaba a todas, hasta el punto de la asfixia y el gracioso
contraste de esto, con las breves palmadas de gratitud que le daba a Jung Bin;
que después Janet se agarró con una máquina expendedora que tragó su dinero y
no le dio nada; que Morena estaba coqueteando con Jung Bin de una forma muy
patética; y que el pobre muchacho se la había pasado haciendo de mozo,
asistente, psicólogo de las chicas y en breve, también de cocinero. Esto último
agradó a Cass, que estaba realmente hambrienta.
Ya en el departamento de Regina, Sara se encerró en el baño a mejorar su
aspecto y todas hicieron algo parecido. La sorpresa de esa mañana no las había
dejado ni arreglar su atuendo, pero ante los insistentes “Se ven bien, no
necesitan arreglarse para venir a mi casa.”, o “De verdad, son todas bonitas”,
las chicas se conformaron con poco. Jung Bin les estaba preparando varias
comidas, muy al estilo coreano y Morena estaba junto a él haciendo de
asistente, pero de una distraída asistente, porque prestaba más atención a los
fuertes zumbidos que hacían los murmullos de sus amigas, que a las indicaciones
del cocinero sobre dónde poner las cosas. En cierto momento le había pedido que
pusiera unas zanahorias en un recipiente frente a ella y en lugar de eso,
Morena agarró una zanahoria, se dio vuelta de frente a sus amigas para
increparlas y le pasó la zanahoria por la cara a Jung Bin.
- Sabe bien. – Dijo el chico que pegó un mordisco para ayudar a la
atontada muchacha. Morena quiso tirarse desde un balcón y sus amigas deseaban
haber podido fotografiar su expresión en ese momento.
El tardío almuerzo estaba delicioso y Cassandra muy bien atendida. Jung
Bin le pasaba todo lo que tenía que probar y Regina le traducía los consejos
que él le daba. Las muchachas iban aprendiendo, por cualquier recaída y para
cuando el almuerzo y la sobremesa terminaron, ya eran casi las cinco de la
tarde. Se despidieron del chico con varias reverencias y “oppas” hasta
atravesar el pasillo y recordarle que lo esperaban el domingo, él devolvía las
reverencias y confirmó su asistencia para ese día, luego de dedicarle una
sonrisa a su asistente de cocina, que rió tontamente y se metió en el
departamento. Con esto tuvieron suficiente material para hablar hasta la noche,
cuando una llamada las dejó sin Regina, que se quedó en su cuarto durante casi
una hora riendo y hablando alegremente por teléfono. Todas sospechaban, pero
nadie decía nada. Para Regina, todas las personas eran amables y si sus amigas
querían hacerle entender que cierto chico era demasiado atento con ella, no
precisamente por ser amable, ella no lo entendía hasta que el interesado le
gritara en la cara lo que sentía o se limitaba a partirle la boca de un beso,
como le pasó una vez.
Todas volvieron al hotel, sin tener mucho conocimiento de con quién
había hablado Regina y pasaron la noche más pesadas de sus vidas. Si bien se
durmieron de inmediato, la adrenalina de ese día las mantuvo en un sueño
intranquilo y el despertarse fue de lo más difícil. Sólo los insistentes
portazos lograron que Janet se arrastrara hasta la puerta y preguntara
amablemente:
- ¡¿Quién mierda molesta a esta hora?!
- ¿Janet? No me digas que están durmiendo. ¡SON LAS UNA, POR DIOS! – Gritó
Regina desde el otro lado de la puerta y de seguro, las dos habitaciones de
cada lado la escucharon. – Vine para comer con ustedes, tengo clases a las
cuatro. – Janet abrió la puerta, recibió a Regina y acto seguido, se lanzó
sobre las demás para despertarlas. Tuvo que sacudir con fuerza a Morena, que
tenía el sueño muy pesado y volver a despertar a Sara cada vez que pasaba por
su lado, mientras Regina despertaba dulcemente a Cassandra, que lo primero que
hizo, fue retarla por molestar tan temprano.
Para las dos estaban más o menos despabiladas y al pasar junto al
portero del hotel, lo saludaron en inglés con frases, como “¿What’s up?”,
“Usted se parece al que estaba ayer en la puerta” y “Señor, ¿le puede bajar al
frio de la sala?”, a lo que el hombre daba reverencias algo confusas. Las
chicas salieron en busca de un restaurante, hasta que encontraron uno muy
llamativo y allí almorzaron. Tenía un sector con mesas y sillas, otro con sofás
y otro para los que quisieran una comida más tradicional, es decir, para comer
sentados en el piso. El lugar estaba lleno, a pesar de que ya era tarde para el
almuerzo y además debieron comer apresuradamente, porque ya se hacía tarde para
Regina. Quedaron en volver en otra ocasión para disfrutarlo más y salieron, sin
dar propina a nadie. Fue un viernes muy aburrido. Dieron un par de vueltas por
algunos locales y siempre miraban de reojo a Cass.
- ¡Estoy bien! ¡Dejen de mirar como si me fuera a caer en cualquier
instante! – Las retó Cassandra señalándose a sí misma con una expresión de
histeria.
- ¿Por qué lo decís? ¿Te sentís desfallecer? – Le preguntó Sara con
preocupación.
- Dios… ¡No!, estoy bien. Estoy tan abrigada, que ya hasta sudo por… - Una
repentina tos la interrumpió, provocada más por levantar la voz que por el
resfrío, pero eso fue suficiente para que la arrastraran de vuelta al hotel. No
sin antes comprar una mini torta para acompañar el té. Vieron una, dos y casi
tres películas entre infusiones y más tarde, una buena cena, cortesía del
puesto ambulante más cercano.
La preocupación por la salud de su amiga, la inacción de esos días y los
incidentes con algunos coreanos estaban
teniendo un efecto negativo sobre nuestras alegres protagonistas que, de manera
atípica, dejaron pasar el viernes sin bombos ni tambores, yéndose a dormir
temprano. Esperemos que las cosas mejoren pronto.
Muy bueno el cap, chicas^^
ResponderEliminara ver quien mas se anima a comentar, hay que alentar la historia así ponen más capítulos! Fihting! (Jime)
jajaja eso es lo que esperamos! gracias jime! :) xxo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSi claro que sabían! pero fue accidental, en ninguna parte especifica que alguna de ellas sabia que se iba a terminar el agua caliente, de modo que fue puramente accidental y casual, ya que Cass se resfría con facilidad. De todos modos, no hay una novela sin accidentes inusuales e innecesarios hacia las protagonistas, en este caso Cass. Igual, gracias por leer y comentar! :) xxo
ResponderEliminar"Amanecieron más feas que nunca" Jajjajajajajajajajajaja xD
ResponderEliminarLa danza de los zombies, jajaja, me gusta el humor que le ponen :D
"Y si el chico era lindo nomás habìa foto" buena la actitud :P
Y la mejor quote hasta ahora......"CHÙPATE ESA MANDARINA,FULANA" XD JAJAJAJA LAS ADOROOOOOO!!!!!!!!!!!!!!! <3