Fiebre de sábado por la noche
Ya llevaban una semana en Seúl y habían vivido más cosas
malas que buenas. Morena se había declarado enemiga natural de la vecina de Regina,
Cassandra maldijo al invierno de Seúl y a su resfrío, Sara no volvería a entrar
a aquella cafetería llena de “bastardos hipócritas”, por más delicioso que
fuera su café y luego de varios encontronazos con los peatones coreanos Janet
ya había tenido suficiente con los paseos.
-Bueno, chicas hay que ponerle onda. Si pensaron que íbamos a vagar todo el día,
sin hacer nada y que sólo íbamos a gastar, nos volvemos. Porque eso no iba a
ser así. No se puede estar viva la pepa tres meses de corrido –sentenció
Cassandra, cuando miró al desinflado y aburrido grupo de chicas que se
congregaba en el living del departamento de Regina.
-Cómo se nota que ya estás mejor de tu resfriado. Venís a
lanzar “buena onda”, como si fueran ordenes. “¡Diviértanse, mierdas!” –Dijo Janet
y todas empezaron a reír. Comenzaron a recordar
las desventuras que tuvieron a lo largo de la semana y haciendo
representaciones de cada ocasión, volvieron a tener ánimos.
-Chicas, ¿quieren salir esta noche? Podemos ir a un boliche
–propuso enérgicamente Regina mientras aplaudía, que hasta hace unos momentos
se sentía mal por sus amigas–. La música que pasan acá es igual a la de
cualquier otra parte. ¡Dale! Vamos, vamos, vamos.
-Pero si lo decís así, quién se va a negar. Vamos, sí…
¿Quieren? –preguntó Morena que estaba cien por ciento convencida.
-Bueno, pero vamos a un lugar copado ¿Vos conoces un buen
boliche? –le preguntó Sara a Regina que ya estaba discutiendo con Morena qué se
iban a poner.
-¡Sí! Conozco uno que es súper copado. De vez en cuando va
algún famoso, porque el lugar es muy conocido y los sábados suele llenarse, porque
las mujeres entran gratis- Regina suspiró al venirle a la mente un recuerdo de
sus primeros meses en Corea. Y sobre todas las cosas, su primera salida a la
noche. Jamás lo olvidaría. Con los pocos amigos que había hecho en la
Universidad, se había ido a bailar para olvidarse de sus cosas y ahí lo había
visto por primera vez. Aquel amigo con quien había hablado por chat durante
largos años de adolescencia. No sabía
qué decir ni cómo reaccionar. Estaba emocionada de conocerlo- Conocí por primera
vez a Shin Wook en una disco.
Sus cuatro amigas clavaron sus ojos en ella con cierto
brillo de interés.
-¿Qué no lo conocías de antes? -le preguntó Cassandra.
-Claro -secundó Sara-
y, ¿no es también ese chico que es tu compañero de estudios?
- Si, lo conocía desde antes y también vamos a la misma
universidad -afirmó su amiga-, pero lo conocí por vez primera en una salida con
mis compañeros…
-¿Esos que vinieron a comer la vez anterior? -cuestionó
Morena con cierto tono de asco en la voz. Al mencionarlo, Cassandra se puso
incomoda por el recuerdo de ese hecho.
-Sí, esos -contestó Regina sin darle importancia-. Lo había
conocido ahí personalmente. En la universidad no lo conocí, porque él estaba de
viaje en ese momento. Fue a visitar a su madre. Él no es de Seúl. Es de Busan
–aclaró-. La cosa es que teníamos conocidos en común y ellos lo invitaron a la
salida.
-¿Y cómo fue esa primera impresión? -se aventuró a
preguntar Janet, a quien la duda la carcomía.
-Muy buena -dijo la morocha con una autentica sonrisa-. No
puedo creer que estuve tan nerviosa. Cuando nos conocimos personalmente, era
como si hubiéramos sido vecinos toda la vida. No sé cómo explicarlo.
Las otras la miraban con expresión atontada, como cuando a
un niño al que le cuentan su cuento favorito por las noches.
-A todo esto -volvió Regina al tema de ese día- ¿Qué hora
es? Porque si queremos arreglarnos bien…
-Entonces vamos a prepararnos, que hay que salir –apuró Janet,
que ya se había convencido en un primer momento, pero que ahora estaba aún más
convencida.
Pasaron una hora pensando en qué ponerse y procurando que
nadie se pareciera a nadie. La siguiente hora discutieron sobre qué iban a
cenar, ya que si iban a tomar mucho debían tener una buena base, pero al final
se conformaron con unos sándwiches y algo de soju.
-¡Pero! Cinco mujeres y ninguna buena cena. Qué vergüenza,
chicas. Así nunca se van a casar –bromeó Morena.
-Yo no me voy a casar y si lo hago, va a ser con un
multimillonario para pagar una cocinera –aseguró Cassandra mientras se
terminaba su vaso.
-Y yo sé cocinar cinco o seis comidas. Con eso remo toda la
semana ¿no? –preguntó Sara algo dubitativa.
-La cosa es que por el momento nadie busca marido, ya
comimos algo, por más simple que haya sido y nos vamos de joda solteritas y sin
apuro. Vayan a lavarse los dientes –les ordenó Janet que estaba prácticamente
lista.
Los preparativos estaban terminados. Se dieron el lujo de
desfilar de la habitación hasta el living para mostrarse, jugar un rato y
sacarse algunas fotos antes de que el ajetreo de la noche, les haga perder la
frescura que tenían en ese momento. Regina demostró que no sólo había aprendido
el idioma en sus días en Corea, también se había complementado bastante bien
con la moda de las chicas de la región. Tenía un saco, que podría pasar por una
camisa muy gruesa y gris de botones grandes, con adornos en los hombros y
detalles a un lado del frente; una pollera negra típicamente asiática con
muchos pliegues seguida de unas medias negras y terminando en unas botas de
medio caño de cuero gris con muchos pelos en la parte de arriba. Se había
recogido el cabello en una media cola dejando que sus largos rulos cayeran
parejos en su espalda y ningún accesorio.
-¡Oh! Regi… ¡Sos toda una coreana! Jajaja –Cassandra podía
parecerse en un par de cosas a su amiga, pero la forma de vestir,
definitivamente, no era una de ellas. Llevaba un saco de jean oscuro y al
cuerpo que cubría un vestido negro con muchas capas superpuestas bien corto y
de escote profundo con un cinturón muy fino que resaltaba su cintura y
acentuaba sus caderas. Debajo, unas buenas medias de encaje que contorneaban
sus piernas, terminando en zapatos acordonados de charol negro. Con el cabello
lacio y en puntas y un anillo de muchas púas, estaba más lista para el rock que
para salir a bailar y eso es muy típico en su forma de vestir.
-Qué bueno que sólo en eso se parece. ¿Se imaginan a Regi
trabajando de mesera y que se ofenda por algo de propina? Ahí nomás, mueren
todos… Jajaja –todas estuvieron de acuerdo con la idea. También todas estaban
de acuerdo en que Sara era la más top a la hora de vestirse para salir. Se
había puesto un saquito negro (que si el valor emocional tuviera un número, con
aquella prenda se salvaría a un país en medio de una crisis económica), sobre
una remera suelta y corta a rayas horizontales que acentuaba su cintura y su
generoso pecho. Tenía una pollera roja lo suficientemente corta como para
llamar la atención, pero no tanto como para mostrar algo. Los zapatos eran de
plataforma y tan rojos como su cabello que estando suelto, la dejaba con un
look muy parecido a las hollywoodenses. Sin olvidar mencionar el pequeño bolso
de mano de piedras negras y carmesí.
-Si fuera yo, me agarraba todas las propinas y el escándalo
se los hago, si no me lo dan - Janet empezó a rebolear una pierna simulando la
patada que le daría a quien no le pagara y sus botinetas de gamuza gris con
tacos, casi vuelcan la mesa ratonera junto con la botella del ya casi
inexistente soju. Se había puesto una campera negra corta, sobre una
camisa blanca a rayas verticales negras, muy finas, que marcaban su silueta y
si eso no marcaba suficiente, un pequeño cinturón negro de cuero rodeaba su fina cintura. Por debajo, unos jeans chupines de un gris
bien oscuro completaban el atuendo. Su cabello largo iba suelto, pero con el
flequillo recogido y puesto hacia atrás, su look era muy rockero.
-Y si yo trabajara en el mismo lugar, con vos. Sería la que
lo sujeta al tipo mientras lo castigas -Morena llevaba un saco blanco largo
hasta la cadera y de mangas tres cuartos, sobre una remera negra algo suelta,
pero que no dejaba de marcar su silueta y con el estampado de la cara de un
tigre, un short negro con detalles en dorado junto con un brazalete enorme,
iban a juego con el estampado, a demás de dejar ver sus piernas que terminaban
en unas botinetas blancas con tacones. Le daban un look moderno y sexi. Usaba
el flequillo alisado y de lado, dejando el resto de los bucles a libre
albedrío.
-¡Ay, no! Chicas no anden golpeando gente, que son señoritas.
-Si, Regi. Lo dicen en chiste nada más. Bueno, vamos
saliendo –Cassandra se paró y las demás la siguieron. Y mientras iban saliendo
le entró una duda–. Este… Janet ¿vos te
pintaste?
-No, estoy bien así.
-Ah… no, no, no, querida. O le pones algo de maquillaje a
ese lindo cutis o de acá no sale nadie –amenazó firmemente Morena mientras reboleaba
un dedo aún más amenazador.
-Vení, Janet. No nos hagas pasar vergüenza. Un poco de
rubor, rímel, delineador y labial alcanza –Sara la llevó al baño y después de
escuchar un par de quejas y una breve discusión, Janet salió más linda pero con
una expresión un poco menos bonita.
Al fin estaban en la entrad del boliche. El portero vio
llegar a un grupo de atractivas chicas occidentales y les hizo señas para que
entraran. No sea que se decidieran por ir a otra parte, así que al pasar por su
lado, le agradeció a cada una con una reverencia y un “kamsamnida” algo
nervioso. Las chicas se rieron mucho con esto, parecía que la noche ya estaba
poniéndose mejor. El lugar era muy grande, estaba dividido en dos pisos de los
cuales el de abajo era la pista de baile, con los bares a los lados y el DJ
estaba en el centro del lugar sobre una plataforma bastante elevada. El segundo
piso era más pequeño, consistía en anchos balcones que hacían de galerías para
la parte de abajo, era la zona VIP, así que las chicas se quedaron en el primer
piso, junto a una de las barras. La música era buena y aunque no había
reggaetón, los temas servían para que bailaran de forma graciosa. Se pasaron la
mitad de la noche haciéndose muecas y parodiando a las bailarinas de los videos
musicales, hasta que Cassandra imitó demasiado bien a una y todas empezaron a
reírse muy fuerte. A Morena se le fue la cabeza para atrás, por la carcajada y
no pudo evitar ponerse muy nerviosa. Dejó de bailar y fue hacia la barra a
pedir un trago, todas la vieron pasar y como esa no es una actitud propia de
ella, les dio curiosidad.
-More, convidame eso ¿Qué te pasó, desde cuando no seguís
las payasadas de Cass? -preguntó Regina que se terminó el vaso de su amiga.
-No… lo que pasa es que… No sé si lo digo, es muy estúpido.
-¡HABLA! –gritaron todas al unísono.
-Cuando Cassandra hizo ese pasito chistoso y todas nos
empezamos a reír, yo miré para arriba, al sector VIP y vi cómo un chico muy
lindo me estaba mirando. Y me miró tan fijamente que me puse nerviosa y me
agarró vergüenza por estar payaseando.
-¿Dónde está? -preguntó Janet.
-No vayan a mirar mucho. Él está bien enfrente de nosotras.
Y como si no hubiera dado ninguna recomendación, todas
miraron al lugar indicado, girando las caras con brusquedad. Todas menos
Morena, que al verse traicionada se golpeó la frente moviendo hacia ambos lados
la cabeza en una expresión de auto lamentación, vergüenza y frustración. El
chico en ningún momento le había sacado la mirada de encima, así que pudo darse
cuenta de que todas voltearon para verlo a él y, soltando una sonrisa de
triunfo, se encaminó al primer piso.
-Está muy lindo ¡Y está bajando! –chilló Sara.
-Ay, Dios… Si viene para acá las voy a matar a todas, lenta
y dolorosamente con un cuchillo sin filo –Morena estaba empezando a ponerse muy
nerviosa.
-Bueno… no creo que esté bajando sólo para hablarte a vos.
Puede bajar para cualquier cosa ¿no? -intentó razonar Sara que estaba junto a
Morena, ambas de espalda a la barra y con una vista panorámica de toda la
pista.
-Si… es cierto. Tal vez bajó para ir al baño.
-¿No se te pudo ocurrir una excusa más original, Cassandra?
–Janet, Cassandra y Regi estaban de frente a Sara y Morena y daban la espalda a
la pista. Por lo que para enterarse de algo sin ser muy obvias, debían escuchar
el parte de Sara, porque Morena estaba muda.
-Ahí giró, como si se fuera al baño. Ah, no… le estaba
esquivando a un grupo de gente nomás.
¡Viene para acá! -advirtió Sara.
-Las voy a despellejar y con sus cueros me voy a hacer un
abrigo a lo Cruella De Vil, si es que ese chico viene para acá. Porque si lo
hace, es porque cree que yo hablé de él y que me fijé en él.
-Pero fue así, More –dijo Janet.
-Eh… la cosa es que el chico no tiene por qué saber que fue
así. –explicó Cassandra, ya que Morena había quedado muda con las palabras de
Janet, que una vez más la traicionaban.
-Huy… está acá -anunció la pelirroja.
El muchacho venía acercándose sin apartar los ojos de la
chica muda. Caminaba con mucha seguridad y sonreía de una forma muy sensual,
según los pensamientos censurados de Morena. Cuando llegó en donde se
encontraba el grupo de nuestras protagonistas, extendió una mano en
ofrecimiento y mientras le dedicaba una mirada sexi a la morocha, agarró la
mano de Regina y la sacó a bailar. Regina lo tuvo de frente y al ver quién era,
con temor buscó alguna señal en su amiga. En shock por esa maniobra, Morena
comenzó a reírse por lo bajo y le dio una sutil señal de que todo estaba bien.
Todas quedaron en shock, sin entender muy bien, pero viendo lo alegre que
estaba su amiga mientras charlaba con el chico, decir que estaban en shock era
poco. Se limitaron a beber lo que se les ocurría pedir y a observar que en
realidad no estaban bailando, sólo estaban allí parados muy sumergidos en su conversación
entre señas y gestos. Al final de la conversación, el muchacho se despidió con
una sonrisa. Regina se dio media vuelta y regresó a su grupo, con una enorme e
imborrable sonrisa que llenaba toda su cara redondita.
-¿Qué pasó? ¿De qué te habló tanto? -preguntó Cassandra.
-¡Ay, no…! –fue todo
lo que Regina dio como respuesta.
-¡Contá, mierda! –ya Sara estaba al borde de la curiosidad.
-Es que ese chico es Taeyang. ¡Es Taeyang!
-¿Quién? –preguntaron todas.
-Es miembro de un grupo musical muy conocido en Corea.
Tienen un montón de temas buenísimos –mientras ella hablaba, sus amigas no
entendían muy bien a qué se refería y cuando se dio cuenta de ello dijo-. Su
grupo es como 2NE1 versión masculina.
-¡¡¡OH!!! –se emitió por cualquier tipo de respuesta
posible.
-¿Y de qué hablaron tanto? –preguntó Janet, tratando de
volver a la cuestión principal.
-Él preguntó por la morocha de rulos –respondió Regina
mientras lanzaba una mirada pícara a su amiga la muda, quien sólo dejó escapar
una mueca parecida a una risa pero llena de incredulidad.
-Pero si iba a preguntar por ella, entonces ¿por qué no la
sacó a bailar a ella? –preguntó Sara, a quien siempre le molestaron los
jueguitos de indirectas e histeriqueadas.
-Por que yo siempre vengo acá con mis compañeros y por lo
visto, él también, porque dice que me reconoció. Así que supuso que yo sabía
coreano, pero primero me preguntó en inglés si yo hablaba coreano y le dije que
sí, en coreano –y soltó una risa muy contagiosa que trató de tapar con la
mano-. Y de ahí me preguntó por More y si ella era de esas chicas que rebotan a
los hombres sin darles oportunidad.
-¿Y qué respondiste? -la interpeló Janet, que conocía muy bien
a su amiga y temía lo peor.
-Bueno… Morena es una chica que los rebota, efectivamente,
pero si el chico es lindo o sabe bailar o las dos cosas, ella les da
oportunidad ¿No?
-Si, así es More –respondió Cassandra, como si la mujer en cuestión no estuviera presente-. ¿Pero vos que le dijiste a Tao… Teayi… al chico?
-Exactamente eso.
-¡¡¡NO!!! –gritaron todas, como si fueran una sola mujer
alterada.
-Maldita traidora. Me mandaste al muere, Regina.
-¿Y qué te respondió él? -preguntó Sara, que se dio cuenta
de que el cuento no terminaba ahí.
-Me dijo: “Entonces no me va a rebotar. Vuelvo a buscarla
cuando pasen mejor música.”
-¡¡¡NO!!!
Todas concordaron en que el chico era muy creído y luego de
hacer una mini investigación por internet desde sus teléfonos, también
acordaron en que tenía un muy buen cuerpo. Planearon cada movimiento, cómo
debía mirarlo y cuándo hacerse rogar para así, por último, desecharlo. Ya
estaban bailando otra vez, cuando alguien tocó el hombro de Morena. Ninguna se
percató de que Taeyang estaba acercándose, sólo lo vieron cuando su amiga se
apartó un poco con él. Bailaron un rato largo y todo el tiempo Morena siguió lo
planeado con sus amigas. Lo seducía y abrazaba y él hacía lo mismo, se sonreían
y todo el tiempo se miraron fijamente, excepto cuando los nervios la traicionaban y agachaba la mirada, que era
cuando él se sonreía más y la abrazaba. Por dentro una gallina mojada trataba
de mostrarse indiferente, mientras que por fuera, una linda latina bailaba con
soltura. Y en uno de esos momentos en que los nervios la ganaron y agachó la
cabeza, el muchacho se la levantó con un
beso que la dejó helada. Cuando la soltó, la gallina infló todas sus plumas y
le propinó una bofetada que hizo exclamar a las personas de alrededor, que no apartaban
la vista de la súper estrella, un fuerte “¡Uh!”.
-¡I-sekia! (cabrón, hijo de p***) -fue lo único que pudo
decir Morena antes de salir corriendo, sin saber si estaba ofendida o
sorprendida, pero muy segura de que el sopapo estuvo bien dado.
-¡Ya! ¡Chankanman! (¡Oye! ¡Espera!) -gritó el abofeteado chico mientras la
seguía.
Morena se apoyó en la barra junto a sus amigas que sólo la
miraban boquiabiertas y pidió algo para beber y cuando le llegó el pedido,
también le llegó el besucón. Él la miró aún sorprendido por la reacción que había
tenido y ella lo miraba más sorprendida que antes, por haberla seguido y más
ofendida que antes, al ver las ganas con que él se reía.
-¿Por qué me pegas?
-Ah… sabes inglés. No sos tan bruto entonces –Taeyang
volvió a reírse-. No entiendo de qué te reís tanto. No tiene gracia ser un
acosador.
-¿Acosador? Si Hubiera besado a cualquier otra chica de
este lugar después de haber bailado así, puedo asegurarte que estaría enredada
en mis brazos y colgando de mi cuello.
-Sos un maldito engreído. Ni que fueses un adonis. ¿Adonis
se dice así en inglés? -la pregunta la formuló en español y confundió a Taeyang-.
Nada, nada. Andate, por favor. Tu cara me da asco.
-¡Já! Di algo que pueda creer.
-¡Ay! ¡Te odio! Ándate, morite.
-¿Por qué estas tan enojada? Ni que el beso hubiera sido la
gran cosa –Morena apretó los labios con indignación, sintiéndose tocada por ese
desprecio y al ver esto, Taeyang se quedó pensando un momento en la reacción
que Morena había tenido y al parecer tuvo una idea-. Oh… ya veo. Ahora lo
entiendo –la rulienta no movió ni un músculo, pero sus ojos la traicionaron y
se abrieron enormes al sentirse descubierta. Se abrieron grandes, como cuando
se trata de negar algo que es cierto y pensamos que los ojos así de abiertos
nos darán credibilidad.
-Te gusto.
-¿Michoso? (¿Te volviste loco?) -al decir esto su voz sonó tan aguda, que sólo
consiguió confirmar las sospechas de Taeyang e informar a sus amigas, que
estaban del otro lado, lo que no esperaban escuchar. Morena se dio vuelta y las
vio con las bocas tan abiertas que la impotencia de que todos sepan, la hizo
querer salir corriendo de allí. Asique volvió a girar y lo miró con ira. Estaba
cómodamente apoyado sobre la barra, vestido como se lo veía en las fotos que le
mostró Regina, con una camiseta blanca con estampado de grafitis, una campera
de cuero roja con adornos metálicos, unos jeans holgados muy a la moda y unas
zapatillas blancas con detalles en rojo. Al verlo así todas pensaron que era
genial, sobre todo por la sonrisa de portada de revista que le regalaba a
Morena.
Ante tal situación, no supo qué hacer y ya empezaba a pedir
que se la tragara la tierra, cuando la intervención divina la salvó de ese
momento tan incómodo. Un muchacho algo tomado pasaba por su lado antes de
tropezar y volcar su bebida sobre el saco de Sara. La alarmante reacción de las
chicas desconcertó al muchacho, que trató de soltar un “Miane” algo
desarticulado. Pero no pudo terminar, debido a que Cassandra lo agarró de la
camisa y, aunque el chico le sacara dos cabezas con ella usando tacos, lo
arrastró hasta su altura diciéndole de forma muy amenazadora.
-¿Chugul-le? (¿Quieres morir?)
-Chicas, me tengo que ir. Si esta mancha no sale me muero
–dijo una muy alarmada Sara.
-Nos vamos, Cass. Deja al pobre chico que ni idea tiene –le
pidió Janet.
-Mira, nene. No me importa si entendes o no. Pero si eso no
se quita, vengo, te busco y te mato. Porque por ese saco ya casi mueren muchos.
¿Araso? –el joven temblaba y si bien no entendió nada, a la imagen de cinco
furiosas extranjeras no paró de pedir disculpas, dejar algo de dinero y salir
corriendo.
-¡Vamos, por favor! –Sara estaba al borde del colapso.
-Me voy, imbécil. Me alegra no tener que seguir hablando
con vos. Pero quiero que sepas que estás muy bueno y si no se hubieran dado así
las cosas, otra sería yo haciéndote de todo –la confesión, por supuesto, la
dijo en español y por los gestos que hacía con el puño, Taeyang pensó que lo estaba
amenazando por última vez. Así que, a modo de despedida, agarró ese puño con
las dos manos para atraerla hacia él y la besó en la mejilla. Morena empezó a
alejarse llevada por sus amigas y en total estado de ebriedad.
Cuando estaban por tomar el taxi, se dieron cuenta de que
faltaba Regina, pero antes de que la llamen por teléfono ella apareció de
repente.
-¿Dónde estabas? Casi nos fuimos sin vos –la retó Janet
mientras le hacía un lugar en el taxi.
-Me tardé porque Taeyang me pidió el número de Morena y yo
se lo estaba dando.
-¡NO!
Ya una vez en el departamento de Regina, decidieron quedarse
a dormir allí y volver al hotel a la mañana siguiente. Sara puso a remojar el
saco y todas rogaron porque no quedaran manchas. Nuestra pelirroja había
ahorrado durante un tiempo para comprarse esa valiosa prenda, pero la razón de
su valor, no era el precio. Tuvo que ahorrar porque en ese tiempo la mayor
parte de sus ingresos se iba en el tarro que decía “Boleto a Corea”, pero el
valor indescriptible se debe a que el día que lo iba a comprar, salieron todas
juntas a presenciar el evento que tanto habían esperado y con el que tanto su
amiga les había taladrado el oído. Ya en la tienda, la vieron correr hacia el
perchero en el que había escondido el saco y mientras Sara lo retiraba, otra
persona hacía lo mismo del otro lado. Ambas se miraron profundamente desafiantes y mientras Sara
intentaba persuadir a la chica de que había llegado primero, ésta la amenazaba
para que soltara la prenda, poniendo a nuestra amiga en un aprieto muy incómodo.
El asunto se puso feo, cuando la enemiga de Sara tiró con fuerza del saco y
todas se sintieron desfallecer al pensar que había soltado la costura. El miedo
hizo que las chicas entraran en acción y fueron a persuadir a la extraña para
que soltara el botín. Pero tan decidida estaba, que empujó con furia a
Cassandra y Janet, entonces Morena empujó a la chica en defensa de sus amigas y
comenzó un alboroto que terminó con las cuatro en la calle y a Sara, que se
había apartado disimuladamente de ellas, en la caja con su saco. Cada vez que
lo recordaban pensaban en la pobre chica. Regina ya llevaba un tiempo viviendo
en Corea cuando eso pasó, pero conocía todos los detalles, como si hubiera
estado ahí.
jajaja que sinverguenza que es taeyang... me gusto como regina le dio el numero de more sin remordimiento XD (Jime)
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ResponderEliminarLa idea era la sorpresa. Al ser una cultura conocida generalmente por su reserva... las protagonistas pensaron q podian aprovecharse de eso para vengarse, pero se encontraron con una persona poco reservada. Ya lo vas a ver a lo largo de la historia! XXO!!! :D
ResponderEliminarOOOh Taeyang, lo ùnico que me gusta de èl, es su fìcico, como baila, como canta...JAJAJA bueno, muchas cosas, que chistoso como Regina se demorò dàndole el cel de More!!! bien ahiiiiiiiiii, a ver como continua la historia :D
ResponderEliminarMe estoy poniendo al dìa. Xoxo